¡Tatuajes gratuitos! [GABRIELLE D]

Seis y cuarto de la tarde de un día soleado de verano. Unos días antes una gran amiga, Gabrielle, me mencionó que quería hacerse un tatuaje. Yo, como buen amigo, le dije que yo podría hacerle uno totalmente gratuito, ya que tenía varios contactos que me regalarían la tinta que me hacía falta. Había metido la máquina de siete kilos y medio en una mochila bastante grande, la colgué en mi espalda y en una mano llevaba las cajas con tinta de diferentes colores, ya que no sabía exactamente lo que Gab quería. Había quedado con ella para ir a su casita, pero no tenía mucha idea de dónde quedaba, así que le pedí que fuera a buscarme al Palacio de Buckingham, que quedaba más o menos cerca de su casa. Era todo totalmente normal, gente caminando hacia arriba y hacia abajo, con sus gritos, adolescentes menores que yo gritando insultos por todos lados…

La tejona con la que había quedado me había pasado, el día anterior, un dibujo de lo que había pensado en hacerse; era una especie de gato negro jugando con un ovillo o algo así, por la cadera. Más o menos donde yo tenía el corazón, que anteriormente había sido un carácter chino. Mientras esperaba, opté por dejar la mochila en el suelo, medio atada a mi pierna por si algún listillo decidía correr para llevársela. Revisé la bolsa con los colores: negro, blanco, naranja, amarillo, azul, verde... Todos esos colores por si ella cambiaba de opinión y decidía ponerle algo de color al tatuaje. Las tintas las tenía totalmente gratuitas gracias a un chaval que ganaba bastante dinero tatuando...

No era difícil. Simplemente había que tener habilidad para dibujar, buen pulso (vamos, que no te tiemblen mucho las manos, sino le puedes decir adiós a un bonito tattoo y saludar a un churro denunciable... Miré al cielo, habían varios pájaros volando como si nada... Libres. Sólo debían buscar comida, sobrevolar las grandes ciudades, y podían dormir donde quisieran. Los humanos debíamos trabajar para conseguir refugio y comida... Suspiré suavemente y bajé mi mirada a la multitud de gente que había. No hacía mucha calor, así que era normal que la gente fuera a pasear a la calle.

A los pocos minutos llegó Gabrielle, me dio un abrazo y me preguntó qué tal estaba. - Bien, bien... ¿Y tú? - Respondí con una sonrisa. Era bastante maja, me caía bastante bien... - No creo que me dé un ataque al corazón de ver tu casa, tranquila. - Reí y fuimos hasta su casa, que no estaba para nada lejos de donde habíamos quedado. Entramos, estaba todo tirado por el suelo, reí por lo bajo. Mi casa estaba exactamente igual. Me preguntó si quería beber algo, añadiendo después que había cerveza. "Por una vez más no va a pasarme nada", pensé, el médico me había recomendado que no bebiese más en unos meses, pero no sería para tanto... Así que asentí. - De acuerdo, gracias. - Agradecí mientras dejaba la mochila con la máquina en el suelo, con cuidado de que no hiciese mucho ruido, pero igualmente lo hizo. - Estúpida máquina. - Susurré, con ganas de pegarle una patada. Me senté en el sofá mientras miraba la casa. Era normal, bonita, bien decorada a decir verdad. El problema era lo desordenada que estaba... Pero ella misma dijo que lo arreglaría.

A decir verdad tenía el presentimiento de que se me olvidaba algo. Agarré la mochila y la apoyé sobre mis piernas, la abrí; papeles, agujas, probetas para los colores, la máquina y en la otra bolsa los colores. "Humm..." Fruncí el ceño y volví a dejar la mochila en su sitio, sin importarme tanto el ruido que hiciera. Sonó bastante fuerte debido al peso que aguantaba. Suspiré y miré a Gab, o al menos lo intenté, ya que seguía en la cocina. - ¿Necesitas ayuda? - Pregunté con curiosidad.

