Con que esto es Hogwarts...[Teo]

Cinco días, nada más y nada menos... Podría habersido peor, pero había tenido que esperar cinco días la respuesta del resultado de mi examen, por suerte, lo había aprobado, había sido pan comido, como si alguien me chivase las respuestas en la mente.
Alcé la vista ante el gran castillo de piedra. Hogwarts, mi nuevo hogar durante unas pocas semanas, la verdad, había sido un fastidio tener que llegar tan tarde al colegio, pero al menos era algo, aun no me había llegado la varita, estaba deseante de que llegase, nunca había usado magia, y desconocía de la mayoría de términos de la misma, incluso dudaba de mi propio poder mágico, pero estaba claro que lo tenía, sino no habría entrado en esa escuela.

Caminé sobre la hierba de los jardines acercándome al castillo, era un lugar enorme e imponente, todos los alumnos estarían agradecidos de estar allí, estaba seguro, nunca había visto un castillo tan grande, ni siquiera el del viejo Job, que tenía una casa de cuatro plantas... Estaba segudo de que este tenía más de siete. Pero mi admiración por este lugar, se vió pertrbada cuando vi a alguien, no lo conocía.

No sabía si acercarme o no, por una parte, era un completo desconocido, pero por otra, era un alumno, llevaba un escudo azul y bronce con un ave en su ropa... No sabía como eran los nombres de las casas, bueno, no my bien, sabía que yo estaba en Gryffindor, y que había otra que podría haber salido como mi casa, Ravenclaw. Me acerqué a saludarlo después de pensarlo bien.

- H-Hola...-Dije tendiéndole mi mano.- Soy Sidilion Dragonclaw, acabo de llegar...

Lindo día para desperdiciarlo, eso estaba haciendo últimamente con todo. Desperdiciarlo. Una temperatura media y agradable se esparcía por los jardines, pero aún así pocos alumnos andaban paseando por ellos... ¿dónde estaban todos? En la Sala Común había unos pocos pequeños, en el Gran Comedor casi nadie.... y acá, aunque más que en ambos lugares juntos, eran pocos. ¿Había algo interesante y yo no me enteré? Eso sería raro... muy. Bleh, debería ir a la biblioteca... o a alguna torre. Era extraño que no me enterada. Y no conocía a ninguno de los escasos alumnos que crucé en mi trayecto al exterior... aunque eso no era un impedimento para que les preguntara. No, nadie sabía nada. Y a nadie se le hacía extraño la poca concurrencia de gente a los lugares masivos. Bleh, debo estar loco de nuevo. Iba pensando posibilidades estúpidas cuando escuché una voz que me saludaba.

-Hola -saludé y estreché la mano del chico, le sonreí y escuché lo que dijo -. Pues bienvenido, niño. Teo Grobersky, quince años, Ravenclaw -me presenté, sin cortarme por el hecho de que recién lo conocía -. ¿De dónde vienes? -le pregunté, mirando sus ojos con atención.

Por su nombre, deduje que era de un país del norte, como yo, estaba seguro de que conocía el frío de allí arriba, Ravenclaw... La primera persona que conocía, un Ravenclaw, de ojos azules, llamado Teo, tenía un año menos que yo por lo que supuse que iría a quinto curso.

- Vengo de Noruega, de un pueblo situado al norte de Oslo, ni siquiera aparece en los mapas de lo minúsculo que es, aun que supongo que las próximas semanas las pasaré aquí, la diferencia de temperatura es muy alta... Por tu apellido, deduzco que no eres de Inglaterra. Bien deducido

Parecía un buen chico a primera vista, pero me costaba bastante entablar amistades, sobre todo, teniendo en cuenta que era de otra casa, si fuese Gryffindor no habría dudado que no me separase de él a la hora de volver, aun así, la mañana era larga, tendría tiempo para conversar.

