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30 vicios de Granger y Snape

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30 vicios de Granger y Snape Empty 30 vicios de Granger y Snape

Mensaje por Invitado Mar Feb 22, 2011 11:20 pm

Waazzaaaaa!!

Pues voy a compartir con ustedes una serie de relatos que son muy significativos para mí, no sólo porque me gustaron mucho sino por la serie de cosas que sucedieron en mi vida a lo largo del tiempo que me tomó escribirlos.

Son 30 y se titulas: "30 vicios de Granger y Snape" fueron realizados para llenar una tabla en uno de esos sitios en los que te ponen unos cuantos retos, los cuales consisten en escribir un relato a partir de una palabra. Son muy entretenidos. El primero de los que escribí se llama: Límite. Espero que les guste, si quieren, sigo publicando los demás.


Límite.

(Reto uno)

Números.

Naturales, enteros, racionales, reales, complejos, irracionales e imaginarios. Extrañas cosas que existen únicamente en la mente de los muggles, de vez en cuando necesarios en el mundo mágico; pero únicamente para las fechas importantes, medir los días y realizar algunas transacciones. Lo único que se necesitaba en el mundo mágico eran sus representaciones, las bonitas figuras rectas y curvas que definían al número en el que uno pensaba. Nada de complejos, ni irracionales y mucho menos imaginarios, al mundo mágico no le importaba la raíz de i, lo único que los magos de verdad necesitaban eran sus varitas y una colección de frascos, por si uno decidía dedicarse a las pociones.

Pero Hermione Granger no era una bruja y mucho menos un mago, qué tontería, ese tipo de cosas únicamente existen en la mente de personas con mucho tiempo libre, como los números en las mentes de los matemáticos, pobres tipos sin vida social, pegados a un lápiz, un papel y con suerte una buena calculadora; pasando el día entero haciendo cálculos para darse cuenta al final del día que su suma no era positiva, sino negativa y comenzar de nuevo porque todo estaba mal por el estúpido signo.

Y ahora ella estaba allí, sentada en su pupitre con un lápiz en la mano y una hoja llena de garabatos que no entendía. Era borrosa y el aula en la que estaba era muy oscura. Levantó la mirada y observó a millones de personas sentadas y vestidas igual que ella, todos ellos agachados sobre sus propias hojas con el lápiz en la mano, algunos escribían más rápido que los otros, aquellos que llevaban calculadora.

Hermione bajó la vista y los garabatos en su papel comenzaron a moverse lentamente, como lombrices salidas de una maceta rota con la tierra excesivamente húmeda. Se retorcían y adoptaban nuevas formas que Hermione trataba de distinguir. Finalmente las letras fueron entendibles.

Números.

"¡Señorita Granger!"

Chilló una voz acercándose rápidamente, distorsionada por el efecto que se escucha cuando un auto pasa a tu lado muy rápido a gran velocidad.

El efecto Doppler, pensaba Hermione que se llamaba. Levantó la vista hacia aquella voz fría y cargada de un infinito desprecio que había mencionado su nombre, que lo había escupido se acercaba más a la realidad.

La persona que estaba de pie junto a ella era nada más y nada menos que Severus Snape, un hombre de aspecto enfermo, con las pupilas encendidas en rojo y las fosas nasales como enormes ceros que chorreaban de un líquido verdoso y espeso.

"¡Señorita Granger!" volvió a chillar el profesor Snape. "¿Por qué no ha contestado su examen, señorita Granger?"

Hermione quiso contestar pero sus labios no se separaron.

"¡Contéstame mocosa! ¿Acaso quieres reprobar? Mira tu examen tonta, no tienes anotado ni tu nombre, ¿no sabes cómo te llamas? Quizás ni siquiera deberías estar aquí, ¿quieres irte a casa, quieres que mamá venga por ti y que papá conteste el examen por ti? ¡¿ES ESO LO QUE QUIERES?"

''¡Déjeme en paz!''

Hermione gritó al tiempo que se ponía de pie. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho se quedó petrificada.

¿Cómo se le ocurría gritarle a un profesor? Estaba perdida, hacer eso seguramente era lo peor que un alumno podía hacer en una escuela con aulas como aquella. Aulas en la que las filas y las columnas de pupitres se extienden hasta el infinito.

