Liándola en el bosque, para variar...[Penny]

Estaba harto de pasar las mañanas en la escuela, por lo que aun siendo tan temprano, me dirigí al bosque prohibido, no tenía nada mejor que hacer. Salí tranquilamente, no llevaría a Rayth esta vez, estaba cansado tras la última salida nocturna.
Bajé las escaleras silbando y llegué pronto a los lindes del bosque, no me apetecía mucho ir andando por lo que caminé hasta uno de mis terrenos, el de la roca, cavé hasta llegar al cuerno, y me lo colgué del cuello. Volví a los lindes del bosque, hice sonar el cuerno, y los unicornios mestizos aparecieron. ¿Dos? Solo necesitaba uno, en fin, al menos no me importaría quedarme un rato allí. Acaricié sus crines anaranjadas, y su cabello negro que recorría todo su cuerpo, me gustaban más que los normales. La verdad, creía que ya sabía que hacer. Monté uno de ellos, sería divertido cabalgar por el bosque, pero ¿Con el otro que haría...?

No había podido dormir, de pronto en la madrugada me había levantado y no había podido dormir. Me levante con mi camisón de lino y di vueltas en mi cuarto. Me acerque a la ventana, estábamos en las mazmorras por lo que las ventanas estaban hechizadas para mostrar un paisaje, al igual que el techo del Gran comedor mostraba el cielo. Mire con curiosidad ese bosque que parecía de en sueño.

Nunca me había acercado al bosque prohibido, me estremecí pensando en las criaturas que ahí vivian. Muerte, muerte para todos los que se acercaran a ese lugar. Mis pensamientos volaron hacia lo que había en ese bosque, en lo que podría descubrir. Tu no eres una chica salvaje, me dije, tu estas bien entre sabanas de seda y chocolate caliente. Mire el reloj, el tiempo había pasado rápido, eran las 6 de la mañana.

Me coloque mis pantuflas y no me preocupe en tapar mi camisón, sentía mi cuerpo caliente por la emoción. Subí hacia la sala común, no había nadie allí. Me entristecí un poco, la idea de estar en el bosque sola era tenebrosa, aun a plena luz del dia, pero lo deseaba tanto…

Salí de la sala común, camine por los pasillos en mi camisón de dormir sin temor de encontrar a alguien tan temprano en la mañana. Solté mi cabello de la cola que le había hecho antes de dormir mientras subía las escaleras que me llevaría a la puerta de salida. Me quede unos segundos ante la puerta abierta, respire el puro aire, me acerque al bosque prohibido y me quede en la orilla de este. Dudando si entrar o no, recorrí el bosque con la mirada cuando vi dos unicornios. Negro y naranja.

Me acerque lentamente y contuve una exclamación de admiración. Preciosos, por fin me di cuenta que había un chico con ellos, el chico parecía hacerse parte del bosque, parecía ser el bosque. Lo mire con admiración, como si el fuera parte de este maravilloso cuadro.

- Nunca había visto algo tan hermoso…- pensé en voz alta, viéndolo todo.

Una vez estaba bien instalado en el lomo negro de uno de estos unicronios, acaricie de nuevo sus anaranjadas crines, y noté un olor extraño en el aire, sin embargo no quise mirar a ningún sitio más que al cielo, la mañana acaba de destaparse y la brisa primaveral era agradable.

- Espero que te refieras a los unicornios- Dije riendo mientras me bajaba y le tenía mi mano- No sé si nos conocemos, pero en cualquier caso, soy Dave Wishe, de sexto curso de Ravenclaw. ¿Podría tener el placer de saber tu nombre?.

Miré de nuevo a los unicornios bicolores y luego a la chica sonriendo, quizás le apeteciese, al fin y al cabo, el bosque no era peligroso por la mañana, y mucho menos si recorriamos los terrenos neutrales o los míos propios.

