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Visiones Nocturnas. (Por: Victoria Heureux)

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Mensaje por Victoria Heureux Sáb Oct 08, 2011 6:18 pm

Quería compartir con ustedes un texto que escribí hace un par de años, me encantaría recibir sus comentarios ^^ ... Espero que les guste.

____________________________________________________________

Me había despertado aquella noche con una horrible sensación en el
pecho. Había estado soñando, y lo que vi en el sueño no era nada
alentador, más bien había sido una terrible pesadilla, una de las peores
que halla tenido.

En la misma Isabella me acompañaba,
caminábamos por uno de los pasillos exteriores del castillo, como era de
esperarse un día normal en nuestra reciente casa de estudios. El sol
brillaba como nunca antes lo había hecho aquella mañana, era tan
brillante que calentaba las piedras del edificio con rapidez, secaba el
césped como las hojas se secan en medio del desierto y nos cegaba si nos
atrevíamos a posar nuestros ojos en el horizonte.

Yo estaba
callada, (hecho un tanto inusual para mi comportamiento en esos días)
mientras observaba con cierta incertidumbre a mis compañeros que iban y
venían, que caminaban ligeramente siguiendo sus horarios, revisando
apuntes antes de entrar a sus clases, actuando tal y como debía ser un
día cotidiano en el colegio. Pero algo los inquietaba.

No podía
verlo en sus rostros, éstos no expresaban aquella sensación que yo
sentía, esa agitación, esa intranquilidad que me estaba enloqueciendo
porque sabía bien que no provenía de mí, sino de ellos, de sus
exhalaciones, de sus cuerpos… El espíritu de cada alumno se hallaba
inquieto; eso me daba la sensación de que algo no iba bien y que no
podía definir el por qué de aquella intuición, aquel presentimiento tan
oscuro y doloroso.

Bella estaba a mi lado, se debatía por
calmarse ante la ola de calor y la exasperación que le producía pensar
en que debíamos ir a la Torre de Adivinación en ese momento. Justo
estaba aflojándose la corbata del uniforme antes de doblar esquina
adentro del castillo cuando escuchamos un estallido, seguido de los
incontables gritos de horror de los alumnos que se encontraban allí, y
de los que ahora luchaban por huir en ese instante.

Sus voces,
sus rostros espasmados y nerviosos se fijaban en mi mente como si tomara
fotografías con el flash más potente. Algo se había roto en el centro
del castillo produciendo aquel estruendo, algo grande, pero no era
precisamente aquello lo que más me preocupaba.

Volteé a ver a
Isabella, quien como yo estaba petrificada del susto, observando la
escena que me pareció transcurrir en cámara lenta. Los alumnos corrían
hacia el bosque sin contener sus gritos de horror, chicos y grandes se
aglomeraban en todas las posibles vías de escape, tratando de evadir
aquello que los horrorizaba.

No vimos a los prefectos ni
tampoco a ninguno de los profesores tratando de establecer el orden o de
calmar a los demás, había un completo caos que se deslizaba como agua
entre los dedos, la situación era delicada y cómo no pensarlo, si
ninguna de las figuras que representaba protección para nosotros se
mostraba alrededor.

- Esto es muy grave…- Pensé, pero no me
atrevía a moverme de donde estaba. Qué habría sucedido, qué clase de
abominación pudo haber burlado las poderosas barreras que nos han
mantenido a salvo durante siglos.

Me detuve en mis pensamientos
cuando lo que presencié a continuación casi me tumba al suelo de la
impresión, ahora podía saber en dónde se encontraban los prefectos… Los
veía salir del castillo en parejas, cargando los cuerpos inertes de
alumnos que parecían petrificados.

No podía definirlo, no podía
saber si por las expresiones horrorizadas de sus rostros inmóviles
estaban muertos o congelados. Aquellos cuerpos que los prefectos
cargaban lucían duros como piedras, eran tan inusuales las posturas que
habían adoptado que no sabría definir si habían caído desde varios
metros de altura, o si los hubieran torturado hasta la muerte. Sus
brazos y piernas se veían totalmente resquebrajados, torcidos o doblados
hasta el límite de la incredulidad, y las expresiones en sus rostros
hubieran robado el alma de cualquiera que los hubiese visto, en ellas,
el dolor se hacía una máscara de carne y hueso.

Las piernas me
temblaban, estaba hiperventilando inmóvil, y sentía mis ojos
desorbitados presionar contra las paredes de mi piel, como si grabaran
aquella terrorífica escena en una cinta macabra. Ese tipo de magia
cruzaba los límites de la usual... debía ser magia negra antigua; la más
poderosa magia negra que un hechicero pudiera manipular.