"Cierra la boca, estúpida" siseó Snape. "No tienes ni idea de lo que es un infinito, no respondiste en el examen cuál es el límite de uno sobre n cuando ésta tiende a infinito, ¿cómo podrías saber lo que es eso?"

Tenía razón, ese maestro mocoso tenía toda la razón. Hermione ni siquiera había entendido lo que significaban sus palabras. ¿Qué demonios era una n que tiende al infinito?

"Lo sabía" murmuró Snape complacido. "No tienes ni **** idea de lo que es infinito" se burló y su carcajada lastimaba los oídos de Hermione quien tapó sus orejas con los puños intentando apagar aquella carcajada.

'' ¡Basta!''

Gritó echándose a correr por el pasillo. Los alumnos no se inmutaban al verla pasar, hasta que chocó con uno.

El pupitre, el chico que estaba sentado en ella y Hermione cayeron con un estruendo al piso. Entonces todos los alumnos levantaron las cabezas sin rostro en los que únicamente se veía el relieve de antiguos rostros borrados por el paso del tiempo, como las montañas que son erosionadas por el clima hasta llegar a desaparecer.

Los Alumnos sin rostro comenzaron a reír a carcajadas junto con el profesor Snape. Carcajadas agudas que le dolían en la piel a Hermione como si se trataran de infinidad de alfileres que se clavaban y salían de su piel para volver a clavarse.

Se puso de pie y corrió a lo largo del pasillo sin detenerse, sentía los ojos inundados de lágrimas, le ardían tanto, pero no permitiría que una sola de sus lágrimas se derramara, no frente a todos ellos.

No frente a Snape.

Corrió a lo largo de la interminable fila de alumnos que seguían carcajeándose detrás de ella. Las palabras de Snape (el límite de uno sobre n cuando esta tiende a infinito) resonaban dentro de su cabeza junto con su horrible carcajada. ¿Cómo podía ser tan molesto?

La fila se terminó repentinamente y Hermione resbaló al intentar detenerse antes de caer al enorme abismo que estaba frente a ella. Negro e inmenso. Una pequeña piedra cayó por el borde y Hermione escuchó como el golpeteo se iba haciendo cada vez más profundo, intentó ver hasta donde llegaba la piedra, pero la negrura era tal que parecía palpable.

Los ojos rojos aparecieron entonces en medio de aquel agujero negro de proporciones infinitas.

"Ven Hermione"

Los ojos rojos de Snape chillaron haciéndose cada vez más grandes, "ven conmigo y te enseñaré cuál es el límite de las cosas, te tomaré de la mano, los cabellos, o los pechos y te llevaré hasta el infinito y si quieres más allá, donde cogeremos por la eternidad, te va a gustar Hermione, ven conmigo y volemos juntos hasta el límite de uno sobre ene"

"No", quiso gritar Hermione, "No, ¡déjame en paz maldito degenerado!"

Pero su boca estaba sellada. Sus labios habían desaparecido y ahora no podía decir absolutamente nada.

En medio de su forcejeo por hablar, Hermione resbaló y calló al abismo. Sintió el aire pegándole en el rostro, sus cabellos revoloteando detrás de ella como la estela de un cometa de camino al sol.

Llegó al fondo y sintió un dolor repentino en la parte izquierda de todo su cuerpo. Con dificultad abrió los ojos y se encontró en la penumbra de su habitación. Se había caído de la cama.

Se puso de pie con dificultad, estaba un poco mareada y le dolía la cabeza. Se sentó en la cama maldiciendo su sueño, los números y a Snape también.

"Qué bueno que no tengo que asistir a esas escuelas de muggles", pensó, seguramente me volvería loca con tantos números. ¿Además para qué me serviría saber el límite de algo?

- Límite de uno sobre ene- murmuró.

- Cero -respondió una voz al otro lado de la puerta de su habitación, antes de abrirse y que su madre se asomara por la rendija-. El límite de uno sobre ene es cero. ¿Desde cuándo estudias matemáticas, también te enseñan eso en Hogwarts?