-Noruega... conozco Oslo... es hermoso -le dije, sonriendo y asintiendo con una sonrisa por su deducción -. No del todo cierto... nací en Londres, pero mi madre es rusa, toda mi familia es de allí -le conté -. ¿Te cuesta acostumbrarte al calor? A mí me encanta... no me gusta el frío de Rusia, a pesar de vivir allí cuando no estoy en Hogwarts nunca me acostumbré a él... se nota que soy más inglés que otra cosa -sonreí, echando un vistazo a un pequeño trío que pasaba riendo tras nosotros, volví la vista a sus ojos -. Un pueblo pequeño... será un gran cambio con el castillo, tan lleno de gente... ¿cómo era vivir allí? -pregunté, con auténtica curiosidad.

- Me alegra saber que conoces Noruega, es uun lugar muy bonito, frío, y húmedo, pero muy bonito.- Dije sonriendo a la par que miraba la fachada del castillo.

Tenía razón, se me hacía my raro ver tanta gente en tanto espacio, acostmbrado a ver a un máximo de diez personas en una misma plaza al mismo tiempo.

- Rusia, es un lugar muy peculiar, se pede ver desde los picos más altos de los montes escandinavos, realmente, se vería a la perfección, sino fuera por lo edificiomuggles. Vivir allí era muuy sencillo, salía cada semana de caza, con mi padre normalmente, conseguíamos carne para un mes, y la cambiábamos por otros víveres, nuestra vida se basa en la caza y ganadería, el lugar perfecto si quieres desacerte de todo lo mágico drante un tiempo.

-Lo que menos hago en Rusia es ver edificios muggles... a decir verdad, no paseo mucho... hace dos años que cuando estoy allí no salgo de los terrenos de la mansión, Sertrekovch. Curiosa historia, una vez me escapé y nunca más me dejaron salir solo -conté, riendo sin importarme el castigo.

-Interesante... -medité sobre si podría llevar una vida de ese estilo -. ¿Cazar? ¿Y eso cómo era? -otro punto que me interesó. Lo único que sabía de cacerías era sobre las de veelas, por las historias de los retratos familiares -. Mejor nos sentamos, ¿no? -le propuse, tomando asiento en el suelo, sobre un tronco caído y esperando a que él haga lo mismo, no me agradaba estar parado sin hacer nada.

Tomé asiento juunto a él y lo miré, parecía interesado en el tema.
- Nuestra caza se basa en actuar en equipo o en pareja, uno separa un ciervo del grupo, y los demás o el otro compañeor se encarga de derrivarlo con flechas. Es sencillo y normalmente lo hacemos a caballo, por lo que no suelen tener escapatoría, además, no es problema por que se vaya a extinguir esa especie, allí solo van las hembras desterradas, las familias grandes están mucho más alejadas.
Me interesó bastante lo de la mansión, vivir en n lugar así tenía que ser genial.
- ¿Cómo es vivir en una mansión?- Pregunté.

-¿Eres bueno con las flechas? -le pregunté, eso sí que era genial, y otra de las cosas que había aprendido de niño, pero muy mediocremente. No me escandalizó el hecho de matar animales, sabía que era por un motivo más que justificable, pero dudé de mi capacidad para hacerlo. Era blando.

-Pues... viví en ella parte de mi infancia, y todas las vacaciones desde que entré al colegio... pero nunca pude verla como mí casa, siempre me sentí un invitado, a pesar de las repetidas veces que mi abuela me pedía que no actúe así. Es un sitio extraño... muy antiguo y con grandes cantidades de magia ya incorporadas, que fue acumulando por los años. Tiene barreras mágicas potentes y hechizos olvidados. Lo más destacado... allí no se puede dormir, uno no siente la necesidad de dormir... sólo siente cansancio físico después de muchas horas, pero te acuestas a leer por un rato y listo. Los terrenos de la mansión son lo que más me gusta... como acá. Hay un lago genial, y unos jardines espléndidos. La mansión en sí es cálida por dentro, a pesar de su aspecto tenebroso. Hay muchas habitaciones y salones ocultos por hechizos, que sólo se muestran ante el Jefe o Jefa de la familia. Hay miles de retratos... dos bibliotecas enormes... como toda mansión mágica. Me gusta pasar mis días allí en los terrenos, o leyendo. Ningún muggle puede entrar, y ningún sangre muggle sin invitación, explotarían en el acto -culminé con desagrado, pero todo lo anterior lo dije con un tono monótono, ya me habían preguntado antes por la mansión y uno terminaba por aprenderse la descripción, diciendo aproximadamente lo mismo... pero siempre olvidando algún dato.

