Proposición decente. (?) [Gisèlle]

Seufzer, el propio nombre podría decir muchas cosas de él. Sin embargo no era así, ni de lejos. De todas a todas, tampoco es que pensara mucho en ello. En aquellos instantes se encontraba recorriendo sin prisa alguna un lugar en el que tal vez en un pasado existió un camino.

Actualmente solo quedaban hierbas altas, que atravesaba sin piedad sintiéndose en medio de la sabana. Sintiéndose como el cazador, no como el león; por una vez en su sano juicio. Pero cómo no, y para variar un poco le pareció escuchar una serpiente entre la maleza y además de maldecir sonoramente cayó hacia el lado contrario.

-¡Es imposible que se pueda nacer tan torpe!

Pero no lo era, y lo sabía. Por eso se quedó allí tumbado, en medio de la maleza. Completamente imposible verle desde lejos ymuy difícil verle de cerca. Llevó las palmas de las manos a la nuca para poder contemplar cómo oscurecía el cielo al estar anocheciendo en ese mismo instante.

Una gran anaconda paseaba por aquel lugar abandonado e inhóspito.
Yo suponía que, en otros tiempos, eso había sido un agradable camino que llevaba hasta Hogsmeade.
Pero el tiempo y el abandono lo habían convertido en un lugar hostil y temible, ideal para mis transformaciones, pues las hierbas altas me cubrían el cuerpo de serpiente y no había peligro de ser vista. Ya nadie pasaba por allí.
O eso creía yo.
Levanté mi cabeza de serpiente hacia ese ruido que no esperaba oír. Noté que algo caía al suelo no muy lejos de mi. Arrastré mi cuerpo unos metros más allá, y, al lado de un árbol caído, me transformé, mientras oía la voz de un chico. Me vestí y fui caminando entre los hierbajos hasta ver a un muchacho allí tumbado. Sin poder esconder una sonrisa, dije:

- ¿Sabes? Había visto a gente observar como anochecía desde el lago, desde los jardines, el campo de Quidditch, o incluso desde la lechucería. Pero esto que haces tiene pinta de ser realmente incómodo...

Me senté a s lado, sin borrar la sonrisa de mis labios, y dije:

- Creo que no nos conocemos. Soy Gisèlle, Gisèlle Possesseur, de sexto curso. ¿Y tu eres...?

Me quedé mirándole, parecía sorprendido.

Él no estaba incómodo, para nada. Se había ajustado los brazos bajo la nuca y ahora podía observar el cielo a su antojo. Al ver a una hermosa muchacha acercarse a él no pudo menos que ponerse inmediatamente en pie, a punto de caerse al suelo de nuevo por el movimiento tan veloz e inesperado.

-Nunca me ha gustado seguir la norma establecida.

Con una leve inclinación de todo el cuerpo que realizó con mayor lentitud que el anterior gesto, dedicó una de sus más bellas sonrisas a aquella recién conocida joven. Hizo ademán de acercarse mientras se presentabba más o menos formalmente.

-Dave Shèliz Seufzer. Alumno de séptimo curso, caballero donde los haya para las damas que le necesiten.

Me reí. ¿Un rebelde? Bueno, no todo el mundo podia tener los mismos gustos.
Miré su túnica. Ultimamente solo me cruzaba con Gryffindors, ¿o qué?.
Aún así, le sonrié.

No hables sin saber, Gis, porque puedes juzgar a un inocente me dije.

Cuando me dijo su nombre, abrí los ojos, sorprendida.

- ¿Seufzer? - pregunté, reconociendo el apellido -. ¿Eres familiar de Himmër Seufzer?

Una mueca de algo semejante al odio cruzó un instante el rostro de Dave. Para luego enderezarse y deshacer la leve inclinación sin borrar la sonrisa, ahora un poco socarrona.

-Desgraciadamente, así es. ¡Es un afortunado!

Alegró la cara. Estos temas familiares nunca le habían preocupado demasiado y mucho menos cuando una muchacha de la belleza de Gisèlle se le presentaba a solas en los jardines. Ya lo suficientemente cerca de ella para que ninguno de los dos tuviese que elevar la voz para escucharse terminó recurriendo a uno de los métodos más sencillos para el ligoteo.

-¿Y qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Le sonreí, con picardia.

- Supongo que lo mismo que tu. Escapar del estres del colegio, dar un paseo, tomar el aire, conocer a gente nueva e interesante... - acabé, guiñándole el ojo.

Me tumbé entre los hierbajos, sintiendo como me acariciaban la piel desnuda de los brazos, y dije:

- Y tu, ¿qué haces?

Sonrió de la misma forma que ella, acariciando de cerca la idea de dejarse caer sobre ella, pero intentó esperar un poco más. Al escucharla mencionar la primera frase ensanchó un poco más la sonrisa.

-Efectivamente, has venido a lo mismo que yo, encanto. Venía a contemplar las estrellas aparecer, pero una de ellas se ha adelantado sin previo aviso.

Inquieto como él era en vez de tumbarse sobre ella se sentó justo al lado, observándole directamente a los ojos. Acarició con su mano derecha la hierba de su alrededor. Tenía que estar realmente cerca de ella para que un muro natural no los separase. Por ello al acariciar el suelo también rozó aparentemente inconscientemente el brazo izquierdo de ella.

No pude evitar una sonrisa en oir lo que decia. Era... ¿Bonito?
Cerré momentaniamente los ojos, recordándome eso que era tan importante para mi. Noté un escalofrio que me subia por el brazo en notar su tacto.

- ¿Sabes? Esto me recuerda a algo que me dijo mi novio una vez... - bromeé.

Esperé a ver su reacción, dejando que una sonrisa picarona asomara en la comisura de mis labios.

No esperaba semejante respuesta; pero Dave no era de los que se daban por vencido tan pronto. Lucharía por seducirla hasta que llegase a la violencia física como todas terminaban haciendo. Le devolvió una picarona sonrisa sin dejar de acariciar ahora directamente la parte superior de su brazo, acercándose con lentitud exhasperante al cuello de la chica.

-¿Ah sí? ¿Y qué te dijo aquel mal caballero que desperdicia tu hermosa compañía?

El chico estaba razonablemente cómodo, pero aún así decidió tumbarse de lado para poder contemplarla mejor y, también más de cerca. Todo esto sin cesar las caricias, por supuesto.