Por el Callejón Diagón: (Erina Clawford, Nerea Scottom y libre)

Acaba de abandonar el Caldero Chorreante y contemplaba la longitud repleta de magos y brujas que iban y venían en toda la extensión del mítico Callejón Diagón. La verdad es que no sabía como iba a encontrar a Erina entre semejante barullo de gente, debimos haber quedado en el Caldero o en la Heladería de Florean Fortescue y de paso disfrutar merendando tranquilamente en ella.
Estiré el cuello y me puse de puntillas en un esfuerzo bastante inútil de intentar ver entre la multitud de gente que iba y venía por el callejón, Tras unos largos diez minutos terminé de impacientarme y decidí echar un vistazo entre la multitud. Me ajusté la capa de viaje sobre mis ropas y empecé a caminar.

Recorrí el callejón despacio mirando a todos lados en busca de Erina, pero no había rastro de ella entre los peculiares magos y brujas de todas las edades que hoy se encontraban caminando allí. Quizás debería enviarle un mensaje y citarnos en algún sitio concreto, pensé mordiendo el labio inferior, pero de todas formas ya debía de haber salido de su casa. Lancé un rápido vistazo al reloj de pulsera sin manecillas, y con unos extraños símbolos por números, que cambiaban de color a medida que transcurría el tiempo. Ya han pasado veinte minutos de la hora acordada y no la veía por ninguna parte.

¿Y si pruebo a llamarla a voces?, pensé pero al instante sentí un poco de vergüenza ante la idea, desde luego empezar a dar voces llamando a Erina no me atraía demasiado. Seguí caminando por el callejón mirando a todos lados, buscando con la mirada y de vez en cuando ojeando los escaparates de las tiendas. Me apetecía ir a ojear las escobas para ver los nuevos modelos, hacía tiempo que quería reemplazar mi Cometa 300 por algún nuevo modelo, quizás una Nimbus o Barredora de última generación, aunque eso me supondría un buen sablazo de galeones. Pensé divertido mientras me detenía ante el escaparate de la tienda de escobas.

-Gran idea la de quedar en el callejón Diagon, así sin más-dije para mis adentros.

Aquel lugar estaba abarrotado de gente. Era imposible que pudiese encontrar a William entre la multitud, así que después de echar una mirada superficial decidí ir viendo tiendas y ya lo encontraría cuando se diera esa suerte. Pasé por la tienda de animales mágicos. La verdad, hacía poco que había perdido a mi lechuza Hady y ya iba teniendo ganas de adquirir otra. Pero tampoco quería andar comprando nada antes de encontrar a William, ya que ya un año me había pasado que me había gastado todos los galeones en caprichos y luego me había encontrado con que no tenía para pagar lo esencial. No quería tener que pedirle prestado a Will otra vez. Así que para no verme en tentación salí de la tienda y me quedé de pie plantón en el centro de la calle.

Así como estaba me pasé alrededor de media hora. Hasta que al final decidí recorrerme toda la calle. Ya estaba llegando al Caldero Chorreante cuando vi, en la tienda de artículos de quidditch, a una persona que me resultaba muy familiar.

-¡Hombre, William! ¿Cómo puede ser que no me lo imaginara? Tú y las escobas...

Corrí hacia donde estaba y le di un abrazo. Hacía tiempo que no le veía, porque a pesar de que éramos vecinos yo me había pasado todo el verano trabajando, ya que mi familia no andaba muy bien de dinero. Esas vacaciones nos habíamos visto más bien poco, de ahí la ilusión que tenía de que comenzaran otra vez las clases. Era más divertido que andar de cajera de supermercado.

Había quedado con el amor de su vida, Alex Ubago, en el callejón diagon, se suponía que se encontrarían allí pero con la gran multitud de gente no le encontraba ni a nadie del colegio que le hubiese podido ver. Se mordió lentamente el labio inferior andando por el callejón, llevaba su capa del colegio aun que debajo de este ocultaba su vestido negro ajustado que soloía llevar 1 vez cada medio año, era muy raro que ese día se lo pusiese. Iba andando trnauilamente mirando al suelo pensativa cuando chocó sin querer con dos muchachos, se parecían a los nuevos del colegio, a los cuales presentarón días antes, unos dos o tres. Les miró algo sorprendida puesto que no esperaba tales personas en ese lugar. Esbozó una sonrísa y con educación hablo.
Lo siento, no os vi.Hizó una pausa y continuó. ¿Sois los neuvos del colegio, verdad? Volvió a sonreir y prosiguió. Me llamo Scottom, Nerea Scottom, pero podeís llamarme Nere. Encantada

-¡¡ Erina... !!.- Apenas terminé de nombrarla y me había rodeado con sus brazos. Yo le correspondí abrazándola con fuerza, contento de volver a verla.

