Aprovecha los rayos del sol (Avril Nightray)

Ya había acabado de resolver ciertos asuntos bastante molestos a mi parecer, y para relajarme un poco decidí salir a los terrenos, pues el estar mucho tiempo bajo techo encerrada me desesperaba, y más aún cuando no había nada interesante que hacer.
Avancé desde la sala común en donde me encontraba, acomodando mi largo cabello de vez en cuando, y finalmente, llegué a la salida, donde sentí de inmediato los rayos del sol sobre mí. Entrecerré los ojos por la molesta luz, y para evitarla y poder avanzar sin problema alguno, me llevé una mano a la frente a falta de anteojos de sol, y así mejoré mi visión. No sabía con exactitud qué iba a hacer, sólo tenía la certeza de que iba a buscar conversación con algún alumno de los que allí se encontraban, y como si me estuviesen llamando con un Accio, me fuí directo a una chica que tenía una postura curiosa y llamaba la atención de algunos estudiantes, y obviamente a mí. Me acerqué con una sonrisa, y al estar a unos cuántos pasos de ella, dije en voz alta, intentando llamar su atención.

- ¿Te sucede algo? Pareces estar suplicando. -

Pregunté y dije luego, imitando su pose, pero moviendo los brazos al igual que una persona que suplica algo agitando sus brazos hacia el cielo, o reclamando por algún suceso, como aquellas madres que piden paciencia a falta de control sobre sus hijos.

La chica rió, y no pude hacer más que reírme junto a ella, o tal vez de ella. Era una chica curiosa, pero se veía con energía y emanaba un aire de positivismo. Por haber estado dando vueltas de seguro se había mareado, y se notó luego, pues perdió un poco el equilibrio. Me aparté un poco sin quitar la sonrisa de mis labios, por si caía.

- Demasiado hermoso. Es un día perfecto para girar en los jardines... -

Dije amigablemente aunque sonara como una ofencilla. No le encontraba nada de malo a lo que había estado ella haciendo, pero no era normal ver a personas girando felizmente solo. Me crucé de brazos estando parada junto a ella, ladeando un poco mi cabeza.

- Soy Avril. ¿Cuál es tu nombre, girasol? -

Natalie era su nombre. Uno muy lindo por cierto. Me quedé en la mísma pose observándola. Su suspiro hizo que me mordiera el labio para no reírme. Era una criatura dulce aquella chica, y tan sólo verla me daban ganas de ser como su perro guardían. Pensé por un momento en decirle la chica Girasol, debido a que me fascinaba poner apodos de cariño a la gente.

- Un gusto.. ¿Y qué haces aquí en los jardínes además de girar y girar? Digo, la mayoría de los que andan por aquí pasan de un lado a otro, no se quedan hablando en el lugar... -

Pregunté a la muchacha, cuyos ojos estaban cerrados. Miré a los demás estudiantes que, tal como yo había dicho, atravezaban el jardín sólo como una vía entre un sitio y otro. Acomodé mi túnica y esperé a que la señorita Fires hablara o acturara.

Al parecer, cualquier pregunta que se le hiciera a la chica corría el riesgo de no ser escuchada, y eso fue lo primero que se me vino a la mente cuando ella emitió un "¿eh?". Sí que parecía drograda. Me recomendó sentir los rayos del sol, pero a diferencia de ella, no me agradaban del todo. Se tiró al pasto, y para acompañarla un rato me senté de piernas cruzadas junto a ella, dándole sí el espacio necesario para que se recostara a sus anchas.

- Déjame adivinar.. ¿Te gusta la naturaleza? -

La interrogué, mirándola atenta, curiosa de escuchar las respuestas que ella podría darme.

Solté una risita al escucharla preguntarme si iba a adivinación. No era una de mis clases favoritas, pero tampoco las dejaba atrás. Miré un momento el cielo y después a ella.

- No, no.. no es por adivinación. De seguro se me ocurrió porque estabas bajo el sol, me hablaste sobre los girasoles y te tiraste al pasto. Digamos que fue cosa de suerte, nada más... -

Le dije amistosamente, desabrochando mi túnica para quitármela y dejarla junto a mí, pues me estaba dando un poco de calor con ella.

La chica parecía divertida, y al oír mi respuesta se acomodó de forma que me pudiese ver bien. Parecía que me analizaba, y cuando terminó soltó unas palabras.

- Muy bien. Acertaste. Yo soy más otoñal, no me gusta tener calor, ni tener frío..-

Le contesté sonriente, preparándome para seguir preguntándole cosas. Era una chica interesante.

-¿Qué te gusta además de la naturaleza? ¿La música, alguna clase en particular?.. A mi me agrada Defensa contra las artes oscuras y detesto Historia de la Magia. Soy una más de las que se duerme en esa clase..-

Conté con orgullo, como si fuese muy bueno dormir en esa clase. Era aburrida, así que qué se le iba a hacer.

-La clase de encantamientos es buena.. debo admitirlo.. -

Alcancé a decir, notando que ahora su atención la tenían las nubes. Me recosté en el pasto como ella y comencé a mirar como movía su dedo contorneando las blancas motas de algodón. Miré yo hacia arriba y luego de la búsqueda hallé una que parecía conejo, no del todo, pero casi.

- Mira.. esa que está allí parece un conejito. ¿Te gustan los conejos? -

Apunté la nube, sonriente. Me sentía como una niña pequeña estando en esa actitud, pero quería acompañar a Natalie.

Sonreí al escuchar una respuesta afirmativa por parte de ella.

- Yo tuve un conejo cuando pequeña.. pero desapareció un día.. -

Le comenté mientras Natalie contorneaba con sus dedos la nube. El sol incomodaba un poco el poder ver, pero no era molestia para ella, al contrario, parecía que lo disfrutaba más.

La escuché atenta y sonreí con su comentario. Me senté en el suelo, abrazando mis piernas y miré hacia el frente, asintiendo levemente con la cabeza.

- Tal vez.. Espero que me mande alguna carta algún día.. -

No sabía lo que estaba diciendo, al parecer la actitud de la chica rubia se contagiaba.