El Abrazo de medianoche (Emily, Libre)

Saliendo del bar "Las Tres Escobas" nos dirigimos con la señorita Emily a la plaza de Hogsmeade, era tarde y sin duda el frio calaba los huesos, opte por prestarle a la señorita Emily algo para abrigarse... y de pasada le regale una bufanda gris, que era de mi mas tierna infancia, tome su cabello con mucho cuidado, parecia una rosa en invierno, tan delicada y sublime... y procedi a acomodarle la bufanda, al dejar caer su cabello, se veia curiosamente muy bella, la noche hacia que mis felicidades salieran a relucir, era normal en mi tales palabras de alegria...

- Espero le guste señorita Emily... donde gustaria ir? - le pregunte y asistiendo ella con su cabeza nos dirigimos a entrar a la plaza, el silencio era normal de la epoca, mas aun la hora...

Tocaba el suelo, me era todo tan bello, aunque la noche algo ocultaba, lo sabia... pero no me preocupe... todo era perfecto junto a ud señorita Emily... muchas gracias por estos gratos momentos...

- Gracias, von Percy... por cierto no me digas señorita, dime Emily, me hace sentir más cómoda- Dije sonriéndole. El chico era alto y eso me gustaba, porque cada vez que le hablaba tenía que mirar hacia arriba. - Quedémonos acá, en la plaza... no quiero ir muy lejos...-

Comenzaba a calar mis huesos el frío.. mi nariz y mis mejillas rojas por el frío se contrastaban con mi pálida piel. Tomé la mano, nuevamente de Samael y lo llevé a un lugar más apartado de la Plaza. Junté unas ramitas con la varita y encendí una pequeña hoguera. Era todo muy acogedor.
- Espero que hayas disfrutado la cerveza -

Habia notado claramente que... de alguna manera el frio nos estaba jugando una mala pasada...
la mire a los ojos... y le dije...
- De verdad quieres estar aqui?... si gustas podemos ir a otro lugar... -Dicho eso puse mi mano en su espalda... el frio era agresivo, pero calido si se pasa junto a una buena compañia

Me habia acordado de momentos, momentos gratos de mi vida, la nieve provocaba esa calidez en mi vida
Habia visto pasar un conejo, blanco y bello conejo, enrealidad todo era bello junto a la señorita Emily...
simplemente me sentia feliz...

Mis recuerdos putrefactos de maldad y odio se habian esfumado por hoy... podia estar tranquilo, y sin duda lo aprovecharia, una pequeña fogata que observar, y unos ojos que admirar, claramente los de ella
demostraba lo calido de sus emociones, lo demostraba todo

En cuanto a mi, me sentia como un niño... la inocencia abunda ante todo...

- Si a ti te molesta el frío, podemos ir a otra parte. En cambio yo lo añoro... porque hace verme tal cual soy. -
Dije con tono calmado y tiritón, ya que el frío provocaba aquella sensación de hipotermia en el cuerpo. En realdiad sí, el frío estaba que calaba los huesos.... pero la verdad era que yo amaba el frío y adoraba la nieve. Se me ocurrió en ese instante una idea:

- Accio Frazada !! -

Una frazada grande y de polar voló hasta donde nos encontrábamos con von Percy. Se la entregué.
- En agradecimiento a su chaqueta, señor Von Percy, una frazada, cortesía de las camas del dormitorio de chicas de Gryffindor-Dije esbozando una sonrisa.
Le observé... se veía algo retraído. La verdad es que me era casi imposible entablar una conversación con él...pero aquello no era malo, porque dejaba ver a leguas de que el silencio junto a él hiciera que el momento fuera perfecto.
Me refregué las manos y luego juntandolas me las llevé a la boca, formando un tacho con ellas y llenándolas de mi aliento tibio. Luego las volví hacia el fuego, para calentarme. Miré hacia el cielo... la noche estaba maravillosa.

Debia ser sincero... estar al lado de ella me hacia sentir muy bien... su calor era realmente acogedor, no queria que la noche terminara...

Que raro?... yo deberia haber desaparecido... la noche me llamaba... pero estar con Emily me hacia romper con mis esquemas... enrealidad ya estaba escapando de mi destino... lo demas podia esperar

- Gracias por la sabana señorita... perdon Emily..., debo acostumbrarme aun a la formalidad con ud, es todo tan libre que se me hace raro... -
Dicho eso, la termine mirando a los ojos... y le dije...

- Gracias... por estar aqui conmigo... - al decirle eso le di una suave sonrisa, que conjugaba con la suya, al final terminamos mirando la fogata...

- Y contadme Emily... que aventuras os trae estar en Hogsmeade con un chico desconocido a estas horas de la noche?... claro esta despues de haber bebido como condenados y sacarnos el alcohol como si nada... jeje... - dicho eso me vino un escalofrio extraño, habia sentido como si ella me abrazara, estaba soñando creo... sentia sensaciones extrañas ya a estas alturas de la noche...