- Si quieres puedes acompañarme- Dije invitándola a montar en uno de los unicornios- Es fácil montarlos, y son muy dóciles y amables con los humanos.

No exactamente solo a los caballos, pensé siendo sincera conmigo misma, pero ese comentario tan natural enrojeció mi rostro. Me reí tímidamente con el, si el supiera lo que pensara… se bajo del caballo y me tendió su mano. Lo mire curiosa y le ofrecí mi mano, esperando que la besara.

- Te reconozco, pero la verdad es que no sabia cual es tu nombre…- lo había visto en la subasta, pero allí parecía como todos, civilizado, en cambio, ahora parecía algo salvaje… Era mayor que yo, no me sorprendió, mire hacia arriba para mirar su rostro.
- Mi nombre es Penélope, Penélope Nott- hice una pequeña reverencia, aunque mis pantuflas se sintieran muy incomodas en la tierra. Sentía todas las piedritas que pisada y a veces, dolía.- Soy de cuarto curso, por ello, tal vez no nos hemos visto mucho.

Observe como miraba a los unicornios y yo me acerque tímidamente a ellos. No sabia muy bien si eran peligrosos o no, pero su piel negra me atrajo de sobremanera. Levante la mano y cerrando los ojos acerque mi mano hacia uno. Sentí el estremecimiento del unicornio bajo mi mano, pero no me ataco. Voltee a ver a Dave con una amplia sonrisa.

- Me encantaría, me encantaría, soy muy buena amazona.- mi padre me había enseñado hasta a domar a los caballos mas jóvenes, no había mayor placer que domar a un caballo brioso, pero esa no era la imagen que podía dar a la sociedad. En publico, tenia que manejar caballos dóciles y tranquilos que me permitieran sentarme de lado sin problema.- ¿Los montaremos a pelo, verdad?-

Me coloque a lado de uno con los brazos un poco extendidos para que Dave me subiera al unicornio.

Noté que me ofreció su mano de otra forma distinta de lo que me esperaba, no para estrecharla, sino para besarla, no le haría un feo, la besé delicadamente y le dediqué una sonrisa. Era verdad, me habló en cuanto entré al Gran Comedor, ya la había reconocido. Aun que era dos años menor que yo, seguía siendo alguien interesante.

- Genial pues, así no me aburriré al pasear por entre los bosques- Dije ayudándole a subir.

Subí al otro le dediqué otra sonrisa, acaricié de nuevo al unicornio y le susurré que caminase en algo parecido a un gruñido.

- ¿No te importa ir por el bosque verdad?- Pregunté mirándola.

Me beso delicadamente y yo correspondí a su sonrisa recatadamente, no quería demostrarle lo emocionada que estaba por esta situación. Era mi sueño hecho realidad. Iría por el bosque prohibido, pero estaría protegida por un caballero. Entrelace mis dedos, sentí sus manos en mi cintura cuando me ayudo a subir al caballo, de inmediato, me senté cómodamente y me equilibre encima.

- Y en cambio tu, haces mi sueño realidad, nunca creí poder montar aquí… aquí todos se preocupan en las escobas y olvidan lo maravilloso que es montar.- fruncí el ceño, no me gustaba volar y tampoco el deporte, mirarlo en las gradas estaba bien, pero lanzarme al cielo, no.

Observe al chico con curiosidad, algo en el llamaba en mi cierta sensación extraña. Recordé de nuevo lo que había pensado al verlo, me pregunte si debía preguntárselo. Contrólate, pensé, es un chico normal, solo tu lo confundes todo por tanta emoción. Eleve la mirada y lo mire a los ojos suavemente.

- No me importa ir por el bosque, te concedo mi protección, Dave, cuida de mi…- entrelace mis dedos entre las crines del unicornio.- ¿Sueles montar siempre?- pregunte, no me lo imaginaba viniendo todas las mañanas. Me estremecí un poco cuando un aire frió me recorrió, pero me contuve. Estarás bien, estarás bien.