Ella respondió a mi pregunta diciendo que no era necesario que la ayudara, llegó con las latas y las abrió, yo preferí esperar a que se quedara ahí un par de minutos. Preguntó si tenía claro el dibujo y eso, yo asentí, cogí la lata y le di un trago. - Sí, pero necesitaré hacer el boceto y eso, por lo que necesito ver el dibujo otra vez. - Contesté y le di otro trago. Esa bebida terminaría por matarme algún día. - Pues en el salón, en la cocina... Donde quieras. - Dije y reí tras su broma, para luego volver a escuchar su pregunta, esa vez en serio.

- No necesito nada, sólo te tumbas en el sofá, yo me siento en el suelo, enchufo la máquina y bueno, no hay más. Pero te aviso que te va a doler un poco... A mi cuando me hicieron el tatuaje justo donde tú lo tienes me dolió, aunque no mucho. - Dije, mirando la bolsa dónde tenía la máquina. Le volví a dar otro trago a la cerveza, esta vez más corto.

Gabrielle se levantó para dirigirse a un cajón y comenzar a rebuscar por él, asegurando que el dibujo debía estar por ahí. Dijo que si le dolía mucho me iba a enterar, mirándome amenazadamente, yo reí tras escuchar que era una broma. Me entregó el dibujo y lo miré mientras explicaba y marcaba qué era cada cosa; un gato jugando con una snitch... Le di otro trago a la cerveza para dejarla de nuevo sobre la mesa. - ¿Sólo tinta negra? Entonces no hay problema, no es difícil. - Contesté y me levanté para sacar unos papeles y re-dibujar el tatuaje. - Estírate en el sofá mientras yo hago el dibujo para pegártelo a la piel. - Dije sacando el rotulador y dibujando el gato con la pequeña snitch.

No sería difícil hacer el tatuaje. Terminé el dibujo y me acordé que necesitaba un poco de agua. - Necesito mojar el papel en agua. - Dije sacando la máquina de la mochila y enchufándola. El ruido sería totalmente insoportable a menos que se lanzara algún hechizo para hacer que no molestase tanto, en fin... - Te recuerdo que puedes arrepentirte del tatuaje cuando seas viejita, no recuerdes ni tu propio nombre y la piel se te caiga~ - Dije riéndome, yo también debía de pensar eso, que algún día todos mis tatuajes se iban a ir a la mismísima porra por el envejecimiento de la piel.

Dijo que iría a por el agua sólo porque iba a hacerle el tatuaje, yo reí, debí habérselo dicho antes de que se acomodara... Se fue a la cocina y comencé a rellenar el tubo que había debajo de la aguja de la tinta negra. Una vez me dejó la jarra de agua al lado metí el dibujo y lo dejé diez segundos en el agua para luego sacarlo y doblar el papel un poco para escurrirlo, con cuidado de no romperlo. Contestó que su piel se mantendría en su sitio durante el tiempo que le quedaba, yo reí y la miré sonriendo.

— Está bien, te creo. —se levantó la parte de la camiseta donde iría el tatuaje y yo le puse la hoja, aplastándola suavemente contra su piel y quité el papel a los pocos segundos. Se notaba la tinta del bolígrafo. Me acomodé y tomé con cuidado la aguja con la mano izquierda. — ¿Preparada? —pregunté mirándola.

Me dijo que empezara y pisé la palanquita para que el aparato comenzase a funcionar, estaba apunto de darle la primera puntada pero me pidió que esperase. Solté la palanca y esperé a que se relajase, encendió la televisión.

— No me molesta, tranquila. —volvió a acomodarse. — Lo siento, pero si me pides que pare muchas veces seguidas pararé, te guste o no. —tenía que ser sincero, me picaba muchas veces con ella, pero en el fondo me caía bien y no podía dejar que le doliera tanto. Volví a pisar la palanca y comencé a pasar la máquina por su piel, un poco rápido pero bien, para que el dolor no fuera tan fuerte. El sonido que hacía la máquina era insoportable, si alguien estaba más de una hora escuchando a esa cosa seguramente se quedaría completamente sorda. Terminé más de la mitad del gato en menos de dos minutos.