-La curiosidad, querido, la curiosidad... aparte hace tiempo no hablaba con nadie, no acostumbro a hacerlo.- Mi sonrisa se esfumó... sí era verdad, extrañaba a Edward... hace meses ni noticias de él. Seguía esperándolo como una estúpida. Miré la fogata y tragué saliva para evitar llorar. No por el mortífago, si no porque también extrañaba mucho a mi hermano... Charlie... extrañaba a la gente de Godric, mi casa... - Es algo triste no tener a nadie con quien mandarte cartas... solo en silencio esperar a que algún pajarito como tú aparezca por estos lares - Le miré de nuevo con una sonrisa mentirosa. No quería sonrreir, no lo necesitaba. La varita vibraba en mi bolsillo, como si Ed se encontrara cerca... quizás lo estaba, quizás no... pero al verdad es que estaba furiosa y confusa en lo que sentía por él.
Sacudí la cabeza en son de olvidar mis pensamientos. El frío me calaba los huesos y la fogata ya no calentaba del todo el cuerpo... Así que, casi por impulso... me colé en la frazada que cubría el cuerpo del Ravenclaw.
Al darme cuenta de mi imprudencia, me corrí...

- Lo siento, fue un impulso yo... yo no quería... lo siento - No le miraba... no quería parecer una desesperada ... pero la vergüenza carcomía mis mejillas y les daba un toque de rosado que contrastaba aún más don mis ojos y mi pálida piel

- Su corazon tiene dueño mi dulce dama, se logra percibir... tenga calma, no hay problema alguno... -
Enrealidad no sabia porque habia dicho eso, era como rendirme y entregar mi varita a algun mortifago que estubiese cerca... enrealidad solo estaba blufeando... ni sabia lo que decia pero el dolor de la señorita Emily era contagioso.

Yo? no tenia porque llorar, mis amantes eran las estrellas, la luna, la noche en su plenitud, era todo bello
y la compañia de la señorita Emily?... un dulce manjar que se debia tratar... con una inigualable delicadeza...
Notaba su pena, su frio... abri la sabana y la mire:

- Desea acompañar a un joven a mirar la luna y su esplendor?... no tema, no hare daño alguno... confie en mi, mi joven dama -

dicho eso, esperaba su reaccion, mis intenciones eran buenas, sobre todo sabiendo que la señorita Emily estaba tan afligida... seguramente por antiguos recuerdos, no me entrometeria en aquello, la luna y la nostalgia hacen buena pareja... Buenas lunas...

No lo pude evitar... no pude evitar que me abrumara la soledad y la nostalgia. A penas Von Percy abrió sus brazos , di pasos rápidos y me acurruqué en su pecho... le abracé... lo apreté.. y esperé a su abrazo.
En ese lapso de tiempo comencé a tener visiones... o mejor dicho sensaciones... Horribles, eso si, sentía un odio escondido... una impaciencia... Sí, estaba indagando en los sentimientos del Ravenclaw, que, para mi sorpresa, eran bastante ajenos a como se mostraba en la realidad... o tal vez el quería mostrarme esa realidad?.
Suspiré. Un suspiro interminable, donde el aire se llevó recuerdos... y vino a mi una paz, una tranquilidad. Hace tiempo no la sentía, o mejor dicho, no sentía que alguien me quisiera dar esa seguridad... En los brazos de un desconocido que llevaba conociendo hace un par de horas.
Mi cabeza daba justo su clavícula, así que sin pudor... posé mi cabeza en su hombro izquierdo. Mi cabello negro que llevaba suelto en ese momento se movió al sentido de mi cabeza y mi cuello pálido, se mimetizaba con la nieve. Podía sentir el brillo de mi cadena de plata, reflejando los rayos de la luna

Apenas corrio hacia mi y me abrazo, cerre la sabana en uno solo... la abraze suave pero calidamente.
Era bello estar en silencio y apreciar tranquilamente la luna, las estrellas, todo el esplendor de la noche... era tan magico como que de un momento a otro estubiese abrazada a la señorita Emily, si lo acepto, me sentia como un niño... pero no cualquier niño...

- A que temes señorita Emily?... - tenia la maldita costumbre de preguntar eso...

- No encuentre la nostalgia en la soledad de unas lagrimas azulmarino, si no mas bien en la delicadeza de un abrazo fructifero, sincero y amable, como la calidez de un beso ahogado por el amor mas puro... - otra costumbre que tenia, la poetica en mi vida, sin ella no podia vivir...

dicho eso, saque mi varita y encendi una pequeña luz... que dejaba volar un fenix que entibiaba el ambiente y dejaba un aroma, a fragancias dulces, flores y recuerdos de la infancia que nos lleva por dentro...

Bellas noches que recorrer, de la muerte y de la vida ni hablar... era todo un suspiro...

- No temo a nada, Von Percy... más bien extraño temer a algo. -Dije mirando hacia el pueblo de Hogsmade con la cabeza aún apoyada en su hombro.

- Sin embargo, la nostalgia es algo que me hace saber por qué estoy acá... mis propósitos en estas tierras lejanas y mi motivo para levantarme cada día. - levanté la mirada y con un hilo de voz : - solo que vivo ... porque no tengo otro motivo más que mi pasado.

Cerré los ojos... ese palpitar que escuchaba en su pecho delataba la tranquilidad que quería traspasarme, y lo hacía. Suspiré nuevamente, pero esta vez fue un suspiro profundo, y no de nostalgia.. era de...
Mejor ni pensarlo... pero lo único que sabía es que me hubiese gustado quedarme apoyada, con el cabello caído y el frío calándome el alma sobre su hombro, escuchando aquella música que su pecho emitía solo para mí.