-Veo que recibiste mi lechuza....- añadí: -pensé que no te habías enterado. Has estado desaparecida todo el verano.- Miré arriba con la vista y suspiré levemente: -Bueno, yo tampoco he estado disponible este verano.- Sonreí mientras la miraba a los ojos.

Permanecí unos instantes observando a Erina en silencio, luego dije:

-Sí, ya sabes que me encanta el Quidditch, estoy pensando en comprarme una escoba nueva.- Llevé los ojos a la tienda de artículos de Quidditch fugazmente; -Mi escoba está bien pero le falta un po.....-

Una chica más o menos de nuestra edad y morena se nos había acercado y llevaba una capa de Hogwarts. Cuando estaba a nuestra altura se dirigió a nosotros:

-Hola, veo que también estás en Hogwarts.- Respondí con amabilidad mientras escuchaba sus palabras. -En realidad... llevamos en Hogwarts desde primer curso, pero.... - Me ruboricé ligeramente mientras le comentaba: - no somos unos estudiantes muy populares, además con todo lo que ha pasado estos cursos pues....- Sonreí a la chica.

-Bueno, Erina sí es la aplicada.- La miré con complicidad. -¡¡ Pero no nos hemos presentado !!.- Extendí la mano hacia ella:

-William Hearst, sexto curso en Slytherin.-

Estábamos hablando William y yo cuando se nos acercó una chica cuya cara no me sonaba. Dijo que se llamaba Nerea. Me llamó la atención cuando preguntó si éramos nuevos, porque yo pensaba que era ella quien lo era. Pero tampoco dije nada porque normalmente, por algún motivo o por otro, siempre me perdía el reparto de casas.

Y la verdad es que lo de pensar en mi primer año me trajo buenos recuerdos. Todavía me acordaba de aquellos primeros momentos en los que todo para mí era impresionante. Yo había vivido siempre con muggles, y el verano posterior a mi primer curso me llamó la atención lo retrasado que me parecía aquel mundo en comparación con el de Hogwarts. Aun así, lo bueno que tenía el mundo de la magia es que nunca te dejaba de sorprender, y yo tenía muchísimo todavía por aprender.

-Yo me llamo Erina Clawford, y soy también de sexto curso. Encantada-dije tendiéndole la mano-. ¿Tú en qué curso estás y de qué casa eres? -le pregunté intentando indagar por qué razón no nos habíamos visto hasta ese momento.

Se colocó bien el pelo y la capa mostrando el simbolo de su casa sonriendo.
Les dió dos besos a cada uno con algo de educación, no quería ser mal educada y menos con alguien de su colegio.
Yo soy Nerea Scottom, séptimo curso y.... Hufflerpuff, como podéis ver por mi capa.
Se acabó de arreglar su pelo y la capa haciendo que quedase todo como estaba antes de salir de su habitación del colegio.
¿Os apetece tomar algo?
Dijo como propuesta ya que no sabía que hacer puesto que la habían vuelto a dejar plantada, una vez más.

Iba caminando por el callejon diagon practicamente hacia ninguna parte; estaba algo aburrida y de pronto localize a unos cuantos chicos conversando.
Se me ocurrio la idea de ir a saludar puesto que no tenia pendientes por el momento.
Asi que con paso despreocupado me dirigi hacia ellos . Y cuando estuve lo suficientemente cerca , me di cuenta de que ninguno de ellos me era familiar. Pero no me sorpredi en absoluto. Y sin mas que observar sonrei.
-Hola! - dije con voz entusiasta
-Soy Alice ¿Como estan?- dije formando una fina sonrisa

-Hum...., Scottom.- Respondí mientras mi vista iba alternativamente del rostro de Nerea al escudo negro/amarillo con el tejón de Hufflepuff. ¿No tienes algún hermano mayor u otro pariente jugador de Quidditch?, me resulta familiar tu apellido.- Y añadí con una sonrisa: -Encantado Nerea.-

Me dirigí a Erina: -Pues sí, me apetece tomar un refrigerio. Además aquí en medio de la calle no es lugar para conversar, ¿No os parece?- Dije mirando a las personas que caminaban alrededor nuestro.

