Bloodstream *Akyu & Neko*

Sentia la sangre correr por mis venas rapidamente, la adrenalina me elevava a puntos desconocidos, intente no moverme de mi cuarto.

comencé a aventar las cosas de uno de mis pequeños muebles, tirando con ella una foto.

Me agache a recogerla, la mire un segundo. Yo y mi padre, Francia, antes de venir a Hogwarts.
Me quede pensando un minuto, cuanto odiaba ese lugar...

Sentí un fuerte dolor en mis dientes y solté la foto, un poco de sangre comenzo a salir de mis dientes, manchando la foto con unas cuantas gotas.

Negué con la cabeza -- No otra vez -- pensé asustada mientras tomaba mi varita y salía apresurada de mi habitación.

Recorrí los pasillos, intentando no encontrarme con algun alumno y evadiendo a todo maestro que viera.

Llegue al único lugar en el que podía estar, por así decirlo, "segura", me senté lejos, casí llegando a un lago, mucho más pequeño que el que todos conocían.
Ahí caí en el pasto, mientras cubría mí boca he intentaba no llorar, aunque era imposible, el dolor y la necesidad de probar un poco, aunque sea un poco de sangre era inevitable.

No podía imaginar otra cosa que no fuera atravesar un pequeño cuello y saborear cada gota.

Observé a mi querido augurey mientras le daba de alimento una tarántula enorme que había encontrado momentos antes, bajo mi cama. Desconocía el sistema de limpieza que seguían los elfos domésticos de la escuela, pero me alegraba que fueran un poco descuidados respecto a las habitaciones de los Ravenclaw. De esta forma, podía dar de comer a mi mascota sni tener que salir fuera a buscar bichos grandes o hadas salvajes. Me ahorraba un gran esfuerzo.

El repicar de la lluvia contra la ventana me sorprendió e hizo que me levantara de un salto de mi silla, latiéndome con fuerza mi corazón. No entendí por qué estaba lloviendo con tanta fuerza así de repente, pero era un mal augurio. Si caía agua con tanta intensidad, significaba que más de una persona estaba pasándolo mal, y que no tenían consuelo alguno. Suspiré mientras me acercaba a mi ventana y la abría para observar el horizonte y notar cómo las gotas de la lluvia acariciaban mi rostro; detestaba aquellas situaciones en las que no podía hacer absolutamente nada por compadecer a esas personas desmoralizadas. No me gustaba el tener que pasar por el mismo pellejo a causa de mis poderes tan poco comunes.

El aletear de un pájaro me sacó de mis cavilaciones, y volteé para ver qué pasaba. Mi augurey echó a volar en cuanto me aparté accidentalmente de la ventana, sin poder evitar su huida. Había olvidado completamente que aquel tipo de criatura sólo volaba cuando llovía muchísimo. No cabía duda en que me hallaba en un momento como aquel.

-¡August! ¡Vuelve aquí! -grité.

Bajé precipitadamente las escaleras, saliendo de la sala común vigilando que nadie me siguiera ni me viera, cuidando de no dejar ningún rastro. Salí del colegio y observé que August se dirigía al bosque prohibido, cantando tristemente su melancólica melodía. Me ponía los pelos de punta cada vez que lo hacía.

Sin dudarlo más, corrí hacia allí sin pararme a pensar en las consecuencias y en si cabía la posibilidad de que pudieran verme.

El dolor desaparecía lentamente, logrando que me pudiese controlar, hice mi cabeza para atrás.
Respire profundo mientras quitaba las lagrimas de mi cara. En estos momentos no sentía nada, ni frío ni calor. el amor y el odio se fueron, estaba vacía.

Toque mis colmillos los cuales tenían una puntiaguda punta, la cual podía atravesar fácilmente la piel humana.

Sonreí, no sabía que me estaba pasando, pero era como si fuese otra yo; esta vez no tenía miedo a morder, miedo a comer...

Respire y pude notar un perfume, de mujer, o más bien de alguna adolescente que se creyó aventurera para poder entrar al peligroso bosque... dondé los accidentes pasan...

Me quede quieta, me senté en el tronco de un árbol, y abracé mis rodillas, era una posición tan patéticamente triste y "frágil", que de seguro la chica se acercaría a ver que pasaba.