De a poco iba comprendiendo su realidad, nunca quise leerle la mente siendo que pude, no queria desahogarme en su alma menos asi viendola tan afectada por su pasado

En un momento comence a sentir que mis ojos se volvian rojos, no estabamos solos.
Aun asi no se aparecia nadie, estaba alerta y sabia que algo especial ocurriria esta noche
Comence a escuchar voces dentro de mi mente, era el denuevo... no queria que supiera donde estaba y estaba comenzando a desbordarme... pero seguramente la señorita Emily no lo notaria... tenia miedo... de mi.

- Todos vivimos por nuestro pasado mi querida dama, es él quien nos hace vivir eternamente, aunque llegue la muerte hacia nuestros ojos y lleve nuestra alma hacia los abismos de lo inexistente y metafisico... es él quien nos hace estar juntos en este momento... por algo... por algun motivo en comun. -

Dicho eso me arreglaba los lentes para que no notara que me ocurria... escuchaba claramente en mi mente...

- No estas solo, sabes que moriras esta noche y todo por una estupida mujer... te espera tu destino... von Percy... -

No hacia caso, pero sabia que debiamos irnos luego:

- Señorita Emily... confia en mi?... - le dije eso esperando su reaccion, queria saber como actuar si algo ocurria y necesitaba de su aprovacion espiritual, si necesitaba correr... que corrieramos, si necesitaba agacharse... que se agachara... si tenia que dejarme votado aqui... y salvar su vida... que lo hiciera sin dudar.

- Es ella... o tu von Percy... tu escoges... - Dicho eso las voces desaparecieron de mi cabeza, ya esto no estaba bien... sabia que algo muy feo ocurriria y debia estar listo... pero por el momento que sus lagrimas cayeran sobre mi ropa y sin duda seria acogida siempre en mi regazo, si no podia tener su corazon... al menos un simple abrazo bastaba... para ser feliz.

Claro que confiaba en él... me bastaba estar así para confiar en que me cuidaría. Pero... ¿De qué?. Así era: el chico estaba preocupado, o mejor dicho, angustiado. Lo sentía.
Posé mi mano en su pecho y absorbí toda aquella energía "mala" que tenía. Me sentí muy mal. Temblaba completamente y no precisamente de frío. Me zafé suavemente de sus brazos y me dirigí al árbol más cercano.
¿ Cómo ese chico podía vivir así? No recordaba la última vez que había absorvido tanta energía. De hecho, parecía que la energía me había absorvido a mi. Toqué el árbol más cercano... y esa sensación de desplomo de vida se iba despidiendo de mis entrañas.
A pocos segundos de lo ocurrido, el árbol se dobló y se autoinsineró. Quedé petrificada. En años de practicar con energía jamás me había pasado aquello.

- Este... vaya! pobre... tus sentimientos han matado a este muchcho. - Dije casi con un hilo de voz

Habia visto lo de arbol, no comprendia muy bien que habia sucedido, mire a la señorita Emily y le dije:
- Que ocurrio...? No sabia que aprendiste tan rapido el conjuro Lacarnum Inflamarae... me sorprendes -

Enrealidad sabia que habia sentido mis malas energias y mis miedos, por algo no dejaba que nadie se acercara mucho a mi, podia matar a alguien con mis energias negativas, peor aun alguien como la señorita Emily que al parecer practicaba con energia

Queria llevarmela de aqui, no era seguro, de todas formas no sabia si ella queria irse pero ya era obvio que el lugar no era seguro

Me acerque a ella y le puse la sabana, la abrigue mucho como si de mi dependiera su cuidado y la abraze acercandome a su oido:
- y si caminamos ya a Hogwarts o a algun lugar mas cercano?... -las voces habian sido directas, y si bien las odiaba sabia cuando decian la verdad o me tenian una jugarreta peligrosa, era mejor no pasarlas por alto...

La tome delicadamente de sus manos y la abraze fuerte, sentia que algo la asombraba...

OFF: Es Emily y libre... así que espero que no os importe si me cuelo :3

Largo tiempo había pasado de nuevo sumido en el silencio, el dolor y la tristeza. Parecía que había llegado a aquel mundo para sufrir, que lo único que podía hacer era destruir mi vida y la de los demás. Mis recuerdos no dejaban de presentarse en mis sueños, enseñándome como había tratado a la única chica que había amado y la única capaz de amarme, como la había dejado sola pensando que sería lo mejor para ambos, pensando que ese amor me estaba haciendo débil. Aquel fantasma de mi pasado me perseguía y no me dejaba descansar… apenas podía tumbarme en mi cama en la Casa de los Gritos sin descubrirme a mi mismo sintiendo aquel tacto de piel suave y perfecto posado en mi cuerpo, estremeciéndose mientras hacíamos el amor, como abrazaba a una muchacha que al principio de la noche era una alumna asustada, a punto de morir… y al final de ésta era la amante de un mortífago, una mujer hecha y derecha.