Poco después de oir mi voz, el unicornio comenzó a ir al paso, era agradable ir por los senderos a ese ritmo, mientras la luz de la mañana entraba suavemente entre los árboles, y algunos pájaros canturreaban ajenos de peligro.

- No suelo montar mucho, pero esta mañana me apetecía bastante, echaba de menos sentir los movimientos- Le contesté mirándola mientras montaba a mi lado.

Olateé el ambiente, algo en ella era extraño, tenía algo en especial... ¿Animaga?...¿O simplemente olía de manera diferente a los demás? Aún así, lo averiguaría, pero no ahora, no quería romper el silencio, solo se oían los cascos de los unicornios chocando contra la tierra, y algunos canturreos de pájaros.

Lo incomodo de ir a pelo en un caballo o unicornio era que sentías todos los movimientos de su columna. Eso molestaba a una inexperta, pero tantas veces había montado a pelo que ni bien empezamos a cabalgar, poco a poco se volvió mas cómodo. Compartíamos un silencio cómodo, yo no era de las que hablaran demasiado o de las que comentaran algo incomodo. Ver y sentir las criaturas del bosque, los suaves rayos solares… era maravilloso.

- Cuando te imaginas el bosque prohibido… te lo imaginas lleno de peligro, en cambio, yo lo siento muy tranquilo…- le comente. Tal vez el bosque prohibido no fuera tan malo, o tal vez mi acompañante era el que me mantenía segura, justo como se lo pedí.

Acaricie suavemente al unicornio, su pelo era tan suave… lo acaricie suavemente mientras miraba los bosques que cada vez se hacia mas tupido y casi no entraba el sol. Aun así, no me asuste, mire a mi acompañante. Parecía parte de este bosque, mucho mas que yo. Mi cabello empezó a moverse suavemente por el viento suave. Había algo en el, contrario a sus acciones, parecía civilizado, pero había algo en el salvaje. Pareciera que solo perdiéndose en el, podría encontrarlo.

Rasqué por detrás de las orejas al unicornio, eso les encantaba, y también en la base del cuerno, me sentía bien montando. Cuando visitaba la Escocia muggle solía montar a caballo, por lo que no tenía problema alguno, pero la verdad, me gustaba más montar en este mestizo, ojalá pudiese tener uno para mi. Volví mi mirada a sus ojos cuando habló, sonreí, todos pensaban lo mismo.

- Eso es por que todos los seres peligrosos están durmiendo, además, los cminos por los que iremos no son nada peligrosos- Le contesté sin dejar de sonreir.

Me acaba de dar cuenta, tan solo llevaba su camisón de dormir, y aun siendo ya de día, hacía un poco de frío, sería mejor no ser descortés. Me desprendí de mi túnica y se la pasé.

- Seguro que tienes frío así.

No habia dormido nada, pero me sentia mucho mas despierta que usualmente. Junto a Dave me sentia un poco mas salvaje, un poco mas diferente que mi usual actitud apasible. El viento me enfriaba, pero temi que si el se daba cuenta nos regresaramos a la escuela y no volveria a tener la oportunidad de montarlo mas. No tendria la oportunidad de verlo mas... lo vi disimuladamente.

Era un chico mayor, no creo que se entretuviera en estar con una chica menor que nisiquiera podia hacer una conversacion larga.

- Entonces, es verdad...- comente con una sonrisa tranquila, mientras recordaba.- siempre crei, desde niña, que las criaturas malas, los mounstros debian salir de noche, el dia deberia ser demasiado luminoso para ellos.- me estremeci al pensar en los mounstros que podrian aparecer en las sombras- Me dan mucho miedo los mounstros... - lo mire con timides.- los mounstros me harian daño y a mi me doleria.