De esa
manera pude comprender. Vinieron por él, y no escatimaron en los
límites, su destrucción debía fluir como la ira que se libera en un
grito desalmado y desgarrante. No tendrían misericordia y enaltecerían
sus nombres al hacer de la escuela el epicentro de su guerra, no
quedaría nada a su paso… No había tiempo ¡¿Dónde se encontraban todos?!
¿Lo habrían capturado ya?...

¡No! No puede ser tan sencillo, sé que has podido escapar, lo has hecho ya tantas veces, aún no puedes estar muerto, no tú…

- ¡Victoria, tenemos que salir de aquí!-

Escuché
el alarido de Isabella y el jalón en el brazo que me propinó, me
arrastraba en contra de mi voluntad, puesto que en ningún momento quise
moverme de donde estaba. Sabía que no lograba nada con permanecer en
aquel sitio, pero no podía, simplemente no podía huir… de alguna manera
tenía que hacer algo, él no debía simplemente enfrentar todo aquello
solo, necesitaba toda la ayuda posible y yo estaba allí, petrificada del
susto, siendo arrastrada hacia una salida por mi hermana.

-¡¡ Bella no, Harry está allá adentro!!-

Exclamé
a todo pulmón al tiempo que las lágrimas me emborronaban la visión y
entrecortaban mi aliento; a cada paso regresivo dado por mí sentía cómo
el pecho me oprimía, moriría… podía sentir que ese día moriría y no
había nada que hacer al respecto, incluso si daba marcha atrás, y aún no
estaba dispuesta a ello, a retroceder, yo daría mi vida por ésa
persona que estaba allá dentro, luchando por la paz de nuestro mundo, y
por conseguir la suya propia.

Isabella se quebraba en mil
pedazos, el caos a nuestro alrededor le apuñalaba los nervios y eso era
algo que jamás logró manejar, si no la calmaba pronto se desmayaría
antes de que pudiera tomar alguna decisión o continuara arrastrándome
hacia el bosque, por ello traté de hacerla entrar en razón.- ¡Bells,
espera…!-

No pude enunciar una palabra más. Un estallido mayor
que el de hacía unos instantes había silenciado mi voz, y la expresión
en el rostro de Bella no cabía dentro de las más regulares para expresar
terror.

Sobre nuestras espaldas se elevaba una llamarada
infalible, alcanzaba más de veinte metros de altura y las llamas eran
tan densas como la lava hirviendo, los alumnos que aún habían
sobrevivido corrían en dirección a los terrenos sin dejar de gritar,
ésta sin duda era la peor catástrofe que hubieran podido presenciar en
sus vidas. El estallido había sido tan grande que el suelo bajo nuestros
pies se sacudió y caímos de bruces en el acto.

Entonces vimos salir de entre las llamas aquel rostro…

El
rostro que traía la muerte a cualquier lugar sobre el que se posara,
aquella tez esquelética y raquítica, con dos agujeros finos haciendo las
veces de fosas nasales sin aquella formación, y sus ojos color carmín
de pupilas verticales, iguales a las de las serpientes por las que
sentía tanta fascinación, expresaba su ira en un alarido que resonó
entre el fuego y las paredes del castillo.

Mis labios se movieron, pero no emitieron sonido alguno…

- Voldemort.-

Empecé
a negar con la cabeza desde el momento en que mis ojos vislumbraron
aquel rostro entre las llamas, los gritos de Isabella eran los más
audibles para mí en primera instancia, y en cuanto divisé el rostro
demoníaco de nuestro más letal enemigo, los míos se apresuraron en
salir desmesuradamente.

-¡¡HARRY!!-

Me levanté como pude y
eché a correr en dirección al castillo, me zafé de Isabella
inmediatamente, no había sido intencional aquel gesto, yo no podía ser
brusca con mi hermana en ningún momento, pero al presenciar aquella
escena un impulso fiero dio movilidad a mis piernas. De mi boca
salieron miles de maldiciones dedicadas a aquella llamarada mientras
corría, hubiera destrozado mi garganta a gritos de no ser porque lo que
sucedió después me detuvo por completo.

Hogwarts se había
convertido en un infierno. Las llamas lo cubrían de palmo a palmo y
parecían tocar el cielo… Lo devoraron todo, todo estaba perdido… Caí de
rodillas por la impresión de ver a la que hasta entonces había llamado
casa ser consumida por las llamas, y sorpresivamente, del edificio
emergió una criatura que no pude reconocer debido a aquel desorden, sólo
podía saber que poseía un gran tamaño, puesto que el más leve de sus
movimientos derribaba paredes y pilares a su alrededor.