Justo aquella noche, igual que la primera en que había conocido a Emily, había decidido salir a la calle para despejarme… y de la misma manera que la noche mencionada, el destino me deparaba una sorpresa. Oculto en la oscuridad de la noche, caminando pegado a los edificios para disimular mi presencia, me defendía del frío guardando las manos en los bolsillos de mi abrigo raído, tratando de cubrir la mayor superficie de mi cuerpo para no sentir el aire congelado más que en mi rostro. A esas horas de la noche apenas pasaban personas, y muchos no eran más que aurores de guardia. Los pasos de la nostalgia me llevaron hasta la plaza de Hogsmeade, aquel lugar donde había conocido profundamente a la pequeña Emily, aquel lugar donde mi fortaleza, mi pared contra la compañía había caído. Solía pensar que no necesitaba a nadie, solía pensar que podía vivir sin la compañía de nadie, solía pensar que estando solo era fuerte, que estando solo no tenía nada que perder y en cambio todo por ganar… ¿Pero qué sucedía si eso no fuera del todo cierto?... porque en ese caso, ¿Qué era lo que se despertaba en mi interior cuando veía a aquella pareja de desconocidos en la lejanía, abrazados bajo la luz de la luna, qué era sino un profundo sentimiento de envidia?

Mi instinto me llevó a agarrar mi varita dentro del bolsillo. Me había quedado a un margen de la plaza, observando aquellas dos sombras en la lejanía. Tras unos minutos observándolos, primero recordando mi pasado en esa misma plaza, luego considerándolos como dos posibles diversiones para aquella noche, la chica se levantó y cuando los rayos de luz lunar se posaron en las delicadas facciones de su rostro mi corazón dio un vuelco. Sentí una pesada piedra fría en el estomago viéndola apoyarse en el árbol y ser seguida por el otro chico. Sentí como se me erizaba el vello de los brazos y mi cara se congestionaba en una mueca entre el desconcierto, el odio y la tristeza. Vi como aquel desconocido rodeaba a Emily en sus brazos, cubriéndola con una sábana y, sin saber bien lo que hacía mis pies empezaron a moverse discretamente en esa dirección, mi varita había llegado a mi mano sin haberlo ni notado. Un cosquilleo recorría mi nuca… bien era cierto que yo había abandonado a la Gryffindor… pero sin duda mis sentimientos, por mucho que había intentado ocultármelos y engañarme a mi mismo, seguían siendo los mismos…. La simple idea de verla con otro hombre me llenaba de un instinto asesino que casi alcanzaba al que sentía cuando recordaba a Dumbledore.

Acercándome por la espalda del muchacho como una serpiente deslizándose en un suelo de mármol, acechando a una presa que ni siquiera percibe el peligro, rodeé el cuello del chico con un brazo casi con suavidad, con el grácil movimiento que se habría realizado si en vez de ser la vida real aquello fuera una representación de danza. La varita, casi al mismo tiempo, acompañó el movimiento colocándose en la sien del acompañante de la pequeña. Sentía algo profundo, algo que rozaba las paredes de mi cerebro buscando la locura… Dolor, la sensación de que el supuesto amor de Emily no había sido más que un juego, la sensación de que nada iba a alterar aquella situación. Con un simple susurro acaricié la oreja del muchacho, casi podía notarse la tensión de mis labios, seguro que podía percibir aquel tono de voz mezclado con el dolor más profundo y sangrante que había sentido jamás, ese simple susurro podría haber cortado la respiración del mismísimo Señor Oscuro, aquel susurro habría hecho llorar hasta al ser más insensible sobre la faz del podrido mundo:

- No iréis a ningún lado… la noche es larga, amigo.

Mi figura quedaba oculta en las sombras, pero sabía que mi ropa raída y el mechón de pelo blanco eran pistas más que suficientes para Emily como para reconocerme. El colgante de plata en forma de corazón partido se clavaba en mi pecho cual puñal, buscando el derrame de mi sangre. Mi varita casi vibraba con el deseo de matar al chico. Mis labios entreabiertos eran seguros de lo que decían. Mi brazo entorno a su cuello más una amenaza que un peligro real. Realicé un conjuro no verbal y de la varita salió un destello que golpeó la sien de mi presa. Era un hechizo de petrificación, de esa manera no tendría que preocuparme de ninguna acción que pudiera hacer en falso. Mis ojos se elevaron buscando encontrarse con los de Emily, sin embargo no había amor en ellos, no había más que un frío vacío, los ojos de un loco. Sentía aquel vórtice de sentimientos a punto de desbordarse, aun sin soltar al chico.

- Tu… – me mordí el labio inferior para no continuar la frase, aun así aquella sílaba tenía más sentimiento contenido del que había sentido nunca, era casi como cantar, como descubrir cual es la cadencia del sonido que dice"dolor" sentía todo aquello irreal, como una película que se desarrollaba frente a mi… ¿cómo diablos se había desarrollado mi vida para acabar en esta situación? Y sin embargo... me sentía bien, a pesar de que todo estaba en una posición exagerada, a pesar del dolor, de todo... me sentía bien... porque por primera vez en mucho tiempo notaba aquel loco indomable, aquel asesino despiadado que en realidad era encarnando mi piel fantasmal. Mi verdadera esencia.

off: No hay problema... como bien dice es libre ^^

Sabia que lo que decian las voces era cierto... no me habia equivocado sin duda y eran los resultados de esto
estaba en un sueño asqueroso, durmiendo en ira y en la esquizofrenia más poderosa de mi vida, Recordaba mis peores miedos y entre ellos estaba yo.
Por momentos me asomaba y entendia la situacion, un hombre detras de mi que habia petrificado mi cuerpo, mis ojos rojos daban cuenta de la excitacion del momento, temia convertirme en lo que mas temia y morir en el intento