Me imagine figuras escondiendose en las sombras, me sostube en el cuello del unicornio para no caer. Los mounstros eran demasiados tenebrosos y lo malo de vivir en el mundo magico, era que los mounstros se podian volver realidad. Me estremeci de miedo.

Voltee a verlo y me ofrecia su tunica, sonrei genuinamente aun cuando por primera vez empezaba a pensar en criaturas escondidas y no me gustaba a idea. Lo tome y me la coloque encima, todo me quedaba grande por lo que se me debia ver un poco ridicula. Me sonroje suavemente y lo mire.

-Gracias, fue muy tonto bajar asi...- ladee el rostro con una sonrisa en mi rostro.- pero en mi defensa. ¿Quien pensaria que pasaria algo tan fantastico?

Reí silenciosamente cuando dijo que temía a los monstruos y a las criaturas que habitaban en el bosque... Si supiese la verdad, no estaría así, dado que una vez al mes, yo me unía a ellos como si nada, y solía estar por el bosque cuando me aburría, la única criatura que había visto corretear como si nada por los bosques al amanecer, eran los centauros, que se despertaban pronto para poder ver la salida del sol.

-¿Y cómo es que has venido al Bosque, habiendo tantos lugares para salir en pijama?- Pregunté riendo un poco.

El camino cada vez se hacía más frondoso, y algunos arbustos estrobaban en el camino, los habría apartado con la varita, pero la había dejado en el bolsillo de mi túnica... Túnica que no llevaba encima en ese momento.

Sonrei y alce el pecho, orgullosa de haberlo hecho reir. El en cierta forma parecia tan dificil de conseguir su atencion, como si aun a mi lado, no fuera el mismo. El camino empezaba a volverse intransitable, pero Dave no dudo, por lo tanto, yo tampoco. Me rei suavemente por su comentario y decidi decirle la verdad.

- Queria volverme un poco mas salvaje.- respondi, y al escuchar lo que habia dicho mi cara enrojecio.- Es solo... que siempre estoy tranquila en mi sala comun, nunca salgo a hacer nada que no sea indicado a mi posicion..., pero me gustaria...- me mordi el labio tratando de explicar lo que realmente queria.- Me gustaria ser un poco mas como las otras chicas, mas relajadas y que no me importe nada, como ellas...- mire el bosque prohibido, no era mi naturaleza no seguir las reglas.- Entrar a algo prohibido, realmente es un buen inicio ¿no crees?

Me escondi mas en la tunica de Dave para abrigarme, ya que él lo habia estado usando se sentia muy caliente y comodo. Me gustaba esa sensacion de tranquilidad, tal vez las cosas no serian tan malas, podia seguir siendo yo, pero diferente...

Sonreí mirando al fondo interminable del bosque, era muy raro montar tan tranquilamente en ese lugar, sin temer a las acromantulas, górgonas, arpías... O cualquier ser que pudiese buscar bullicio, o carne humana. La miré de nuevo cuando habló, ser salvaje... Algo que yo siempre había sido, o por lo menos que recordase, siempre había tenido un poco de mi ser que amaba correr sin rumbo entre árboles, y subir a estos para huir de un peligro imaginario.

- Ser salvaje es algo divertido, siempre es interesante salir de la rutina- Dije divertido, tendiéndole una sonrisa amistosa- ¿Y como es que quieres manchar tu bello rostro de salvajedad?

Volví a mirarla, realmente, si que era bastante guapa, a pesar de ser dos años más joven que yo, y sus cabellos dorados eran prácticamente hipnotizantes.

La rutina a sido tan parte de mi tiempo, que se ha confundido con mi personalidad, pense con una sonrisa ironica. Tanto asi que este es mi cuarto año en Hogwarts y recien he conocido a cinco personas, a las cuales he conocido realmente por casualidad. No, no soy del tipo que vea una chica en el gran comedor y me sentase junto a ella solo para pasar tiempo. Eso me deprimio un poco, realmente era aburrida. No tenia muchos amigos, los que tenia eran muy agradables, pero siempre trataba de mantenerme alejada de todos. Es tu corasa, me dije.