Iba a a sugerir ir a la heladería cuando otra chica se presentó a todos nosotros. Era alta, con una bonita melena pelirroja pelirroja y ojos azules. Parecía ser también otra escolar de Hogwarts y desde luego mi quedada con Erina se estaba convirtiendo en una concentración escolar. Si durante mis anteriores cinco años de curso apenas me había relacionado con otros compañeros de curso, ni siquiera de mi propia casa, parecía como si este día fuera a invertirse mi proceso social.

-Hola Alicia, encantados todos.- Con la mano derecha extendida señalé con cortesía a Erina y Nerea. -Nerea Scottom de Hufflepuff, Erina Clawford de Rawenclaw y William Hearst de Slytherin.- dije divertido.

-Solo nos falta un Griffindor para completar la reunión.....-

Cuando Nerea nos mostró el símbolo de su casa en la capa, me sentí muy estúpida.
-¡Qué empanada que soy! ¡No había caído!-dije poniéndome colorada.
Entonces nos preguntó si nos apetecía ir a tomar algo y me pareció una gran idea, ya que con las prisas de llegar a tiempo a donde había quedado con William, no había bebido ni agua al salir de casa.

-Sí, vayamos a tomar algo, que tengo mucha sed.

Estábamos apunto de caminar en busca de dónde sentarnos cuando apareció otra chica. Curiosamente, tampoco me resultaba familiar. Ahora me empezaba a dar cuenta de lo poco que me había relacionado en la escuela durante estos años. Y la verdad es que yo era algo tímida, así que eso podía justificar el que no conociese a casi nadie.

William nos presentó a todas las presentes y ante su comentario de que ya sólo nos faltaba un griffindor para completar la reunión, no pude evitar reírme.
-Quizá nos lo encontremos de aquí a... ¿A dónde os apetece ir?-les pregunté.

Cuando William le preguntó sobre si tenía un hermano una gran tristeza recorrió por todo su cuerpo, hacía un par de semanas que su hermano gemelo, Gary, había sido atacado por un par de mortífagos y había muerto tras una pelea de 3 contra 1, o eso le habían dicho por carta los ministros, que oficialmente se había quedado sola en este mundo. Esbozó una sonrisa algo forzada asintiendo a la pregunta de Willam. Miró a Erina sonriendo y tras eso miró a la muchacha que se había acabado de presentar. Alice, la chica la resultaba familiar por eso mismo no dijo nada. Al cabo del rato intentó esbozar otra sonrisa y la saludó tal y como a ellos dos, con un beso en cada mejilla.

Abrí la puerta de la tienda de libros apresuradamente. Nunca antes había visto tantos libros mágicos. Las estanterías los tenían apilados de cualquier manera, ordenados como si de piezas de "Tetris" se trataran. Tenían los lomos anchos, cubiertos de cuero aterciopelado y las hojas amarillentas. ¡Parecían muy antiguos! Saqué el pergamino y revisé el contenido.

[Los alumnos de sexto tendrán de... bla, bla, bla]

Releí de nuevo los garabatos de tinta sobre el papel. Las asignaturas me parecían raras. Diferentes a las que cursé el año pasado. El año pasado... Eso sí que era estudiar como una loca para superar los TIMO.

-Por lo menos, no hay matemáticas -esbocé una sonrisa y guardé el pergamino.

Avancé por entre las estanterías en busca de los títulos que me enumeraba la lista. Cargué con todos los volúmenes hasta la barra donde la dependienta me cobró por todo. Salí de la tienda con los libros apilados en mis manos y crucé la calle sin mirar.

-Podríamos ir a la Heladería, o si queréis al Caldero Chorreante.- Dije sin pensar demasiado pues me parecía haber visto a alguien conocido cruzando la calle entre la multitud.

-Heeey !!!!, Mao !!!!, Mao !!!!, aquí !!!!.- Empecé a gritar agitando el brazo en alto y de puntillas, armando un buen escándalo de manera que muchos magos y brujas que circulaban por la calle se volvían a mirarme, algunos con curiosidad, otros con gesto reprobatorio.

-Mirad, ahí está Mao de Gryffindor, parece que a este paso nos vamos a encontrar con todo Hogwarts.- Dije riendo a las chicas.

Se estaba formando un grupo variopinto de alumnos de Hogwarts aquel día, casi que podría estar seguro que tanto el propietario de el Caldero como el de la Heladería estarían muy contentos de vernos entrar en su local.

