Mojándome los pies (Jack Neur)

Disfrutando de aquellas magníficas vistas escuché su voz acariciando mi oído, pidiéndome que bajáramos. Me sentía tan estupendamente volando a su lado que no deseaba bajar tan pronto al lago, me habría gustado que aquel momento fuera para siempre y que jamás tuviera la necesidad de descender, de separar aquella mano que agarraba la de Victoria… pero debía cumplir con sus deseos, así que solté su mano y bajé suavemente la escoba, descendiendo con lentitud en dirección al lago.

- Sus deseos son órdenes, mi señora… en nada estarás tocando tierra firme

Me giré levemente para sonreírle y seguí con el descenso, sintiendo el aire alborotando mis ya desordenados cabellos. Tras la suave bajada dejé que mis pies tocaran al suelo para aterrizar con la mayor suavidad que pude para evitar caídas. Había aterrizado justo al lado del lago, a unos metros de la orilla. El paisaje estaba completamente iluminado por la enorme luna llena que se alzaba por encima de las copas de los árboles del Bosque Prohibido y se reflejaba como la más hermosa fotografía en la calmada superficie del lago. Suspiré y bajé de la escoba, volviéndome hacia Victoria rápidamente para librarla de todos los trastos con los que la había cargado.

- Victoria… dame todas las cosas con las que te he cargado… perdona por eso, pero era para asegurarnos una mayor comodidad…

Sonreí un poco avergonzado por haber tenido que dejar que fuera ella la que cargara con mi guitarra. Se la quité de la espalda con caballerosidad y la colgué de uno de mis hombros. Una vez ella se bajó de la escoba también cogí mi Nimbus y miré a la Hufflepuff con una enorme sonrisa.

- Vamos a sentarnos a la orilla…

Caminé lentamente para cubrir la poca distancia que había de aquí a la orilla y sonreí a Victoria, contemplando su rostro blanquecino en contraste con la oscura noche, iluminada por el halo de luz de la bella luna llena que hacía ver la tez de la chica aún más blanquecina y pálida de lo que era, contrastando con sus rojos labios. Se veía hermosa… la verdad todas las francesas que conocía eran hermosas porque tenían veelas como madre… aun no había hecho la ya típica pregunta a la Hufflepuff, pero sin duda no tardaría en hacerla. Aun así decidí esperar un poco.

- ¿Cómo ha ido el vuelo?

Me desabroché la chaqueta sintiendo ahora más bien calor ya que la temperatura en tierra era más alta que volando… además allí abajo el viento no era tan violento, la superficie del lago apenas se mecía, tan solo lo justo para presentar un reflejo levemente distorsionado de la luna… casi parecía que fuera hielo en vez de agua líquida.

Una vez llegamos al lago me senté, dejando guitarra y escoba a un lado y esperando que Victoria se sentara conmigo. Me senté justo en la orilla del lago, tan cerca que podía tocar el agua con las manos. Me quité las deportivas y los calcetines y metí lentamente los pies en el agua, remangando mis pantalones para no mojarlos. Estaba bastante fría, pero era una sensación espléndida. Me crucé de brazos y contemplé los ojos de la chica, poniendo mis manos atrás y recargándome en los brazos. Ladeé la cabeza y suspiré.

- Mmm… Vic… eres muy hermosa, de verdad… No es por ser entrometido o por molestar, pero… ¿hay alguna veela en tu familia? – suspiré sintiendo un nudo en el estómago preguntándome si mi curiosidad la molestaría por eso decidí aclarar – últimamente todas las francesas que conozco tienen madres veelas… y la verdad… tu no te quedas corta en belleza comparada con ellas.

Me puse serio preguntándome si habría metido la pata por expresar esos pensamientos. Sintiéndome acalorado decidí quitarme la chaqueta y dejarla con la escoba y la guitarra. Respiré hondo y abrí el estuche de la guitarra, preparándola por si quería tocar. Sentí como mi estómago rugía y removí la tierra de debajo del lago con mis pies.

- Debería haber tomado algo más en el Gran Comedor… ahora estoy hambriento.

Suspiré y flexioné las piernas sacándolas del agua, recargando mi cabeza en las rodillas y abrazándolas. Me puse de lado para poder ver a Victoria y me limité a observarla, sin saber bien que decir y sintiendo que no necesitaba decir ninguna palabra para sentirme bien con ella aquella noche.