Lo acordado - Caín -

Caminé lentamente de vuelta a la habitación cuando faltaban algunos minutos para el toque de queda. Ya se me habían agotado las ideas sobre qué hacer mientras esperaba a que oscureciera, sólo una hora antes del toque de queda había podido relajarme con la lectura de un libro interesante en la biblioteca. Murmuré la contraseña que me permitía el acceso a la sala común y caminé hasta uno de los sillones junto al fuego, con desgana. No fue recién hasta una hora después de que la última persona hubiese abandonado la sala común, que me dirigí a la habitación.
En silencio y sabiendo que todas las cortinas de los doseles se encontraban cerradas, me fui quitando la ropa de camino a la ducha. El agua caliente no me relajó tanto como me hubiese gustado, pero al menos me sacó de mis pensamientos, que ya era algo.
Cuando ya estuve cambiado completamente, me dirigí hacia el rincón donde se encontraba la cama de Caín, abriendo el dosel lentamente para encontrarme con un Caín simulando haberse quedado dormido. Me tiré junto a él, sin hacer a un lado las mantas, pero cerrando las cortinas a conciencia con los debidos hechizos; no sería conveniente que alguien en la habitación nos escuchase. Recién entonces me volví para observar detenidamente a Caín.

Llevaba todo el día intranquilo; ansioso, era una situación extrña y sorprendentemente estimulante al mismo tiempo. Me habia costado demasiado trabajo centrar mi mente en otras cosas; ¿Dios mio, tanto tiempo quedaba? aquel pensamiento había rondado mi mente durante todo el día hasta hacia escasos minutos; cierto era, había ocupado mis pensamientos en un denso libro de pociones que, por su complicación, y arcano lenguaje, normalmente conseguia abstraerme hasta limites insospechados durante varias horas. Aquel no habia sido uno de esos dias, me había distraido un rato, pero aquella lectura estaba muy lejos de mis autenticas intenciones para aquel día.

Me había duchado, había deambulado, había leido, comido, escrito, practicado magia...y nada. Aun asi, tarde o temprano, la suma de todas aquellas cosas daban lugar al paso del tiempo, gracias a dios. Había ido un poco mas tarde que los demas hasta mi cama, pero no lo suficiente como para que estuviesen todos dormidos, algunos compañeros continuaban hablando tranquilamente. Me quité la ropa, poniendome unicamente el pantalón negro de pijama, con el torso al descubierto, y me metí entre las sabanas, cerrando las cortinas. Tuvieron que pasar un par de horas mas hasta que escuché unos suaves pasos por el dormitorio, dirigiendose a mi cama, Cerre los ojos, simulandome dormido, cuando note a alguien subirse a mi cama, susurrando unos complejos hechizos dirigidos a las cortinas. Sentí sus ojos clavados en mi y abrí los mios con una sonrisa pícara, rodeando su cintura con mis brazos y atrayendole hasta mi cuerpo.

-Noah...-susurré-que larga se me ha hecho la espera-añadí mientras acercaba mis labios a los suyos con premeditada parsimonia

Estiré una mano para acariciar su rostro, mientras dejaba que el beso fluyera lentamente; toda la prisa que había tenido por que llegara la noche, se había esfumado, ahora solo quería disfrutarlo... saborear cada segundo. Pegué mis caderas a las suyas al igual que había hecho esta mañana (O tarde, ya no importaba), deslizando la meno, que no utilizaba para sostenerme, por su pecho desnudo, delineando las formas de su piel con la yema de mis dedos.
—Igual a mi... —murmuré, concentrado en cada trozo de piel que acariciaba. Le observé a los ojos, saliendo un poco de aquel ensimismamiento en el que estaba. Sonreí—. Ya no sabía que más hacer para que el tiempo pasara más rápido.

Recorrí cada milímetro de su boca, explorándola con cuidado, deslizando mi lengua por sus labios en la mas tentadora de las promesas. Escuché sus palabras, y no pude menos que reir suavemente, separándome de su boca casi por obligación.-A mi me ha pasado lo mismo-comenté con voz suave.