Comenzaba a destruirme por dentro, y a llorar, era yo en mis sueños o en el interior de mi alma y me estaba matando de a poco, preferia morir a convertirme en esa... abominacion que tanto temia, sentia que mis ojos iban a explotar del odio que sentia en aquel momento, por mi y ese... cretino que me habia tomado por sorpresa, asi nadie en la escuela sabe como soy enrealidad, mi dolor y mi sufrimiento eran solo percibidos por la joven Emily quien sin duda estaria preocupada de otra cosa que de saber que me desgarraba el alma por dentro para morir luego o matarlos a ambos en aquel instante. No era yo... era el, esa cosa que intentaba destruirlo todo a su paso, pues recuerdo con mucha claridad el incidente en Londres, la quema gigante de unos bosques y la muerte de unos cuantos Muggle, despues mi cuerpo yacia kilometros lejos del suceso y yo desnudo con heridas de quemadura y la vocesita que jugaba con mi cabeza... "tic-toc tic-toc...", si bien los suaves parajes londinenses ya no eran gusto de aquella abominacion se adentro en mi para salir en los peores momentos de la cadena que apretaba mi corazon, con una cruz que era de familia, si... yo la habia enterrado ahi para sepultar al mal nacido y que no saliese nunca, el fenix negro rondaba cerca de mi corazon y lo quemaba y yo lo sentia, por eso mi poco cuidado a magias como Crucio o un simple Avada Kedavra... si percibieran el dolor que sentia en aquel momento, aquellas magias serian medicina de imploracion para morir antes de sufrir en la constante agonia de vivir con aquello dentro.

-Pero espera...- no recordaba que existian estos dos seres, algo me decia que él era un mortifago, Emily con un mortifago?... no lo podia creer, la verdad ya no estaba en la conciente realidad y lograba separar mi mente entre los dos mundos, algo peligroso y que seguramente a cualquiera volveria a la locura extrema...

-Ya lo conoceras maldito... ya lo conoceras...-
Cierra la boca maldito... no eres quien controla mi cuerpo... pero... aun asi me gustaba, y Hogwarts sabria que lograron desatar... o al menos... El.

Todo sucedió muy rápido.La varita que estaba en mi bolsillo vibraba como loca, como queriendo salir y esconderse en algún lugar del mundo, cerca de su amo... y ahí fue cuando vi como una sombra tomaba por el cuello a Sam y lo petrificaba... Era imposible no reconocerte, amado mío.
El pelo enmarañado, los ojos hundidos, el cuerpo menudo que le quedaba dejaba ver a toda costa que ese era el mortífago... Edward... MI Edward...
Mis ojos abiertos de par en par dejaban ver aquel recuerdo que se paseaba ante ellos... El mismo lugar donde le había conocido, estaba siendo ocupado por un desconocido.
Su mirada se encontró con la mía. Mi cuerpo no reaccionaba, solo mis ojos abiertos como dos ventanas en verano y mi boca dejando salir de ella el vapor de un sentimiento amargo, una mezcla de dolor, recuerdos, amargura y amor...
No podía contar ya cuantas veces había soñado verlo de nuevo, cuantas noches le había añorado entre mis brazos, cuantas veces le hice el amor Tarde, mañana y noche en mi mente...
Un escalofrío recorrió mi espinazo y los ojos se me cristalizaros.

"Tu..." una sílaba que dejó en mi residuos del odio más puro que yacía dentro del mortífago.
Me quedé plasmada mirando el cuerpo de von Percy y mi mirada se dirigió nuevamente hasta Edward. No sabía que hacer: Si correr a abrazarlo y besarle, dejar que me llevase a la muerte con él o bien lanzarme al suelo en busca del cuerpo de Sam, protegerlo e implorarle al mortífago que dejara que se fuera y que no lo volvería a ver.
Al fin reaccioné:

- Edward... yo... no pienses mal. Este chico lo conocí la tarde pasada y bien...- Miré mis zapatos y luego con mirada firme y decidida alcé la voz - Simplemente deja que se largue, el problema y el odio que sientes es por mi, no por él. Yo soy dueña de mis acciones, el no tiene la culpa de nada.

Asomé suavemente la varita por el costado de mi cuerpo y apunté a Edward. miré hacia abajo e hice que sollosaba, pero en realidad susurré por lo bajo - Desmaius - Y el hechizo golpeó al mortífago. Apunté luego a Von Percy - Finite Incantatem - El chico volvió a reaccionar y, lanzándome al suelo lo tomé de las solapas y le sacudí:

- Escucha atento: Debes irte AHORA. No hay tiempo de explicaciones. Sálvate, él es capaz de matarnos a los dos si estás acá. Déjame arreglar las cosas para que no tengamos que lamentar una tragedia. -

Tomé una piedra y apunté con mi varita -Fenixfors! - Al transformarse en un Fénix pequeño - Engorgio! - Se agrandó y con mirada de súplica le decía a Sam que se marchara mientras había tiempo. Corrí hacia el cuerpo del mortífago y con Accio obtuve su varita.