- Lo he notado, todos parecen ser tan naturales... tan divertidos- sonrei emocionada pensando en lo que podria conseguir si fuera un poco mas como las demas, podria tener muchos amigos, salir, estar en el gran comedor con alguien. Escuche lo que dijo y por unos segundos pense que se habia equivocado, mi cara se volvio rosa de nuevo. ¿Bello rostro? Entonces me rei.- Realmente no soy nada bella en comparacion a las otras chicas, las otras como dije... tienen tanto... o no se, solo son tan diferentes que atraen como si fueran imanes y los demas metal...- pense en las chicas que habia visto en la subasta.- Las chicas de las subasta, por ejemplo, todas eran tan bellas...

Me imagine siendo tan bella como esas chicas, teniendo un poco mas de seguridad y que los chicos me quisieran tanto, me rei inmediatamente, no, realmente eso nunca podria pasar conmigo.

- ¿Me imaginas como una de las otras chicas?- pregunte con una sonrisa alsando el rostro hacia el y fingi la naturalidad con la que hacian todo.- Siento tan... sexy.- dije y me rei, volviendo a la normalidad.

Miré atrás, ya no se veía nada más que no fuesen árboles, arbustos, y tierra húmeda de la mañana, ahora no sería un buen momento para descansar, pero... Yo era así de oportuno, por lo que frené a los unicornios negros y bajé del mío.

- No sé por que crees eso, todas decís lo mismo cuando os echan cumplidos, por mucho que sepáis que es verdad- Dije tendiendole la mano para ayudarla a bajar.

El lugar elegido para parar un rato era uno de mis terrenos principales, un gran claro con una roca en centro, estaba cubierta de musgo.

- No es un paraíso, pero se está bastante bien, o por lo menos hasta que anochece- Comenté divertido mientras avanzaba hasta la roca.

Acaricié el musgo de está, era un tacto extraño, no era áspero, pero tampoco muy suave, era húmedo y a la vez seco, algo muy raro, pero muy agradable al mismo tiempo.

Freno los unicornios y por fin vi a mi alrededor, no había nada mas que árboles, fruncí el ceño realmente no me parecía un buen lugar para descansar, estando tan a la mano para todos los mounstros. Mire a Dave y suspire, confiaría en él. Dave se bajo y me tendió la mano para bajar. Le agradecí con una sonrisa y me apoye en su mano, baje suavemente al piso.

- ¿A mi me comprarías también?- le dije con una sonrisa, obviamente era broma- Si estuviera en la subasta, ¿me hubieras comprado?

El lugar no estaba mal para ser el medio del bosque, me envolví mejor la túnica encima mió y me senté en la roca, cruce las piernas y coloque mis manos suavemente en mi regazo.

- ¿Qué pasa cuando anochece?- pregunte con una sonrisa mirándolo con admiración. Parecía que era de los chicos que me contarían una gran historia. Alce una mano y toma la suya, me disculpe con los ojos mientras lo jalaba suavemente a sentarse a mi lado.- ¿En la noche aquí hay mounstros?

Observé como se setó en la piedra, la verdad es qe no me importaba, pero podría resvalarse con el musgo, la última vez que me sbí, acabé cayendo estrepitosamente. ¿Comprarla?, pero si nisiquiera sabía por quién pujaba...

- Por spuesto que lo había hecho- Respondí mirándola- Pero tan solo si te hubiesen estado subastando cuando entré gritando mi oferta.

Miré a los árboles, que se movían suavemente ante la brisa de la mañana,era un lugar tranquilizante, incluso mucho más que la misma biblioteca, o por lo menos al amanecer, puesto que una vez se ponía el sol, se convertía en el mismisimo caos.