Las palabras se perdieron en el aire, mientras mi cuerpo se inclinaba hacia él, juntando nuestras caderas hasta el límite de lo posible, ansiando el cosquilleo que sus dedos provocaban en mi piel. Era todo tan lento y tan deliberado, que casi pensé que mi mente no soportaría semejante tensión entre nuestros cuerpos, que deseaban recorrerse mutuamente. Y a pesar de ello, lo que menos deseaba era parar, o acelerar. Aquello excitaba cada fibra de mi ser, y no podía menos que sentirme mucho mas que complacido. Las puntas de mis dedos acariciaron brevemente su boca, desde la cual descendieron en una leve caricia por su cuello, que se estiraba hacia mi, dandome mayor acceso. Llegué hasta su camisa de dormir, de la cual desaté lentamente los tres primeros botones. Aparté la prenda con cuidado, dejando a la vista gran parte del pecho y el pálido hombro de Noah. Exhalé el aire que había estado reteniendo inconscientemente antes de descender mi rostro hasta su hombro, que parecia algo tenso. Mis dientes se cerraron en torno a él con suavidad, subiendo lentamente por su cuello mientras mi lengua trazaba circulos en él, llegando finalmente a su oído-Sin embargo...siempre vuelves a mi cabeza-susurré mientras mordía el lóbulo de su oreja-Maldito Kinsey...-añadí en un deje de humor, colando una de mis manos por su camisa abierta.

Solté una pequeña risa que se vio ahogada cuando pegué mis labios a su cuello, dejando un camino de besos y mordiscos hasta su mandíbula, para luego deslizar mi lengua por sus labios, colándome entre ellos para comenzar otro beso intenso. Fui deslizando mi mano por su espalda con la yema de mis dedos, bajando hasta el punto en el que se toparon con el borde de los pantalones; estiré el elástico unos centímetros volviéndolo a soltar unos segundos después, repitiendo la acción varias veces hasta que finalmente deslicé la mano hacia el interior y estrujé su cuerpo aún más cerca del mío.
No quería terminar el beso, de la misma forma en que no quería apartarme de él, pero el aire se estaba acabando y ya tenía demasiado calor como para continuar con la camiseta puesta. Jadeé, apoyando mi frente contra la de Caín y respirando agitadamente.
—En todo el día... casi consigues volverme loco sin siquiera intentarlo... —Sonreí, cerrando los ojos por un momento.

-¿Sin intentarlo?-pregunté con una media sonrisa, algo jadeante. Sus labios me dejaban siempre con ganas de mas, su cuerpo siempre provocaba un anhelo indescriptible en el mio, como si nunca pudiese cansarme, como si nunca fuese a ser capaz de saciarme de Noah. Fui incapaz de contener un bajo gruñido de satisfacción cuando apretó mas nuestros cuerpos. Con dedos hábiles, terminé de desatar su camisa, quitándosela completamente, admirando su blanco torso-Todo el día pensando en esto-Deslicé mis dedos por su rostro, por su pecho, y su vientre, dejandole que se formase una idea de en que habia estado fantaseando toda la tarde; deteniendome elocuentemente en su pantalón, haciendo caso omiso de su suave gemido de protesta, rozándole su entrepierna muy levemente por encima de la fina tela-Todo el día sonrojado-añadí con una pícara sonrisa mientras me colocaba sobre él, sujetándole los brazos contra el colchón-Lo mejor ha sido la gente que me preguntaba que en que estaba pensando-susurré mientras mis labios trazaban el recorrido sobre su piel, mordiendo su cuello, con una lengua que serpenteaba sobre aquél pecho que tan loco me volvía. Presioné mis caderas contra las suyas facilmente, al encontrarme entre sus piernas abiertas, dejando que notase mi excitacion-espero que tu también hayas estado pensando en mi de esta forma

Jadeé al encontrarme inmovilizado, sin poder hacer más que arquearme para obtener un poco más de contacto. Y aunque podía intentar quitármelo de encima, no tenía ninguna intención de hacerlo. Mi cuerpo ya había dejado de recibir mis órdenes y actuaba por cuenta propia en la búsqueda del mayor placer posible. Me estremecía al tacto, a la vez que me iba imaginando lo que Caín contaba, como si hubiese estado ahí todo el tiempo; me hubiese gustado estarlo, un Caín sonrojado no era algo que se veía todos los días, luego tendría que intentarlo.
Ladeé mi cuello, exponiendo la piel para que pudiese hacer lo que se le antojara, sin importarme las posibles marcas que quedarían en la piel. También me iba imaginando a nuestros compañeros preguntándole sobre qué pensaba, seguramente él se habría reído, ignorando la pregunta con alguna excusa tonta. Me pregunté cuál sería la expresiones de sus rostros si Caín les hubiese respondido con la verdad, y era otra cosa que valdría la pena ver.
—De esta forma y muchas más. —Lo observé a los ojos, respirando profundamente para tomar impulso e incorporarme, rodeando su cuello con mis brazos que aún no habían sido liberados—. Pero creía que no hacía falta volver a aclararlo. —Recorrí su cuello con la punta de mi lengua—. Siempre estoy pensando en ti. Sea de la forma que sea...