Intente llorar, pero no podía quitar la pequeña sonrisa dibujada en mis labios. Respire nuevamente, imaginando lo que podría hacer una vez que ella estuviera aquí.

Tampoco es que quisiese matarla, no me gustaba, tener que esconder un cuerpo, en el bosque, tan tarde, me parecía agotador.
Pensé que lo mejor sería morder, quitar mi necesidad o el simple gusto y luego , con un hechizo tapar las heridas y borrarle la memoria, como lo hice hace tiempo.

Los pensamientos iban y venían, y yo paciente esperaba el momento en el que mi presa se acercara...

Corrí por el laberinto de árboles, guiándome solamente por el canto de mi augurey con mi fino oído de elfa. Tiempo ha, detestaba tener los rasgos de una elfa por no tener una vida normal ni parecerme a una bruja tan común como las demás; pero en momentos como el que estaba pasando, agradecía mucho el tener aquellas habilidades. De hecho, se había acabado el odiar a mis ancestros, ya que mi mascota necesitaba vivir de mi apatía con los seres vivos.

Me detuve al ver a mi augurey apoyado sobre una roca, mirando hacia una dirección en especial. Me acerqué a él y me crucé de brazos, fingiendo enfado aún sabiendo que no podía cabrearme con él. Como siempre, tenía unas pintas que daban pena sólo de verle.

-August... -suspiré, luego esbocé una sonrisa- No vuelvas a darme estos sustos, ¿quieres? Mira a dónde hemos llegado. No vuelvas a hacerme ésto, por favor.

Tras decir aquello, intenté cogerle para llevármelo, pero August se negó y voló hacia la dirección en donde había estado dirigiendo la mirada todo este tiempo. No tuve más remedio que seguirle, sabía que hacía aquello por alguna razón. Los augureys no eran una raza libre; es más, vivían completamente de sus amos. Siempre dependían de alguien.

Al poco rato, descubrí a dos chicas: a lo lejos: una estaba sentada abrazándose a sí misma y, la otra, estaba acercándose a ella, seguramente para saber lo que le pasaba. Todo aquello me daba muy mala espina... ¿Una chica solitaria llorando en medio del bosque prohibido? ¿Y qué hacía la otra merodeando por ahí? Era muy extraño. Mis preguntas se acercaban a las predicciones que había tomado hoy, pero no con tanta certeza con la que me gustaría disponer. Tenía la seguridad de que corría peligro, pero aún así... La curiosidad pudo conmigo.

Con cautela, me escondí entre los gruesos troncos de los árboles y fui acercándome poco a poco, intentado no hacer ni el más mínimo ruido. August, mi augurey, me seguía de cerca.

El crugir de las pequeñas ramas y hojas secas del piso me hicieron sonreír en mis adentros.
La chica estaba cerca, pero claro, no todo sería perfecto, sobre todo porque Sentí la presencia de otra persona, escondida, al parecer acompañada por un animal.

De seguro nos estaba observando, así que tendría que ser más cautelosa. Alce mi cara, aun llena de lagrimas, mire a la chica, y me tuve que resistir a tomarla en ese preciso instante.

volví a hundir mi rostro en mí mano, y espere que se sentara a mí lado, lo cual no tardo en hacer, me recargue en su hombro.

Me quede callada, esperando a que ella dijera o hiciera algo...

Observé a ambas chicas, manteniéndome lo más quieta posible mientras August contemplaba la escena desde lo alto de una rama gruesa, proveniente del tronco tras el que me escondía. Agudicé mi fino oído a la vez que mi vista, divisando dos pequeños ríos cristalinos en los ojos de la muchacha que se estaba abrazando a sí misma. Reconocí su rostro: era Ari, la prefecta de Slytherin con la que hablé una vez en los jardines de Hogwarts. Y justamente fue ella la que me dijo que llorar no servía de nada...

Me alarmé al notar cierta tensión en el ambiente. La chica que aún desconocía emanaba preocupación y curiosidad, seguramente sentía la necesidad de saber qué era lo que le pasaba. Sin embargo... Detectaba angustia y una tristeza no muy profunda en Ari, pero algo más... ¿Agitación, tal vez? No podía saberlo con certeza, por desgracia mía. Notaba cómo le subía la adrenalina cada vez más, y otras veces bajaba, como si intentara controlarse.