- Aparecen toda clase de criaturas, ya sean peligrosas, o peligrosísimas, dado que en su mayoría, cazan por la noche- Contesté serio recordando las veces que había entrado sin protección alguna por la noche.

Me reí realmente divertida, Dave se parecía mucho a mi en muchos sentidos, aun cuando fuera Ravenclaw, no tenia problemas con su casa, la inteligencia era una gran don, pero no me podía imaginar en otra que no fuese Slytherin.

- ¿Eso quiere decir que no me habrías comprado a mi? Habrías comprado lo que fuese que hubiera cuando querías gastar tu dinero.- lo dije con simpleza, en realidad es que no creía que alguien me compraría sabiendo que tipo de chica era yo.

De pronto, se me ocurrió una idea, me moví rápidamente para mirarlo, pero de repente me resbale de la roca y caí a un lado suyo en el piso. Cerré los ojos, sentí la punzada de dolor en el hombro. Gemí suavemente, abrí los ojos lentamente y sonreí tímidamente.

- Discúlpame…- murmure suavemente y me levante un poco ignorando el dolor del brazo. Un moretón, definitivamente.- Sígueme contando… ¿Algunos cazan… humanos?.- pregunte con duda, mirando alrededor, la idea de algo vigilándonos se hacia mas fuerte, es una alucinación, me dije, nada puede pasar.

Reí, de verdad, le gustaba meter el dedo en la herida, y sacar toda la información posible. Bueno, al fin y al cabo yo también era así, todo un pesado en lo respecto a preguntas, y no me callaba hasta que conseguía lo que quería.

- Lo que quiero decir, es que no me importa para nada quién fuese o fuera la subastada, sino que con participar estaba contento, y al fin y al cabo fue divertido.- Respondí divertido.

Miré atrás un momento, sin ninguna razón la verdad, simplemente, por saber si seguíamos solos, sí, lo estábamos. Pero para cuando volví la mirada ya era demasiado tarde como para ayudarla, estaba en el suelo.

-¿Te has hecho daño?- Dije rápido ayudándola a levantarse- ¿Cómo te has caído? Creía que tendrías cuidado...

Aunque parecia muy duro por fuera, estaba descubriendo otra parte de Dave. Divertido, de risa facil, protector y agradable, la sola idea de que me dejara sola seria tonta. El me protegeria y yo le agradecia por eso. Me ayudo a levantarme suavemente, y le agradeci tambien por eso, el dolor era horrible, como punzadas en mi brazo. Me acomode en sus brazos y apoye mi rostro en su pecho. Me sentia muy segura ahi, no habia nada que temer.

- Estoy bien, Dave, solo me he caido...- me envolvi mas en su tunica para que no viera la herida que tenia en el brazo.- Solo... fui torpe, disculpame...-

Levante la mirada y lo mire culpablemente, el habia confiado en que me cuidaria y no lo habia hecho, debia estar molesto conmigo... lo mire a los ojos, esos ojos tan salvajes y llenos del bosque.

- ¿Cazan humanos?- pregunte en un susurro

Me sentía raro sabiendo que se había hecho daño, pero que no me lo quería decir, y aun más cuando se apoyó en mi, ¿Por qué no me quería decir que sí que se había hecho daño? Olfateé de nuevo el ambiente, no había peligro cerca, todo estaba tranquilo, o por lo menos no había peligro para mi.

- No sé si creerte, una caída, por pequeña que sea, puede ser muy peligroso.- Dije mirándola a sus claros ojos.

¿Cazar humanos? Había evitado esa pregunta la primera vez que la hizo, pero estaba claro que quería respuesta.

- Sí, algunos cazam... Cazan humanos- Rectifiqué, a parte de que yo no solía atacar humanos, no me gustaría decirle lo que era. Podría asustarse.