-Soy tan egocéntrico...me encanta que me lo digas-Susurré entre jadeos, arqueando mi espalda con ansia, me daba vergüenza expresar todo lo que realmente me habían complacido sus palabras. Estreché su cuerpo contra mi en un arrebato; Noah sacaba todas mis facetas, con sus plabras, con su rostro, con su cuerpo, tan pronto podia estar deseándole con cada fibra de mi ser, como mis ojos me traicionaban revelando todos mis sentimientos por él.

Se había incorporado, por lo que estábamos ambos arrodillados frente al otro. Volví a juntar nuestros labios, devorándole, mientras mis manos volaban hasta su pantalón. Tiré de ellos suavemente, cogiendo a la vez el elásico de su ropa interior-Quiero verte-expresé entre gemidos. Noah se dejó hacer, recostandose un poco mientras yo le quitaba con lentitud las dos prendas que le quedaban. Las aparté de nuestros cuerpos, y le empujé suavemente, pidiendole sin palabras que volviese a tumbarse. Mis ojos recorrieron cada milímetro de su piel, y se volvieron vidriosos, revelando mi lucha por mantener el control sobre mi propio cuerpo. Los jadeos se escapaban de entre mis labios al contemplar su palidez, prácticamente sin vello, con toda su excitación ya a plena vista. Vi como Noah volvia un poco la cabeza, tal vez incómodo por mi escrutinio. Me lancé de nuevo a su boca, para luego descender suavemente por su cuello, dejándole visibles marcas rojas con mis dientes.-Noah, Noah, Noah...-repetía su nombre entre jadeos, como si de una invocación se trata.-Me vuelves loco-confesé mientras mi lengua trazaba círculos alrededor de su ombligo-Me haces perder el poco dominio que me queda sobre mi-Añadí, obligándole a separar las piernas para mi. Mis ojos ascendieron un momento a su rostro, grabando en mi mente la imagen de un Noah sonrojado y ansioso antes de introducir su miembo en mi boca, despacio, recorriendole con mi lengua. Apreté las sábanas entre mis dedos al escuchar la voz de Noah, gimiendo en voz alta. Aquello era lo que estaba esperando oir.

Solté un fuerte gemido a la vez que sujetaba las sabanas con más fuerza y echaba la cabeza a un lado, aunque rápidamente volví a fijarme en Caín; la imagen que daba era hipnotizante y sentía que por más que quisiera, no podría despegar mis ojos de él. Llevé una mano hacia su cabello, entrelazando mis dedos entre los mechones ya despeinados.
—Pues tu no te quedas atrás en hacerme perder el control de mi mismo —gruñí, lo que era más que cierto si tenía en cuenta que cuando estaba con él nunca podía comportarme normalmente.
Acaricié su cabello, sin dejar de observar fijamente su rostro; la imagen de sus mejillas coloreadas y sus ojos brillosos, hacían que quisiera besar cada milímetro de su piel, pero no quería interrumpir la visión que estaba teniendo de él.
—Caín... —susurré. Y lo cierto era que no tenía nada para decirle, solo que el pronunciar su nombre se sentía bien, como si estuviese liberando mis sentimientos en una sola palabra.
Definitivamente, nunca podría haber sido más sentimental que cuando me encontraba con él. Me convertía en una persona que nunca querría haber sido, aunque en el fondo me gustaba, porque sus reacciones a la pura cursilería valían la pena.