Asentí ante su pregunta, lo cierto, es que me veía obligado a serlo, sino tantoyo como mi familia moriríamos de hambre.... Durante un día. Al parecer, Teo debía ser como me imaginaba a todos los alumnos de esta escuela, con grandes mansiones y la magia por todos, sonreí divertido, seguro que era muy interesante saber todo eso de primera mano, pero no quería ser un pesado y no dejar de hablar de lo mismo, parecía haber explicado casi todo con bastante monotonía. Lo de los muggles aun me tenía un poco extrañado. Supuse que era lo más común del mndo, que un humano obtuviera la magia de un dragón por lo que sería sensato preguntarle si alguna vez me veía obligado a ir.

- Teo... ¿Sabes si la sangre de humano mezclada con la de dragón cuenta como sangre sucia?...- Pregunté curioso, aun no se me hacía la idea de que la gente me mirase raro por decir Sangre suucia o Sangre limpia... No entendía muy bien por que les importaba tanto, en mi pueblo teníamos caballos de raza pura, y los llamábamos así, y los demás no se enfadaban por que los llamásemos mestizos o no puros...

-Sangre de humano mezclada con la de dragón... um... no es muy común, pero creo que serías un semi-humano, como yo -dudé, nunca había escuchado algo así, pero era lo que mejor pegaba -, cuando los humano tienemos sangre de una criatura mágica, solemos ser semi-humanos, no sangrepuras ni sangresucias. ¿Tienes sangre de dragón? -pregunté con fascinación, haciendo funcionar mi cabeza a todo lo que daba para entender como sería. Pero esperé a que me pregunte mientras daba un vistazo a los terrenos, había menos gente que hace unos minuto. Merlín, ¿dónde andarán todos? Igual, ya no me importó tanto, ahora tenía un interesante chico para charlar el resto de la mañana.

Me tranquilice al notar que había menos gente, no me gustaba estar hablando y que todos me mirasen o escuchasen.
- Sí, bueno, eso creo, sino no sé de donde procede mi poder mágico...- Parecía que debía explicárselo.- La tengo desde este invierno... En mi pueblo, cuando un adolescente cumple quince años, debe viajar al norte, y volver con un oso polar vivo, para madurar correctamente, pero tras cinco meses de búsqueda, em encontré un Ridgeback Noruego agonizando, le salvé la vida con un sello propio de mi cultra, y nos unimos en alma y cuerpo. Tras esto, volví a mi pueblo, sin oso ni nada, la simple historia les valía para saber que había ido y vuelto, pero algunos no me creyeron hasta que pasaron cosas extrañas a mi alrededor, pro ejemplo, si un árbol me estorbaba el camino, se torcía y me daba paso. Y entonces me llegaron cartas de colegios de magia, hasta entonces, yo no sabía que era mago, ni que tenía sangre de dragón...- Lo miré con curiosidad- ¿Tú tampoco eres humano al completo?