- Afortunadamente -respondió Hermione-, no.

15/10/08

Dedicado especialmente a mi Maldita de Zely
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y yo a ella.

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Mensaje por Invitado Vie Feb 25, 2011 1:43 am

Esta muy genial y padre
buu yo de verdad quisiera estudiar en hogwarts ahi si entraria a todas mis clases y me las arreglaria con adivinacion mas que con matematicas buuu

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Mensaje por Invitado Vie Feb 25, 2011 2:01 am

Qué dices?? si las matemáticas rulean la Vía Láctea y las galaxias circunvecinas. Pero bueno, el siguiente reto es de "Sumisión", si te gustan, recomiéndalos Wink

Sumisión

(Reto dos)

Empujó lentamente la puerta de la mazmorra donde impartiría su clase.

Donde la vería a ella.

Al entrar en el aula oscura paseó la mirada por todos los alumnos que estaban dentro de ella. La división en el grupo era completamente apreciable, de un lado los de Slytherin y por el otro los de Gryffindor, estos últimos con cara de susto, clavando sus pequeños y aterrados ojos en la mesa frente a ellos, imaginando el sin fin de tormentos que, por supuesto, él no impondría a menos de que ellos se los buscaran.

La mirada en sus rostros le agradaba.

Le temían, todos y cada uno de ellos. En cuanto él señalase a uno de ellos, ese pobre desdichado de inmediato se estremecería de pies a cabeza. Todos excepto ella.

Ella a quien no le importaba sobresalir en esa clase. Ella a quien se le podía preguntar cualquier cosa y la única manera de castigarla era diciéndole que lo que decía era un simple y vacua cita textual del libro en el que lo había leído. Eso no era aprender, eso era memorizar.

Y la diferencia entre una y la otra era abismal.

Seguramente ella lo sabía y no le importaba. ¿Acaso era esa la forma en la que intentaba oponerse a su ley, a sus mandatos, a su autoridad absoluta dentro del aula de clases? ¿Era eso?

Y ahí estaba otra vez ese sentimiento aflorando en cuanto sus ojos negros se clavaron en los castaños, despiertos, astutos de ella. Como los de un felino acechando a su presa, poniendo sus sentidos en el entorno y dejando la visión únicamente para el almuerzo.

Su mirada era retadora, enmarcada por la cabellera rebelde que la rodeaba, y sonreía. ¡La muy descarada se atrevía a sonreír!

Snape se detuvo antes de llegar al escritorio. No podía soportarlo más, algo debía de hacer respecto a esa niña de los ojos castaños y el cabello alborotado.

- Señorita Granger -musitó en un susurro casi inaudible que terminó por silenciar las voces dentro de la mazmorra. Los alumnos de Slytherin dibujaron burlonas sonrisas en sus rostros mientras se giraban todos al mismo tiempo para mirar a la aludida-. Salga al pasillo, tengo que...

- ¡No! -replicó ella interrumpiéndolo.

¿Cómo se atrevía?

- ¿Perdón? -Exclamó Severus intentando sonar lo más calmado posible.

- Dije que no, ¿acaso está sordo? -replicó la chica con un excesivo aire de suficiencia y desdén-. Sal tú del aula, quiero platicar contigo.

¡Le había perdido el respeto! Se dirigía a él como si de uno de sus semejantes se tratara. Severus debía de reprimir y disciplinar esa conducta tan escandalizadora de inmediato.

- ¡Diez puntos menos para Gryffindor! -Espetó con esa sonrisa de complacencia que tanto aterrorizaba a los de Gryffindor. Sin embargo todos ellos tenían sonrisas coquetas en sus labios.

- ¿Sólo diez? -Cuestionó Granger con una carcajada burlona-. Anda Sevye, sé que puedes hacerlo mejor que eso.

La rabia bullía en el interior de Severus, sin darse cuenta había extraído su varita de la túnica y apuntaba con ella a la maldita de Hermione.

- Salga ahora, Granger -ordenó con un susurro furioso, de ninguna manera permitiría que aquella estúpida le faltara el respeto de aquella forma. Por supuesto que no.

Pero Hermione no se movió. Miró de pies a cabeza a Severus y su sonrisa se ensanchó aún más.

