No se como llegar.

Este lugar, castillo o palacio fortificado, lo que hace que no siempre sea fácil asegurar si se trata o no de un castillo propiamente dicho. Me empezaba a sacar de mis casillas.

Claro que, también era culpa mía.
Iba caminando por los pasillos y sin preguntar a nadie porque, creía que sola podría encontrar la lechucería, necesita enviar una carta urgente.

La estupideza y mi comportamiento me acabaron cansando y, me paré junto a la gran escalera por donde solían circular alumnos, prefectos, profesores y fantasmas de aquel elegante lugar. Alguién podría ayudarme si...¡Oh!.

Escuché pasos que descendían por aquella sinuosa y robusta escalera. La madera crujía a cada pequeño paso que escucha cada vez, más y más cerca.

Aquella sería la primera vez que hablaría con alguién desde mi llegada. Cerré los ojos y, aun sin llegar a verle, comencé mi petición.- Disculpa, yo...¿Podrías ayudarme?. Me sentí algo estúpida, hablé de masiado fuerte, casi parecía un grito de auxilio que dejaba a mi persona algo en evidencia y...en ridículo, mis mejillas se tornaron rojizas, por suerte no tanto como mi pelo. (solo me faltaba eso).