- No vuelvas,por favor, si no, moriremos los dos. Te prometo que estaré bien. Nos vemos en el castillo -

Ahora debía ver que haría con el mortífago... al menos había salvado la vida de un inocente. Pero el haber tenido que atacar a la persona que amaba, me había dolido en el alma. Me di vuelta sobre mi eje y caminé lentamente hacia el cuerpo de mi amado. Sin reaccionar me quedé a su lado, esperando escuchar el aleteo del fénix.

Todo habia sucedido muy rapido, las sensaciones grotescas que sobrevolaban mi mente ahora estaban latentes como el frio de una mazmorra en invierno, y era que sin duda todo lo que habia soñado en mi estado de petrificacion habia sido cierto
Los dolores de mi pasado cuando alguna vez fuy torturado con magia antigua, golpeado mientras era encadenado con Incarcerous y obligado a odiar todo lo que me rodease
Todo eso se hacia latente ahora que comprendia la situacion, deseaba matarlos a ambos, deseaba sin duda caer y dividir mi alma hasta la putrefaccion, no pensaba y no razonaba pues la ira mi mas dulce compañera estaba haciendome el amor y encantando mi cabeza esquizofrenica que ardia en llamas y se pudria quedando en calaveras, simbolo medieval de la muerte, siendo nuestro mas bello gozo.

Mire a Emily despues de que me movio bruscamente y ella notaba mis ojos rojos pero la situacion era superada hacia ella y me levante con rapidez sabiendo que tenia dos opciones...

Matarlos a ambos por haber sido traicionado, caer para siempre en el olvido y ser perseguido por Aurors hasta que muera y un dementor me de el beso...
O arrancar y odiarme para siempre de no haber hecho lo que debia en su momento.

Claro estaba, que los ecos de la noche y el susurro amargo que provenia del alma y el corazon destruido por tanta miseria alrededor provocaban en mi una extrema soledad y ansias de caer en lo que mis voces anhelaban.

Todo estaba listo y no debia ser desaprovechado por piedades vacias y sin sentido por lo cual destrui al Fenix con Bombarda, me dispuse a apuntar a Emily dejando llevar mis odios y mis venganzas para asesinarla por todo el daño que me habia hecho, y a ese maldito... Mortifago...

Mortifago?... el odio y la venganza me estaban convirtiendo en uno de ellos, pero ya no controlaba mi cuerpo, estaba ahora luchando contra alguien mas en mi cuerpo, ese alguien estaba dispuesta a realizar un Avada Kedavra sobre el mortifago desarmado pero dentro de mi lucha logre desconcentrarlo de su objetivo

- Avada Kedavra!- pero intencionalmente fallo y dio en un arbol pudriendolo y convirtiendolo en cenizas...
Ya todo estaba acabado, de seguro la Joven Emily me odiaria por siempre pero ya nada importaba

- Perdoname Emily... Perdoname niña... - y al decirle esto mientras ella afirmaba a su amado... Mortifago!... volvio el odio en mi, ese odio peligroso que si no me iba los iba a matar a ambos, pero no queria condenarme a la eterna soledad, ya habia estado solo mucho tiempo, y un Maldito mortifago no iba a arruinarme las bellas sensaciones que sentí hoy...

El dolor de cabeza era inminente, grande, si muy grande y no podia controlarlo a su totalidad lo cual me era desesperante, muy frustrante y me comence a sentir debil, pero la adrenalina en mi sangre era extremadamente alta, no sentia ya dolor alguno que fuera fisico, todo se centraba en mi corazon negro quemado por el fenix que rodea las cadenas

Me tire al suelo, agobiado... Mi primer dia en Hogwarts y ya condenando mi alma al destierro permanente de nuestras emociones que florecen, digo maldita sea... Si! porque florecen y nos hacen realizar locuras como estas...

Ya esto debia acabar, necesitaba escaparme y desaparecer hasta el alba... o quizas mucho mas, lo que fuese necesario para meditar y alejar mis cruentas emociones sobre estos dos seres...

Llame a Strawfort con un silbido y llego a mi lado...

Acto seguido mire a la Joven Emily, princesa de mis emociones y sentimientos... y le dije llorando como quien pierde el corazon desgarrado por negativas del amor:

- Te odio... pero te deseo... Perdoname por todo esto... - y a continuacion le lanze un pañuelo, que pertenecio a mi querida madre, bella mujer mi querida Lucy...

- Guardala y cuidala... Con tu vida. -
Al final realice el hechizo Deferatur quien me dirigió hacia el cementerio... necesitaba pensar cosas...

Lux...

Las cosas habían sucedido eran bastante extrañas. El chico me miraba con odio ¿Qué había echo yo más que recibirlo en una escuela donde la hostilidad se siente en todos los pasillos si eres un extraño?... quizás él...
No, eso era imposible. Tenía una mirada fulminante, que caló de nerviosismo hasta mi último hueso. Cuando su varita me apuntó, sabía lo que venía: una maldición imperdonable.
El Avada kedavra se escuchó lento... como un eco que viene de un lugar muy lejano. Yo simplemente atiné a cubrir con mi cuerpo el cuerpo desmayado de Hangreeves. Viendome en líos irreparables, en confusiones extrañas, me puse de pié, y me acerqué simplemente donde Sam.
Me pedía perdón como un niño que golpea a su mascota y luego se arrepiente. Yo, sin embargo, seguía en Shock por lo que recientemente había ocurrido.
Su cuerpo cayó al suelo... se notaba a kilómetros que era de impotencia. Silvó y voló rapidamente un ave hacia nosotros.