- Apuesto todo el dinero de Gringotts que esa varita en su mano es por lo menos diez veces más grande que la varita dentro de su ropa interior.

Severus no supo que hacer, el comentario le causaba un poco de risa, sobre todo por la osadía de aquella pequeña estúpida, pero lo estaba ofendiendo, ¿cómo era que se atrevía? ¿Y por qué sus estúpidos compañeros se burlaban?, el que mandaba allí era él, el que llevaba la batuta allí era él. ¡Él era quien usaba los pantalones en ese violento matrimonio entre alumnos y maestro!

- ¿Está seguro? -inquirió Granger con una sonrisa pícara mirando las piernas desnudas de Snape, flacas y velludas, cubiertas únicamente por unos calzoncillos repletos de corazones rojos y pequeños. Sus tobillos flacos también eran cubiertos por un par de calcetines viejos que en su juventud podrían jactarse de su brillante color rojo, pero que ahora, por el paso del tiempo, las lavadas y el percudido sólo llegaban a un rosa pálido.

La carcajada fue general y se extendió como el cáncer en un cuerpo que no es sometido al tratamiento. Imparable.

- ¡Silencio! -Rugió Severus con lo que consiguió aumentar las risas de todos los alumnos. Enfurecido clavó la mirada en la castaña que había comenzado con aquello. Levantó la varita y murmuró:- Sectumsempra

En el rostro de Granger aparecieron grandes grietas por las que comenzó a brotar sangre, la chica cubrió con sus manos su rostro lastimado y al poco la sangre se coló por entre sus dedos. Los chillidos de la niña eran ensordecedores, pero no tanto como la carcajada que no se apagaba. Severus contempló con júbilo el líquido rojo que brotaba a través de las manos de su odiosa alumna. Se acercó dos pasos y tomó la muñeca de Granger para apartar las manos y contemplar lo que había hecho.

Granger se ocultaba para no dejar que Severus mirara su rostro contraído por su carcajada. Sus manos estaban manchadas de un líquido rojo que no era su sangre, sino uno de los inventos de los hermanos Weasley.

- ¿Y qué pensabas? -Preguntó Hermione, el monstruo Granger.

Severus trastabilló dos pasos hacia atrás, intentando alejarse de ella, no quería verla, no quería saber nada de ella, no quería conocerla, no quería estar cerca, no quería nada de ella ni con ella.

- Eso es imposible Sevye

- ¡No me llames Sevye, ya no soy un niño! -Chilló Severus, pero Granger lo ignoró.

- Ahora estoy aquí y me quedaré aquí, contigo, Sevye, para siempre. Serás mi sombra, serás mi esclavo, serás lo que yo quiera cuando yo lo quiera. Si yo digo rana ahí mismo tú saltas. Cualquier capricho que yo tenga, Sevye, tú te encargarás de concedérmelo... ¡ahora me perteneces!

- ¡NOOO! -Gritó Snape mientras caía por el borde de la cama. Estaba empapado en sudor y su respiración era agitada. Aunque había despertado veía las joyas castañas delante de él, mirándolo, acechándolo, acosándolo. Leyendo sus pensamientos y sacando lo peor de su niñez

(Sevyeee)

lo peor de su pasado.

Se puso de pie para refrescarse el rostro en el lavabo. Se miró al espejo y en su cara vio la evidencia de que había pasado una mala noche.

Sólo un sueño, se dijo, fue tan sólo un maldito sueño, nada más que eso. Intentó convencerse, pero la voz susurrando detrás de él apartó sus convicciones de un empujón.

¿Estás seguro, Sevyeee?

25/10/08

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Mensaje por Natalie Fires Miér Mar 02, 2011 1:10 pm

Qué bizarro, ¡están geniales!

Me gusta la incoherencia traumática en las pesadillas, parecen muy reales
.

Natalie Fires

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Mensaje por Invitado Miér Mar 02, 2011 10:13 pm

No sabes lo mucho que me alegra que te estén gustando, Natalie.

Ahora, el siguiente capítulo con la entrada original publicada en Fan Fiction!!


Waazzaaaaaa!