— ¿Estás bien? —pregunté, alzando un poco la voz, mientras seguía repasando el dibujo.

Me dijo que iba bien, por lo que me tranquilicé y seguí con el tatuaje. No la miraba en ningún momento, sólo estaba centrado en el dibujo, el cual era original y bonito. Un gato negro jugando con una snitch dorada... Sólo los que conocían el juego podían pensar en hacerse algo así. La miré de reojo cuando dijo que no se me ocurriera poner mi nombre, sonreí, mirando de nuevo el gato, que ya estaba casi terminado. Sólo faltaba rellenarlo.

— No lo voy a poner, loca. Muchas veces te lo he dicho para que no me fastidiaras, pero créeme, no podría hacerlo. ¿Para qué? Si luego me fastidiarás y me harás otro pendiente en el pezón, no quiero. —terminé de repasar la snitch y comencé a rellenar el gatito. Me preguntó cuántos tatuajes había echo, seguramente para romper el incómodo silencio. — Seis o siete... Uno fue un completo desastre, más que nada porque el chico se movió porque le hacía cosquillas y terminó con... No sé lo que era, quería una explosión con colores en la parte de abajo de la espalda, y se quedó con una cosa muy rara... —reí, aunque me acordaba que ese chico dejó de hablarme por habérselo echo mal.

Reí cuando preguntó si estaba quedando bien. Quité el pie de la palanca y dejé que viera el tatuaje. Lo miré yo también. La verdad es que estaba quedando bonito, y sólo quedaba por rellenar la cabeza del gato. Uno más a la lista de buenos tatuajes.

— Estoy intentando hacerlo bien, y como puedes ver, de momento no hay fallos. Recuerda que podría haberte tatuado mi nombre, o el de cualquier otra persona. —sabía que bromeaba, yo también lo hacía. Intentaba hacerlo lo mejor posible, no quería que ella pasara vergüenza de levantarse la camiseta delante de alguien, o al ir a la playa, o cualquier otra cosa que conllevase mostrar el tatuaje. Yo mismo me había arrepentido de uno que un año antes me había echo, y por eso lo había sustituido por el corazón de la cadera. Dijo algo que me confundió un poco, la miré, antes de volver al trabajo.

— ¿Carné de padre? ¿A qué te refieres? —que yo supiera, no iba a ser padre. — Fumas algo que te afecta a la cabeza, ¿eh? —reí, y volví a pisar la palanquita para terminar el gato. — ¿Quieres que rellene la snitch de dorado? —pregunté, una vez terminé el maldito felino. Me dieron ganas de aplaudirle, no se había movido mucho, por lo que no habían fallos.

Dijo que estaba genial, por lo que sonreí. Luego me explicó a qué se refería con lo de carné de padre. Dudé un poco con la primera definición, algo extraña la verdad, pero con la segunda lo entendí completamente, incluso reí.

— Vaya, si me lo hubieses dicho directamente te habrías ahorrado dar esas tan elaboradas definiciones. —la miré riendo, me lo pasaba bien con ella, a pesar de todas las montones de peleas que teníamos... — Sí, caigo ahora, no hace falta que me hagas nada. —escuché lo que dijo, diciendo que con la tinta negra le gustaba más. Me encogí de hombros y la rellené de negro en un santiamén.

Dejé la palanca y sentí como una molestia en la cabeza, el ruido casi me comía la cabeza y lo seguía escuchando a pesar de que ya no estaba presente. Respiré hondo y aparté un poco la máquina.

— No está mal. —dije mirándolo, me levanté y troné mi cuello mientras iba a por la bolsa. — Espera, tengo que ponerte la crema o se te irritará mucho más... de lo que ya está. —saqué de la bolsa una crema hidratante y unas gasas, me acerqué a ella de nuevo y le eché un poco de crema por la zona, para comenzar a expandirla por la zona del tatuaje.