Te odio... pero te deseo... Perdoname por todo esto..

Quería morir. Me sentía tan culpable de las reacciones y emociones de von Percy, que, al recibir su pañuelo, lo miré lentamente, como indagando en un pasado quizás inexistente para mí.
Mi cabeza daba vueltas y todo se deformaba.
¿Acaso este chico estaba enfermo o qué?

Desapareció... y yo me quedé ahí con el pañuelo en la mano en pose de recibirlo, mirando al inexistente cuerpo de Samael von Percy en ese lugar donde no quedaba nada más que el susurro de su llanto desesperado y su odio/¿amor? Latente.

Todo era muy confuso, por un momento éramos amigos y al otro... intentó matarme a mi y a...

- Edward... - susurré-Edward!!!!.-

El horrocrux del mortífago salió de mi bolsillo, y lo apuntó : -Ennervate - Luego me lancé sobre el y mis cabellos tocaban el pasto escarchado, mojándose en ellos, mientras que el shock era algo latente aún en mi. Mis rodillas comenzaban a congelarse y mi mano buscaba la de edward mientras que mi oído se posaba en su pecho, para escuchar la voz de su corazón como la primera vez que nos habíamos visto en Hogsmade... De echo, ese mismo lugar, donde ahora se encontraba Hangreeves era donde me había torturado... y ahora el yacía ahí, inconciente...aún.

Todo sucedió muy rápido, en un momento amenazaba con matar al chico con el que estaba Emily, temblando de odio, sin ni siquiera poder mirarla a los ojos sin sentir aquel instinto asesino, aquel instinto animal que llevaba encerrado en mi tanto tiempo, y al otro estaba tirado en la nieve como un muñeco de trapo, como una máquina muggle apagada al presionar un botón. Lo último que había visto había sido la varita de Emily iluminando la noche y esa luz golpeando mi pecho… no, no era su varita… era mi varita, mi horrocrux, mi medio trozo de alma.

Durante el tiempo que estuve inconsciente tuve la oportunidad de pensar calmadamente y fríamente mi situación, mi relación con Emily, mi actuación aquella noche, aquel comportamiento que rozaba la animalidad. Quizá tanto tiempo sin noticias del Señor Oscuro me habían ablandado, habían endulzado un corazón que había vivido siempre en la soledad y que ahora se tenía que contentar con una vida que no era la suya, que no era la que debía vivir. Mis acciones habían sido movidas por el dolor, me sentía un títere en manos de la pequeña Gryffindor… desde que había llegado mi vida se había ido llenando de pequeños hilos de araña que se unían a la de ella y eran controlados al son de una música extraña, haciéndonos bailar a los dos de la misma forma, al mismo tiempo… y eso en parte no me gustaba… por otro lado ella era la única que había mostrado cariño hacia mi, cariño real a pesar de todo… y yo también la amaba. ¿Qué era esa estupidez de que los mortífagos no podían amar? ¿Qué es un hombre sin amor, mago tenebroso o no, asesino o auror? ¿Qué es? ¿Qué era el mismo Señor Tenebroso sino un intento de humano? Alguien que no sentía amor, que no lo había sentido nunca y que no sabía admirarlo, fuera la clase de persona que fuera no podía valorar nada.

La llamada de Emily de nuevo gracias a mi varita me despertó de aquel desmayo que se había hecho eterno en mi mente a pesar de haber sido apenas unos minutos. Al abrir los ojos primero me sentí mareado, seguramente por el golpe que había recibido en la cabeza al caer… después sentí frío. Mis cabellos estaban empapados, esparcidos por la nieve y mi chaqueta también estaba fría. Mis dedos estaban entumecidos, los guantes raídos no protegían demasiado. Sentí una carga en mi pecho y cuando dirigí la mirada vi que la pequeña, mi pequeña, reposaba en él. Levanté una mano tiritando de frío y la puse en la espalda de la chica… la noté caliente y reconfortante. Sonreí levemente y me incorporé un poco sintiendo que todo daba vueltas alrededor de mi. No había ni rastro del chico al que había atacado, por un momento llegué a pensar que había sido producto de mi mente. Los cabellos mojados se esparcían por mi rostro, pegándose en mi frente.

- Emily…

Apreté la mandíbula y sentí algo caliente rozando mi cuello. Me llevé un dedo allí y sentí la calor inmediatamente desentumeciendo la punta de mi dedo. Era sangre. Me había debido herir al caer y golpear contra el suelo. Miré hacia atrás y vi que había dado con mala pata en una parte en que no había nieve, había hielo. Maldecí por lo bajo y aparté a Emily de encima de mí. De pronto todos aquellos sentimientos que había sentido antes volvieron a mí… mi calma desapareció, al menos en parte, tras la visión del rojo. La miré con dureza mientras me ponía en pie ignorando mi mareo.

- ¿Qué demonios hacías?... ¡¿Te crees que puedes jugar conmigo?!... ¿¡Me ves cara de juguete?!