La verdad es que no estaba acostumbrada a estar con gente, así que aunque parecían animados porque fuésemos tantas personas yo ya estaba pensando en cuándo llegaría por fin el momento en que nos separásemos. Yo estaba más acostumbrada a estar sola o con un número muy reducido de personas. Normalmente a partir de tres personas los grupos se me hacían inabordables. Pero no obstante, seguí fingiendo que aquello me parecía fabuloso.

-Me parece todo bien. Si queréis vamos al Caldero Chorreante, ya que somos un grupo tan numeroso...

De repente, estábamos debatiéndonos sobre dónde ir cuando William llamó a Mao. Volví la vista y vi a aquella chica de facciones orientales acercándose a nosotros. Me acordaba de ella, porque la había conocido más o menos cuando andaba por tercero, aunque tampoco había tenido mucho trato con ella, dado que íbamos a diferente casa.

-¡Hola, Mao!-le dije yo cuando estaba ya al lado de nosotros-. ¿Qué tal las vacaciones?

Caminaba a tientas y de vez en cuando asomaba los ojitos por encima del título del primer libro que se alzaba en la columna que llevaba. De pronto escuché mi nombre al otro lado de la calle.

-¡Hey Mao, aquí, Mao!

Parecía que llamaran a un perro. giré a cara y me fijé que era William, al que no veía desde el curso anterior, también estaban Erina y otras chicas que habré visto por los pasillos y en las clases compartidas. Me acerqué a ellos y dejé la pila de libros en la acera.

-Hola chicos... ¡Uff! Este curso parece movidito. ¿Qué tal sus vacaciones? Yo me he pasado todo el verano leyendo libros. Y por favor, dejen de llamarme por mi apellido -les guiñé un ojo-, no estamos en el siglo pasado ni en China.

-Vaaaale.- Le respondí a Irlins en tono conciliador.

-Pues yo estuve visitando a unos parientes y por lo demás se me ha hecho corto el verano, dentro de poco estaremos en el colegio otra vez.-

Me quedé un rato pensativo estudiando las diferentes opciones y al final me decidí por la propuesta de Erina: El Caldero Chorreante. A fin de cuentas cualquier lugar era bueno en estos momentos y por otro lado ya eramos mayorcitos para helados y batidos. Además podríamos sentarnos en un rincón apartado donde intercambiar las experiencias veraniles....

-Bueno pues al Caldero Chorreante, creo que tienen un nuevo licor de Raíz de Regaliz Verde.- Apoye las manos en los respectivos hombros de Erina y Irlins. -Pero solo pagaré una ronda,- Dije despreocupadamente, como el que no quiere la cosa pero lo suficientemente alto para que todas lo oyeran. ¿Volveremos a las andadas en el cole, ¿Verdad Ma... Irlins?.-

Y todos arrancamos a caminar en dirección del Caldero Chorreante.


((( Para que coja ritmo, me permito la "Licencia" de ponernos a todos a caminar al Caldero Chorreante. xDDD Disculpen las Molestias )))

Llegamos al Caldero Chorreante. Estaba lleno hasta la bandera, no sabía cómo íbamos a acomodarnos allí. Pero finalmente nos sentamos cada uno donde pudimos.
-Probaré el licor ese de regaliz verde que ha salido nuevo-dije al del bar-. Y también tengo hambre, pon algo para picar.

Todos fuimos pidiendo y mientras nos ponían lo que queríamos yo aproveché para seguir hablando.
-Pues yo me he pasado todo el verano trabajando... Menudo aburrimiento. Menos mal que por fin vamos a empezar las clases. Y el trabajo era tan estresante que me vi tentada a usar la magia para hacerlo todo un sinfín de veces. Vamos, que voy a empezar el curso en Hogwarts de milagro. Buff estoy deseando tener la mayoría de edad.

Me trajeron el licor de regaliz y fui a probarlo. Pensé que me gustaría y bebí rápido. Pero cuando ya tenía todo el líquido en la boca me di cuenta de lo asqueroso que estaba. Y sin saber qué hacer acabé escupiéndolo todo por el suelo.
-Buaaaaaaaaaaah! Q ascoooo!-dije atiborrándome a los frutos secos para tratar de quitarme aquel sabor.

Por lo visto no sólo había escupido el suelo, y un hombre muy gordo que estaba sentado se volvió hacia mí con una cara de mala leche tremenda.
-Ay, lo sieeento, ha sido sin pquerer, de verdahh-dije con la boca llena de almendras.