No sé que demonios pasó con este relato... lo dejé marinándose un rato (bastante) en el horno de las ideas, y cuando comencé a escribirlo salió solito (así era como debía ser). Sin embargo creo que no se proyecta en este lo que yo quería proyectar... y no entiendo porqué sigo tratando a Hermione como una "cuatro letras" xD, seguramente eso quiero que sea hahahaha... no, hablando enserio, creo que sí seguiré con la idea de las "pesadillas", aunque al principio quería ligar los relatos de cierta forma, sutil y despiadada, que no necesitaran el uno del otro, pero que al final pareciera que los eventos llevaron a un mismo final... creo que aún puedo hacerlo y quizá lo intente, pero así como voy creo que me estoy tardando mucho, sólo espero que el resultado de la tardanza (la marinación en el horno) sea algo que les guste mucho.

Enjoy.
(Este capítulo fue editado por mí así que perdonen los errores que pueda tener y díganmelos después.)



Vergüenza

(Reto tres)

El sol brillaba sobre sus cabezas como solía hacer en mitad de la primavera, sobre la arena de una bellísima playa en verano o como si uno estuviera sobre la superficie de Mercurio. Era uno de esos días raros en los que sabes que todo estará bien. Días en los que tienes por sentado que en el brillante cielo azul no aparecerá ni una sola nube blanca que estropee aquella belleza celeste.

Harry, Ron y Hermione caminaban por una hierba tan verde que parecía hecha de esmeraldas. El viento la agitaba suavemente y los incitaba a tirarse sobre el pasto para mirar la enormidad del cielo sobre sus cabezas, después de todo no había preocupación alguna en sus corazones. Eso lo sabían perfectamente por esa extraña seguridad que te acompaña como un perro fiel a donde quiera que vayas en un día raro como ese.

Hermione se detuvo repentinamente, sus amigos siguieron caminando por un momento y luego se detuvieron.

- ¿Qué sucede, Hermione? -preguntó Harry sin girarse, mirando hacia la infinidad de pasto que se extendía delante de ellos.

- ¿A dónde vamos? -quiso saber Hermione.

- A ningún lado -constató Ron- sólo caminamos.

- Anda, vámonos ya -apuró Harry y echó a andar sin girarse para asegurarse que Hermione los siguiera.

Desconcertada, la chica se les quedó mirando antes de caminar. Ellos tenían razón, en un día como aquel no se antojaba otra cosa más que caminar por aquella verdosidad que seguramente sería suave al contacto con los pies.

Sin pensarlo siquiera, Hermione se detuvo y se quitó los zapatos y los calcetines. Como había pensado la hierba acariciaba suavemente la planta de los pies. Dio un par de saltitos para sentir el contacto de las puntas y rió divertida.

- No hagas eso -gruñó Harry apareciendo delante de ella, mirando hacia donde caminaban-. Vuelve a ponerte los zapatos.

- ¿Por qué? El pasto es suave, Harry, tú y Ron deberían de quitarse los zapatos también, ¿no estamos caminando nada más?

- Hermione, haz caso a lo que te dice Harry -gritó Ron unos pasos más adelante, él tampoco la miraba.

- No me hablen así -se quejó ella agachándose para recoger sus zapatos pero sin apartar la mirada de ellos-. No he hecho nada para que me hablen sin mirarme.

- Siempre haces algo para que lo hagamos -replicó Harry echando a andar.

- No es cierto, esta vez tan sólo me... ¿dónde los dejé? -se preguntó mirando a la hierba, no encontraba sus zapatos.

El suelo era frío y gris. Había estado lloviendo durante toda la semana. Hermione se dirigía, por alguna razón, descalza hacia su casa cubriéndose la cabeza con un periódico viejo que no soportaría más tiempo el azote incesante de la lluvia. Su rostro empapado le dolía por la acción del viento golpeándolo con furia. Los pies le dolían, sentía como si hubiera estado corriendo a lo largo de kilómetros por piedras filosas que habían logrado hacerle sangrar los pies.

¿Por qué demonios no traía zapatos?