-Vaya... -escuché su historia con atención, procesando la información en mi cabeza. Sería difícil encontrar dos como él, eso me gustaba -, nunca había escuchado algo como eso, es genial -lo miré con fascinación nuevamente, no dejaba de interesarme y sorprenderme -. ¿Y no hay magos en tu familia? -indagué, y sonreí ante su pregunta -. Así es, tengo sangre veela. Hay docenas de esos seres en mi familia, en la antigüedad se dedicaban a cazarlas, pera vender sus cabellos y luego se casaban con ellas. Pero su influencia casi no se nota en mí, como te habrás dado cuenta -sonreí levemente -. Pero si hay algo particular... es como si mi influencia fuera en animales. Tengo un trato genial con todos ellos, los atraigo, es bastante curioso. No sé si será así con las personas que tengan sangre de animales mágicos -bromee, sonriendo.

Negué con la cabeza, que yo recordase, era el primer mago de mi familia, y posiblemente de mi pueblo, no tenía consciencia de que huebiese otro mago allí, sino no habría venido tan poco preparado.

- Vaya Veelas... -Dije con aire curioso.- No sé que son.

Reí ante mi respuesta y seguí escuchando su explicación, al parecer, eran muy parecidas a las mujeres humanas, y segramente muy bellas, sino no se casarían con ellas, y su cabello debía estar hecho de oro o algo por el estilo.

- Bueno, siento tener que decirte, que como dragón no me atraes, y como humano... Tampoco, no me gustan los chicos en ese sentido.- Dije sonriendo de lado.

-Son seres semi-mágicos, propias de las regiones eslavas -le conté, me sorprendió que haya escuchado ninguna leyenda sobre ellas en su pueblo -. Aparentan ser jóvenes y bellas mujeres y su aspecto y sus voces son mágicamente seductoras para la mayoría de los hombres. Pero cuando se enojan, se transforman en algo parecido a una harpía, sus rostros se convierten en una cabeza de un ave con picos largos y filosos y con largas plumas que nacen de sus hombros, también pueden lanzar bolas de fuego de sus manos. Son peligrosas, como notarás. Y sus cabellos tienen grandes propiedades mágicas, normalmente son usados como núcleos de varitas -le expliqué, sonriendo, obviamente conocía bien sobre las veelas -. Se dice que nacen en árboles, ríos, océanos, y demás santuarios naturales... de las almas de mujeres frívolas. Es común que se relacionen con humanos, y sus descendientes heredan su extrema belleza... pero yo no tuve esa suerte -reí levemente y lo miré a los ojos, encogiéndome de hombros -. No perdía nada con preguntar, pero dejando las bromas de lado, sí me interesaba saber si ejercía influencia ante tu parte de dragón.

La verdad, nunca había escuchado todo eso, era nuevo para mi, en mi pueblo solo se hablaba de dragones, y de trols, que eran realmente asquerosos, por no hablar de su inteligencia, estaba seguro de qe los trols de montaña eran más estúpidos que los demás.

- Entonces... ¿Tu te puedes convertir en pájaro como ellas cuando te enfadas, o tampoco has heredado ese poder?- Pregunté observándolo con curiosidad, y luego mirándo su pelo, no entendía como iba a salir magia de él, parecía normal, como el mío, aun que ya me había dicho que era solo Semi-Veela, y no uuna por completa.

Sidilion, no hagas demasiadas preguntas, recuerda que por tu curiosidad casi mueres... Del todo

No me asusté al oir esa voz, era la voz del alma del dragón, era como mi consciencia, había ocupado el lugar de mi mente, y junto a otra voz que aun desconocía, se encargaba de aconsejarme.

- ¿Has visto algnua vez un dragón?- Pregunté torciendo el gesto hacia arriba.

-No, esa propiedad es de las veelas puras -le sonreí al ver que miraba mi cabello -, lo del cabello también. Lo único que heredan los descendientes de las veelas en su belleza, que obviamente se va perdiendo mientras pasan las generaciones -habían veces que me preguntaba a mí mismo si me gustaría ser como algunos de mis primos, hijos de veelas... nunca me lo pude responder. Poseer esa belleza debe ser algo... algo... no se si complicado, pero... bah, no sabría ni decirlo en mis pensamientos.