En ese momento sentí los frágiles brazos de Isabella rodeándome por detrás y tratando de levantarme.

- ¡¡ Es un gigante, corre!!-

Exclamó mi hermana con todas sus fuerzas, pero fue inútil.

Escuchamos
el rugido del monstruo al tiempo que fugazmente lo vimos emerger entre
las llamas. Era una criatura colosal que se asemejaba a un hombre
corpulento y excesivamente grotesco, su tamaño distorsionaba sus
facciones toscas, que a la luz del fuego se maximizaban en toda su
fealdad. No había tiempo para pensar en nada, ni siquiera en la
posibilidad de que la criatura que teníamos enfrente en realidad
hubiese salido del castillo; era algo ilógico, inhumano, una completa
calamidad a la altura de la oscuridad de Lord Voldemort.

Sucedió
en un parpadeo, pero la magnitud de los pensamientos que cruzaron por
mi mente en aquel instante me hizo sentir que había durado mucho más
tiempo, sentir la fuerza con la que viví aquel episodio. Sabíamos que no
teníamos escapatoria, y que si no era en manos del gigante o las
llamas, moriríamos en manos de los mortífagos que se cruzarían con
nosotras… ¿Por qué no estuve lista? Por qué no preparé la varita y
recordé los hechizos a tiempo… No pude protegerte Bella… Y a él, no
pude ayudarle en lo absoluto…

Ya era tarde para debatirse en
ello, no quedaba nada en la tierra para Bella y para mí, Hogwarts se
hundía, se esparcía en cenizas ante nuestros ojos que de un momento a
otro se cerrarían esperando a alguien que no pudo acudir a rescatarnos.
Sólo esperaba que él hubiese sobrevivido, y que le diera fin a tanta
oscuridad y pena que cubría nuestro mundo… Debes vivir… Para asegurar el
futuro de nuestra generación... Para que aún tengamos esperanza.

Mi
único consuelo para aquel momento, era el de tener la oportunidad de no
morir tan trágicamente sola, llegaba el fin de mis días, e Isabella
estaba junto a mí… Siempre junto a mí.

“No lo merecías, hermana
mía… Perecer de esta forma tan vil. Hubiera dado todo de mí por
salvarte, por darte la oportunidad de ver aquello que él lograría, pero
no podría sentirme más completa y agradecida de que estés aquí.”

Bella
me dirigió su mirada más dulce, sus ojos empañados reflejaban las
llamaradas que crecían cada vez más y más, sabía que podía sentirme
tanto como yo a ella, después de todo, mi gemela era parte de mi cuerpo,
y de mi alma a su vez. Podíamos irnos tranquilas… Sólo ella era
necesaria para mí donde quiera que estuviese en la otra vida.

Tomó
mi mano y me asió con firmeza en un abrazo, justo en el momento en que
la bestia arremetió contra nosotras y nos agarró con una mano de
increíbles proporciones. Sentía la presión de la misma como si estuviese
sumergida bajo metros y metros de agua, pero lo soportaría, mi
respiración se entrecortaba… Bella estaba conmigo. Todo acabaría pronto…


Cerré mis ojos y escuché el rugido del gigante amortiguado por
su piel, y un dolor que jamás había experimentado recorrió cada
centímetro de mi cuerpo, mis huesos se quebraban como se quiebra una
copa de cristal cuando impacta con el suelo, era el momento.

Antes
de que el silencio me absorbiera y que me indicara el final de ésta
etapa de mi esencia, pude ver, brillando en medio de la oscuridad
aquellos ojos verdes de los que tanto hablaba la gente… Esos ojos que me
habían impulsado a proteger con mi vida aquello que más amaba, y pude
comprender por qué las personas habían dejado su corazón y sus creencias
puestas sobre aquel niño que vivió. Comprendí el sacrificio que su
progenitora hizo por él, y que tanto le sirvió para fortalecerse a
través del tiempo, y confié… Confié en que el mundo sería un lugar mejor
gracias a él.

- Harry… No me falles, yo creo en ti.- Ése había
sido mi último pensamiento antes de morir, el mismo que retumbó en mi
cabeza antes de despertar bañada en un sudor frío y mi respiración
agitada aquella noche de verano, en la víspera de nuestro regreso para
otro año en Hogwarts.

Victoria Heureux

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