El periódico sobre su cabeza finalmente fue derrotado por la lluvia y la mayor parte de él cayó sobre la cabellera ya mojada de Hermione. Tiró a un lado los trozos de periódico húmedo que habían quedado en sus puños cerrados y comenzó con la tarea de quitarse el periódico de la cabeza. Sin dejar de correr.

Deseaba llegar cuanto antes a su casa, quitarse lo que traía puesto y ponerse algo de ropa seca, quizá tomar un poco de chocolate caliente y meterse a la cama con un buen libro en mano. Tal vez con la historia de Hogwarts.

Traspuso el umbral de su hogar y comenzó a quitarse la ropa allí mismo, no había tiempo para preocuparse por los ojos indiscretos de su mamá. Subió rápidamente las escaleras que la llevarían hasta su alcoba y a la ropa seca y calientita dejando la sucia y mojada a un lado de la puerta, ya volvería luego a recogerla. Abrió la puerta de su habitación y entró sacudiéndose el cabello con los ojos cerrados para no picárselos con las puntas rebeldes.

Delante de ella había una oscuridad perturbada a veces por luces repentinas muy intensas. Eso era el flash de una cámara, pensó y se cubrió los ojos de otra luz que cayó sobre ella desde arriba, como si las nubes se apartaran para dejar pasar un único rayo de sol.

"En el escenario" aulló una terrible y fría voz familiar que Hermione identificó en el acto. "¡La señorita Granger! Que en lo personal dudo mucho que siga siendo señorita, pero lo que yo piense no tiene importancia aquí. Así que preguntémosle a su novio. ¡Roooooon Weasleeeeey!"

A un lado de ella, en medio de una columna de humo rosa, apareció Ron dándole la espalda, Hermione tan sólo podía ver su nuca repleta de cabellos rojizos.

"Díganos joven Weasley, ¿cuál es la pose favorita de Hermione?" preguntó Snape.

"Le gusta de todo" confesó Ron sin mirar a Hermione. "Algunas veces hasta me da miedo, me pide que la amarre y le pegue con un látigo lleno de cosas metálicas en las puntas. A veces grita y otras veces simplemente llora, pero sé bien que es un llanto fingido porque a la muy zorra le gusta que la azoten"

"Esas son declaraciones muy fuertes joven Weasleeeeeey, ¿está seguro de lo que dice?"

"Por su puesto, si hacen que se gire verán las marcas en su espalda. Está peor que Jesucristo."

¿Quién?

"De media vuelta Miss Grangeeeeer"

Sin poder evitarlo, Hermione se dio la vuelta y en la pared oscura frente a ella vio el millar de luces que se desataron repentinamente como si de perros hambrientos se trataran.

"Esto es algo que ninguno de nosotros se esperaba" comentó Snape en un tono exagerado. "¿Qué puede decirnos de esto Miss Grangeeeeer?"

"Por supuesto lo negará" se adelantó Ron "pero pueden preguntarle a Harry, él también sabe lo que le gusta a Hermione"

"Que traigan a Potter" masculló Snape y por primera vez desde que llegó a ese lugar, Hermione pudo comparar a ese tipo con Severus. Su voz se transformó de la de un conductor de programa barato a la del verdadero Severus, lleno de odio y rencor indiferente hacia Harry.

Al igual que Ron, Harry apareció de una nube rosada y de espaldas a Hermione.

"Habla gusano" masculló Severus.

"A Hermione le encanta el perrito y no me refiero a la pose. Fang, el perro de Hagrid, se la coge todos los días, Hermione no puede dejar de pensar en la gran verga rosada del perro. Todo el día habla de ella y nos pide, a mí y a Ron que le demos como Fang, que aprendamos a ser hombres y que usemos la varita para hacérnosla crecer o que le demos con ellas. Le gusta por todos lados. De pie, recostada, arriba, abajo, de ladito. Es insaciable. Miren como me la dejó. En un arranque de lujuria desenfrenada me mordió y me arrancó el glande, la muy ****..."

- ¡BASTA! -Hermione gritó con todas sus fuerzas y el silencio la rodeó, aquello era demasiado, ¿qué diablos les pasaba?-. Esto no se quedará así, hablaré con el profesor Dumbledore.