-Dragones... pues sí, pocos y de lejos... pero sí. El último lo vi en Polonia, el año pasado... pero no me preguntes qué tipo de dragón era porque no te podré contestar. Nunca se me dio bien el conocer sobre animales mágicos... ¿qué clase de dragón me habías dicho que era el que habían intentado salvar? -le pregunté, seguro de que me lo había dicho, pero no recordando bien. Seguí examinando el lugar y pasando la vista de sus ojos a los pocos alumnos que iban y venían.

- Hmmm... Yo creo que estás bien así, quizás no poseas esa belleza magnífica de la que hablas... Pero la perfección aburre, además, la belleza es muy relativa, quizás duurante una década estén de moda los chicos pálidos durante otra los morenos, otra los flacuchos, otra los que estén llenos de músculos ceñidos... Por eso no me gustan las modas.

¿El dragón que intenté salvar? Creía haberselo dicho ya, pero no me importaba volver a decírselo.

- Un Ridgeback Noruego, se parece mucho a los Colacuerno Húngaro, pero no tiene la cola llena de pinchos que pueden atravesarte, son los que tienen las garras infestadas de veneno, y cuando son ancianos, crecen muchísimo, de escamas oscuras, y dientes afilados. Creo que si algún día vienes a Noruega, te podré enseñar la colonia de dragones, pero deberás tener cuidado, son muy agresivos.

Asentí a sus palabras con una sonrisa... a mí tampoco me gustaban las modas. No es que no siga algunas, pero las sigo porque realmente me gustan, no porque todos lo hacen. Me gusta la originalidad, y sobre todo, el no imitar a los demás para sentirse... ¿importante? ¿Quién se puede sentir importante por eso? Había cada uno, pero bue, prefería mirar para otro lado, dejar que hagan la suya. Aunque no seguir las modas se estaba volviendo una moda más que una cuestión de actitud. ¿Y ahí? ¿El fin de las modas? ¿O el comienzo de otra?

-Ridgeback Noruego, cierto -exclamé, sonriendo ante mi falta de concentración -. Creo que nunca he visto a ninguno de los dos... creo. Y me encantaría, ¿cómo es? ¿desde que pasó lo del dragón te tratan como a un igual? -le pregunté, con curiosidad por su situación, no era algo muy singular lo que le había pasado. Y si a eso le sumamos mi curiosa mente... preguntas a montones.

Sonreí ante su exclamación, parecía interesado sobre el tema, pero yo no sabía mucho, ni siquiera sabía el nombre del dragón que había en mi interior.

Me llamo ********... Vaya... No puedes oir mi nombre... Aun tienes que encontrarte a ti mismo... Debes despertarme...

Eso me dejó asombrado, no podía escuchar su nombre... Solo había oído una difusión entre letras que eran algo así como eheeiiiii. Miré a Teo, me había preguntado algo, debía responder.

- No lo sé, no he vuelto a acercarme a la colonia desde entonces, pero supongo que me tratarán como a un igual, o eso espero...- Dije pensándolo.- Desde el traspaso de alma, todo ha sido muy extraño, tanta magia por todas partes, y la energía del dragón en mi... Era como si me estviese convirtiendo en un ser como yo, pero superior... Supongo que a la larga saldrán pros y contras.

-Ha sido todo muy reciente... -murmuré, algo ausente, pero volviendo a mirar sus ojos -. ¿Y no sufriste ningún cambio físico? -le pregunté, eso ya sería más complicado. Me imaginé fugazmente como sería si eso me pasará a mí... ¿con qué animal sería? Alguna serpiente, seguramente. ¿Se podría convertir en un dragón? Cómo un animago... pero influenciado por esa experiencia. De seguro su patronus era un dragón, como el de Alyss...

-¿Y puedes transformarte en un dragón? Así como un animago... -le pregunté antes de que me pudiera contestar lo anterior. Sería genial poder convertirse en un dragón. Y más me agradaría después de conocer las alas. Sí que me había gustado poder volar sin escoba. Además... ya había sido un dragón en una oportunidad... un pequeño y simpático dragón dorado. Se lo tendría que comentar.