Le sonrei tranquilisadoramente, debia haber sabido que no se dejaria llevar por mis palabras, no me gustaba que me vieran muy debil... desde que tenia memoria las personas se me acercaban como se acercarian a una hermana menor, me molestaban, me mimaban, pero siempre era protegida. Ya no tenia edad para ser tratada como una hermana menor y aun asi mi corazon se aceleraba de felicidad cuando me protegian. Escondi mi rostro en su pecho para que no pudiera ver en mis ojos todo lo que sentia.

- Pero tu estas aqui para protejerme, Dave..., estare segura mientras estes conmigo...- cerre los ojos, intranquilamente, no estaba acostumbrada a los golpes, por lo que por pequeños que fueran me incomodaban mucho.

Agradeci estar escondida en su pequeño cuando dijo que cazaban humanos, me estremeci, algo que siempre me habia dado miedo era la idea de mounstros que me cazaban de noche, debia admitir que aveces no dormia con ese pensamiento.

- ¿Has escuchado el cuento de la caperusita roja?- le pregunte algo dudosa.- Siempre temi que el lobo feroz viniera a comerme, con la imagen de alguien a quien amaba...

Me imaginé a mi mismo protegiendo a alguien en el bosque... Como no fuese protegerla de los pájaron madrugadores, no sabía de que iba a protegerla en ese momento.

- Lo haré siempre y cuando me enseñes esa herida, si es muy grave, podría atraer algunos... seres no deseados. Contesté serio, no me aptecía nada que una arpía o cualquier otro ser viniese atraido por el olor a sangre.

¿Caperucita Roja? Por supuesto que lo había escuchado, y me lo sabía de sobra, dado que me era muy interesante por mi condición de licántropo.

- Si te refieres al cuento infantil que trata de una joven muchacha que lleva una cesta con comida a su abuela, es engañada por un "lobo feroz" y acaba perdiéndose, y posteriormente engañada por el lobo que ha deborado a su abuela, y la devorará a ella, sí, lo conozco-- Respondí.

Seres no deseados, esas simples palabras me estremecieron, definitivamente, no, no abusaria de mi suerte. Me aleje de él y me quite su tunica. Al ver mi brazo, me horririze, eso podria dejar marca. Mi brazo estaba raspado y caia un poco de sangre.

- ¿Me vas a poner algo sobre las heridas?- pregunte nerviosa, ¿Que podia haber en el bosque que pudiera aliviar mis heridas?- ¿Los cazadores de humanos vendrian por mi sangre?- pregunte despues, mirando alrededor.

Le sonrei agradablemente y me sente a su lado, los cuentos me encantaban, pero ese cuento en particular... me espantaba de una forma horrible, los mounstros me daban horror, porque siempre cazaban a jovenes... mujeres...

- ¿No crees que es cruel el lobo por engañarla de esa manera?- pregunte curiosa. Él habia sido un poco seco en responder, cosa que hasta ahora no lo habia sido conmigo.

Inspecioné la herida, no era una herida profunda, con lavarla y taparla sería suficiente. Tomé mi varita y usé el hechizo aquamanti sobre la herida, al momento desapareció la sangre, y sequé la herida con la túnica, busqué en uno de mis bolsillos, siempre solía llevar un "botiquin! por si acaso, unas simples hierbas que disminuían el dolor, y eran agradables al olfato, rompí la manga de mi camisa y la enrollé en su brazo junto a las hierbas, la até y quedo bien sellado, solo era un rasguño, se curaría en cuestión de días.

-No es nada grave.- Le dije mirándola a los ojos.- Dudo que vengan a estas horas, te recuerdo que los seres no deseados cazan por la noche.

Me resultó extraño que pensase eso, igual el lobo necesitaba comer mucho más que la niña, también podría representar que el humano ha pasado sus límites y cree que el mundo es suyo, y por ello puede ir pordonde le de la gana, y que a veces, se topa con la naturaleza, que es más fuerte que él

-Podría ser, pero nadie entiende a las bestias... Nadie nos entiende- Dije esto último en un susurro casi insonoro.