Su mano recorría mi pelo, sujetándolo un poco y guiando suavemente mis movimientos. Aquello era algo que nunca había sido capaz de tolerar y, sin embargo....con Noah resultaba excitante. Me sorprendí a mi mismo dándome cuenta de esto, y me afané en mi tarea, recorriéndole con cuidado, succionando de vez en cuando, aumentando la velocidad cuando él, casi seguro que inconscientemente, me lo indicaba. Escuché mi nombre entre bajos gemidos y levanté la vista. Noah me observaba de una forma que me hizo enrojecer aún más. En muchas ocasiones, el sexo era apasionado, desenfrenado, con manos hábiles y movimientos rápidos. Y luego estaban las situaciones como estas, noches en las que las cosas se decían con los ojos, las manos, la boca..., relaciones íntimas en las que se revelaba un Caín diferente, uno expresivo, vergonzoso, temeroso de hacer algo mal, y deseoso de que nunca acabase aquello, un Caín sin fría arrogancia ni orgullo de Slytherin, una serpiente que se desprende de su piel. Aquella noche era una de ellas, y los ojos de Noah me sonrojaron, y también me excitaron más.

Detuve los movimientos de mi lengua y me separé de su miembro, elevando mi rostro hacia él. Noah dejaba caer su cabeza hacia atrás, jadeante, mientras me miraba con una media sonrisa. ¿Como podía alguien decir que aquello estaba mal? esto era lo único jodidamente normal en mi vida, dar y recibir placer de una persona por la que sientes tantas cosas que es imposible explicarlas con palabras. Repté hasta su rostro ruborizado, y le besé infinitamente despacio, continuando incluso aunque nos faltaba el aire. Enredé mis piernas con las suyas, apretando nuestros cuerpos. Mi mano siguió el recorrido de su abdomen hasta situarse entre sus piernas, en donde empezó a darle placer de nuevo. Escuché los cortos gemidos de Noah en mi oído y cerré los ojos, intentando controlarme.

Con la mente abrumada por las sensaciones, intenté corresponder a las caricias que Caín me propinaba. Dejé que mis manos recorrieran la piel de su espalda hasta llegar al pantalón que aún tenía puesto, tironeando de él para quitárselo. Sentía la imperiosa necesidad de frotar mi cuerpo contra el suyo, y no sería posible mientras él aún tuviese tanta ropa puesta.
Alcé las caderas, intentando a la vez apartarme o pegarme más a él, ya no lo sabía con seguridad. Solo sentía que todo quemaba y quería más. Lo besé, enredando mi lengua con la suya, succionando y mordisqueando hasta quedarme sin aire, para luego volver a lo mismo sin importarme en lo más mínimo el oxígeno que escaseaba. Su respiración estaba tan agitada como la mía, y podía sentir el rápido latido de su corazón en su pecho cerca del mío.
Cuando al fin logré hacer desaparecer el estorboso pantalón, dirigí una de mis manos hacia su miembro, acariciándolo tortuosamente, mientras que mi otra mano se entretenía explorando cada rincón de su piel, degustandola con la yema de los dedos y sintiendo las vibraciones de su cuerpo.

Spoiler:

Notaba los cálidos dedos de Noah recorrer mi espalda como si le fuese la vida en ello. El trazo que iba señalando se marcaba en mi piel a fuego, deseando que continuase más, no sabía hasta que punto, lo único que mi cabeza tenía claro en esos momentos eran los gritos de ansia que mi cerebro me estaba lanzando. Pude ver, con la conciencia ausente y concentrada en otros menesteres más imperiosos, como los restos de mi ropa quedaban relegados a segundo plano, al igual que había pasado con los de Noah. Apreté más nuestros cuerpos, como si ambas pieles fuesen capaces de fundirse. Todo ello sin dejar de observar aquel rostro que parecía deshacerse en placer ante el vaivén rítmico que mi mano marcaba entre sus piernas.

Se me nubló la vista cuando le sentí hacer lo mismo conmigo, y no pude menos que regalarle un gemido que casi escapo de entre mis labios. Mi respiración era entrecortada, y aquella imagen, la escena que estaba viviendo, Noah y yo jadeando con los cuerpos entrelazados, masturbándonos mutuamente, era terriblemente excitante. Tanto que casi sentí no poder aguantar. Con un movimiento volví a quedar encima del delicado cuerpo de Noah, y me situé entre sus piernas, separándolas con cuidado, mientras me pegaba a su cuerpo y deslizaba mi entrepierna contra la suya, haciendo que se mordiese los labios, cerrando los ojos de placer. Enterré mi rostro en su cuello, mordiéndolo más de una vez y dejándole visibles marcas antes de volar hasta sus labios, los cuales devoré con ansias.-¿Quieres seguir?-susurré en su oído con voz ronca, mientras mis dedos se volvían locos enredándose en su pelo.