- Mi aspecto físico sigue casi igual, solo que a veces, me salen pequeñas bocanadas de humo por la boca, y mi musculatura se intensificó un poco más, de eso, estoy seguro que es por la energía del dragón, debía ser un dragón muy poderoso, por que era realmente enorme... Casi tanto como un barco.-Dije recordando al ser que había ahora en mi interior.

¿Transformarme?... Eso era imposible.

Podrás hacerlo... Cuando me despiertes...

- Creo que sí... Pero todavía no, aun que dentro de unos días si quieres, podemos vernos y si he hecho logros, enseñártelos...- Dije pensando en que tendría que avriguar el nombre del dragón.- ¿Tú te puedes transformar en algo?

-¿Podrás lanzar fuego? -le pregunté, asombrado tanto por el hecho del humo como del tamaño de la criatura. Y reí por mi reacción -. Como verás, soy un poco curioso.

-Me encantaría, y sí, soy un animago... me transformo en una serpiente, un áspid -le sonreí. Realmente me enorgullecía de eso. Aunque haya sido involuntario, ya que yo no elegí ser un animago, ahora no me arrepentía en absoluto. Amaba las sensaciones de ser una serpiente, los sentidos del animal eran geniales.

- Supongo que con el tiempo aprenderé a lanzar fuego...No lo sé, an tengo que investigar sobre el tema.- Dije pensándolo, pero solo con tener en mente, la idea de poder cambiar a ser un dragón como el que había en mi interior, me hacía temblar de emoción.

Eugh...Serpientes... No soportaba las serpientes, con ss siseos, y como se mueven y comen, era un ser muy espelznante para mi.

- Casi mejor, si no te transformas mientras esté yo delante, no soporto las serpientes.- Dije agrietando mi sonrisa. La verdad, me costó decirlo, no me gustaba decirle que no a la gente, o rechazarla, y menos decirle que no me gustaba como era.- Aun que si lo haces, espero que sea muy a menudo, para superar mis miedos.

-Eso sí que sería GENIAL -dije, enfatizando la palabra. Lanzar fuego. Merlín, lo que daría por tener ese dominio del agua -. ¡Investiga! Que me muero por verte haciendo eso -comenté entre risas divertidas y fascinadas.

-No te preocupes, no te morderé -bromee con una sonrisa, obvio que no me ofendía que no le agradaran las serpientes -. La verdad, no estaba en mis planes ser un animago, fue involuntario. Pero debo decir que es de lo mejor que me pasó aquí. Poder explorar el mundo en forma de serpiente es redescubrirlo, con nuevas sensaciones, con nuevos sentidos... y obvio el Pársel, aunque ya lo hablaba. Además de que me encantan las serpientes... seres fascinantes y elegantes... aunque creo que desacordemos en este tema -agregué divertido al ver su expresión -. Y por supuesto que no me transformaré si te molesta, pero si quieres, con gusto te ayudaré -sería interesante ayudarlo de ese modo.

Reí divertido por su exclamación, a mi también me encantaría exalar fuego, con el simple humo no era suficiente, pero estaba deseando poder soltar lenguas de fuego a quién me cayese mal, o cuando estviese divertido o... Cuando pudiera hacerlo, eso sería magnífico. De tanta emoción, pude ver que se me escapaba un hililo de ollín entre los labio, me pasaba insconcientemente, era como si al levantar un brazo saltase por que sí, como algo natural.

- Te agradezco que no te lo tomes a mal, espero que pueda convertirme algún día en dragón, por que si hay algo que deseo, es poder proteger a los que me importan, y creo que con esta forma, no será muy difícil.- Dije deseante de poder emergir de mi interior con escamas y alas para navegar por el aire... Debía ser realmente interesante poder hacer eso, lo de volar.- En cuanto haga mejoras serás el primero en saberlo.