Sacudí la cabeza, desechando aquella idea. ¿Quién iba a querer hacer eso?

Aún así, aún albergaban mis sospechas. Sabía que la capacidad que tenía de notar los sentimientos o el estado de ánimo de otra persona no la tenía muy desarrollada, pero si me decía algo, no podía fallar. Era como la intuición.

La luz de la luna traspasaba ligeramente las nubes, sonreí ligeramente, dejando derramar una ligera lagrima.

Ligeramente, me fui enderezando, claro , sin alejarme ni un poco -- Mclaggen, Aricia McLaggen -- dije mientras me volvía a recargar en su hombro; por lo visto esto sería más difícil.

Arriesgándome ligeramente, me acerque a su cuello, dejando que con su cabello me tapara ligeramente. abri mi boca. dejando que mis colmillos crecieran un poco más, estaba a un milímetro de su piel, podía oler su sangre, como si me llamase para probarla.

Pero me detuve al ver una ligera gota cristalina caer por lo largo de su cara, llegando al piso. Me aleje un poco y la mire -- ¿te encuentras bien ? -- dije sin mirarla ni un segundo, aun con la cabeza agachada.

Off. Vas a gastarle el nombre a "ligeramente" xD

On.

Agudicé mi oído para poder escuchar la conversación sin tener la necesidad de acercarme más. Estaba un poco alejada de ellas para poder fundirme con las sombras de los árboles sin que se me viera por alguna parte, pues temía que los escasos rayos plateados de la luna advirtieran mi posición. No es que pasaría algo grave si ocurriera, pero... No era de buena educaciíon escuchar conversaciones ajenas, y más aún si las dos jovencitas estaban llorando.

Aún sabiendo eso, no pude marcharme de allí. Notaba algo de tensión en el aire, y cómo la adrenalina de Aricia iba subiendo cada vez más. Tal era el grado de subidón que estaba teniendo que podría asemejarse a un estado de éxtasis puro, lo que me llegaba a extrañar. Se supone que, si derrama una lágrima, era por puro placer o el hecho de no poder contener más una emoción tan fuerte, pero nunca por estar triste. Y, de hecho, antes de que empezara a subírsele la adrenalina, había notado emociones melancólicas.

Ahora, la que estaba triste era la otra muchacha. No sabía si aquella congregación era casual, pero me parecía demasiado sospechoso el que hubieran dos personas tristes en el bosque prohibido, y encima juntas. Era algo que no podía pasar por alto.

Me mantuve quieta en mi sitio, dispuesta a escuchar y observar la escena.

Off: ok, U¬¬ puse cosas que tal vez no le entiendan, pero es que mi personaje tiene TMP (trastorno de Múltiple Personalidad D: xD)

On:
–No mucho, pero lo superare… tengo que… –dije limpiando otra maldita lagrima que corría por mi mejilla, para después volver a recargarme en el árbol.
No tenía mucho que decir, tal vez la verdadera razón de estar aquí sea por ellas… por las demás que Vivian dentro de mí, cada una diferente… según los doctores un trastorno de múltiple personalidad… patrañas, que me hacían cambiar de personalidad cada que se les antojaba… sin embargo hasta este día había mantenido la compostura… un poco.
<< No nos culpes, somos tu, no niegues lo que todas sabemos >> torcí la boca, sin duda esto sería una corta conversación idiota en la que saldría peleando << Sin duda perderías, porque sabes que lo que decimos es la pura verdad >> Bufé bajo y me prepare para argumentar… sin encontrar una correcta respuesta, sin conseguirla << ¡Ha! Te lo dijimos >>
Limpie las lagrimas que habían corrido.
–“Si necesitara su opinión la pediría, se que todas son parte de mi, por eso me da igual lo que sepan, pues es lo mismo que yo sé… dejen de molestar… tenemos suficiente con la lluvia y sus malditos sermones por hoy” –discutí en mi interior y las voces cesaron… por un momento desee estar con mi hermana, luego desee que algo me lastimara… si, masoquista es tal vez una de mis características, pero, de esa manera tal vez olvide el estúpido dolor que en este momento carcome mi corazón.
–Aún así gracias por preguntar –le dije e inhale para después sacar el aire en un largo suspiro.