"No hay necesidad de que lo hagas, querida" habló la voz de Dumbledore. Hermione escuchó sus pasos acercándose. Al ver al director se quedó petrificada, él también estaba de espaldas a ella.

"Por supuesto que estoy de espaldas a ti, pequeña putita" dijo Dumbledore con su tono amable de siempre. "Ya no eres digna de mirarnos al rostro, eres una perdida. Y no se te ocurra subir a mi despacho, se bien lo que quieres hacer conmigo, pero no puedo complacerte, jovencita, mi verga le pertenece a la profesora McGonagall"

- ¿De qué diablos están hablando? ¿Por qué me hacen esto?

Nadie respondió.

- ¡Ron por favor! -se acercó a él y le dio la vuelta. Su rostro había desaparecido, no importaba cuantas veces Hermione lo girara, siempre encontraba su nuca, era como si su cabeza se hubiese convertido en una bola de pelos sin rostro.

Se giró petrificada, delante de ella estaba la única persona que no tenía la cabeza llena de pelos. Sus ojos negros la penetraban con una furia que la proyectó hacia atrás. Hermione miró su cuerpo y hasta ese momento se dio cuenta de que estaba completamente desnuda.

¿Por qué?

"Porque eres una..."

- ¡Cállese! -aulló Hermione antes de que Severus pudiera tacharla de una "cuatro letras". No se lo permitiría.

"No puedes hacer nada para impedírmelo, putita"

Los ojos se le llenaron de lágrimas, la vergüenza que sentía por estar desnuda ante su profesor le presionaba las entrañas como una barra de acero atravesada por su ombligo.

- No, no, no, nonononono. ¡Déjenme en paz!

Echó a correr.

La hierba le acariciaba los pies, Hermione la sentía debajo de ella y le hacía cosquillas, Harry y Ron se habían marchado sin ella y ahora no podía alcanzarlos.

"Corre Hermione" le gritaba Ron alzando una mano, por la posición en la que estaba el chico, Hermione debería de ser capaz de ver su rostro, sin embargo allí había puro cabello.

- ¡Espérenme! -gritó Hermione y no estuvo segura de si sus amigos podrían escucharla, carecían de orejas así que lo más lógico era que no pudieran hacerlo.

Corrió más deprisa.

"¡NO PUEDES ESCAPAR DE MÍ!" Aulló la voz detrás de ella. La lluvia la cegaba y le lastimaba las mejillas. La lluvia tormentosa había pedido refuerzos y el granizo había venido en su ayuda. Ahora sus pies no eran acariciados por el pasto sino por la dureza del hielo. Las piernas comenzaban a dolerle, no sabía por cuanto había corrido pero pensaba que serían miles de kilómetros.

Pronto no podría correr más.
Severus se acercó a ella y la tomó por los hombros. Un flash en la oscuridad atrajo la mirada de Hermione y el movimiento fue bien aprovechado por Severus quien clavó sus labios con violencia desenfrenada en su delicado cuello.

Hermione sentía los gélidos besos de su profesor en su cuello y no podía hacer nada para apartarlo. Intentaba reprimir el asco y la repulsión que la dureza pegada a sus piernas desnudas le provocaba.

- Déjeme -murmuró sintiendo el llanto reptando por su garganta con garras que atravesaban la delicada piel de su interior.

"Corre Hermione"

El dolor en sus pies.

Las manos de Severus en sus hombros, en sus brazos.

En sus senos.

- Déjeme

"¡Hermione!"

Cayó al suelo sin poder evitarlo.

"Gime, mi pequeña putita"

"Corre Hermione, corre"

"Pero claro que no puedes correr, ahora eres mía."

"Mía y de nadie más"

La lengua reptaba por su piel, desnuda y frágil.

- Hermione.

- ¡No!, déjeme.

¿Mis zapatos, dónde están mis zapatos?

La puerta de su cuarto, separándola de aquello que deseaba, la calidez

La dureza, la humedad de esa lengua que la saboreaba golosamente, que no la dejaría escapar.

- ¡Hermione!

Abrió los ojos con un sobresalto.

14/12/08

** Dedicado especialmente a la Maldita de Zely**
Que también debe ser una cuatro letras la muy desgraciada...

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