Cogí a la pequeña Rose por sus cabellos también empapados y la levanté a la fuerza, acercando mi rostro al de ella y mirándola con furia a los ojos, sintiéndome herido por la visión de antes, por la visión de aquel otro hombre que ahora se aparecía con tanta nitidez ante mis ojos y me parecía imposible que hubiera sido una ficción de mi mente. Apreté la mandíbula con más fuerza sintiendo el dolor en la parte baja de mi cráneo. Mis ojos estaban desorbitados, contemplando aquellos ojos negros como un pozo sin fondo en los que me había perdido tantas veces, aquellos ojos de los que siempre había tenido miedo de caer y romper el reflejo de la luna que había en ellos, quedando sepultado en la belleza extrema, atado a unas cadenas inmovibles que sustituirían los hilos de araña por hebras de zarzas de metal envenenado. Apreté mis nudillos de la mano que no sujetaban su cabellera y llegué a hacerme daño en ellos debido al frío que se había instalado.

- No entiendes el dolor que me estás provocando… no entiendes como desgarras mi alma, más de lo que me hizo eso que sujetas en tu mano…

Señalé con la barbilla la varita y solté sus cabellos, dándome la vuelta y caminando unos pasos lejos de ella. Suspiré y miré al cielo sintiéndome impotente. Metí las manos en los bolsillos de mi abrigo raído buscando calor que sabía que no encontraría… pues todo ahora era frío y dolor.

Hasta que al fin despertó el mortífago. Sentí s mano posarse en mi espalda y pensé que no había cosa más bella en el mundo que su tacto en mi cuerpo. Sonreí vagamente al ver que despertaba, y al susurrar mi nombre sentí que no había canto más bello que su voz pronunciándome implacable.
Suspiré. Era verdad, estaba confuso, ahora ¿qué venía?¿que me golpease? Me detuve con cautela al ver una pequeña línea de sangre que marcaba un camino por su cuello. Me espanté. Ahogué un grito y me desesperé.
Le había echo daño a la persona que más amaba en el mundo. No me lo perdonaría jamás.

Cuando se puso de pie y me gritó, yo no hacía más que mirarlo desde abajo... Su cara que se deformaba, sus ojos negros y fulminantes, no escuchaba nada, me vi perdida en ese mundo, en el mund de mi mortífago favorito. Mi corazón se aceleró y todo comenzó a hacerse lento. Grabé cada instante con la boca semiabierta. Me enamoraba aún más de él. Hasta cuando estaba furioso me parecía el hombre más bello del mundo.
Adios Samael, el recuerdo de ese chico...¿ Quien era Samael? Y, ¿Qué importaba?

Mi letargo se vió interrumpido por un dolor que venía desde el cráneo. Me cara cambió completamente a una mueca de dolor e impulsada por este me paré del suelo.
No lo podía creer. ¿Nuevamente Edward me maltrataba?¿Con qué derecho?.
De mis ojos comenzaron a brotar lágrimas de dolor y rabia. Ya no era él a quien amaba, si no a quien odiaba. Mis ojos miraban fijos a los de él, intentando quemarlos, derretirlos... pero ellos me derretían a mi, aún más con ira. Me desesperé aún más.

Sus palabras se clavaron como cuchillas al pecho. ¿De qué dolor hablaba de forma tan cínica? o ¿ a caso el no sabía lo que yo sufría todas las noches imginándomelo al lado... sabiendo que no había cumplido la promesa de aparecerse alguna vez por el castillo por último para decirme que estaba vivo? Él no tenía idea... cero empatía. Pero espera: ¿Los mortífagos sienten empatía?

Al fin me soltó y sobé mi cráneo. Había quedado resentido por el tirón que me había propinado Hangreeves... y se alejaba... se alejaba como tantas veces lo hizo, se alejaba y me dejaba sola. Se alejaba y rompía mi corazón en mil pedacitos, pero aún así, con la rabia y el dolor que sentía le seguía amando y deseando aún más... Se alejaba y dejaba mi corazón preso en sus ojos negros y fríos, en sus gritos y sus mal tratos... Se alejaba y me dejaba sola y en un lugar frío, sin el abrigo de su abrazo ni su beso, ni sus manos... se iba odiándome, y para siempre.

No, las cosas no podían quedar así. Menos aún... sabiendo que me había maltratado nuevamente.

El profundo dolor que sentía dio paso a una rabia enorme. Abrí la boca simplemente para gritarle mi odio a ese ser que ahora miraba con desprecio, como lo último a lo cual recurriría.

- JA! y con qué derecho me dices que te duele, si fuiste incapaz de dejar de ser un mortífago para ser un hombre para mi. - NO, aquello no era lo que yo quería decir... en mi pecho gritaban los TE AMO, TE NECESITO, pero al final, el orgullo valía más- Y te molesta que abrace chicos? Si mira lo fría que está la noche y es aún más fría estando sola, o piensas que debo ser una asesina solitaria como tú?? Eso quieres para mí? Pues se fueron a las mil mierdas tus mentiras y tus palabras, eres un mortífago muerto de hambre y nada más! Corre, corre, y olvídate de mi, porque yo no quiero volver a verte, IMBÉCIL!-

Decía todo ello entre lágrimas. Tomé la cadena de plata que colgaba en mi cuello y de un tirón la arranqué y la tiré con furia al suelo. Me di la vuelta y comencé a correr en dirección al Castillo, si ese era el final, prefería que fuera rápido... debía arrancar de mi muerte próxima, que la verdad no sería tan doloroso sabiendo que la persona que amas no volverá a ti nunca más.