Despejar la mente [Noah Moondeath]

El día soleado no se acopla a su estado de ánimo, ve el cielo tan vacío, solo el sol se veía en lo alto, y aunque hacía calor, una suave brisa veraniega aparecía de vez en cuando, dándole un casi insignificante alivio.

Estaba abrumado, hoy era uno de esos días en los que no se aguantaba ni él. Despejar la mente era lo que le había llevado a andar como un idiota alrededor de los terrenos del colegio, y casi con tristeza, se dio cuenta de que en realidad, evitaba a casi toda persona que se le acercara, y prefería andar más tiempo solo que acompañado.

Había salido del castillo consternado, hacía tanto que pensaba en ella, años realmente. Y hoy, como si su mente le jugara una mala pasada, le recordaba más que nunca, y todo, porque absurdamente había escuchado sobre “…una chica nueva, una pelirroja de Gryffindor…” - y no, no iba a repetir el “..y que está bien buena…” que acompañaba a esa frase - …era absurdo pensar que podría ser ella, pero una parte de él se resignaba a darla por perdida…

De golpe aparecieron todas las imágenes en su cabeza, su sonrisa, su cabello rojizo, sus ojos, sus manos, su caminar, su voz, y...Como nunca antes, se sintió furioso.

De hecho, quería odiarle, por desaparecer como si nada, porque no le tuvo la confianza suficiente como para confiarle lo que le pasaba, o lo que pretendía hacer. Nadie desaparece de la noche a la mañana, por mucha magia que hubiese, nadie. Y tampoco aprendes a olvidar a tu mejor amiga, a esa persona que de alguna forma, te completa…así pase un año, un lustro, o una eternidad…

Y la verdad es que nunca lo haría, así regresara hoy, mañana o dentro de diez años, el siempre estaría para ella, y cuando terminara Hogwarts, le iría a buscar…y si se diera el caso, lo único que quería preguntarle era: ¿Por qué?...

Sin darse cuenta, había llegado a las orillas del bosque prohibido. No sintió temor alguno, sabía los peligros que corría al estar tan cerca, y aunque no tenía ganas de pasar ningún altercado o hacer que por su culpa le restaran puntos a su casa por andar donde no debiese…se adentró un poco más, sabía que había un pequeño claro un poco más allá…

De a poco, me fui adentrando en el bosque, llevaba la mirada al suelo, las manos en mis bolsillos, pateando lo que encontraba a mi paso, chocando levemente con algunos árboles, complemente ajeno a lo que me esperaba más adelante.

Miré al frente un segundo, cuando de repente, un brillo plateado cruzó velozmente frente a mis ojos, y como reflejo solo atiné a tomar mi varita con fuerza, mientras me hacía hacia atrás, buscando el origen de su precedencia.

- ¿Pero qué demo…?

De repente sentí como si me hubieran dado un buen golpe en el estómago. Esa sensación, de quedarse sin aire, de ahogarse…o cuando el pecho se te oprime cuando vez algo que realmente te hiere. Y era exactamente lo que estaba viendo…

Su cabello rojizo brillaba de una manera atrevida, contrastando con el verde impoluto del bosque, y me miraba, como si nada, impasible como la mismísima roca que se encontraba a un lado de ella. De no haber sido por su cabello, por esa mirada que jamás iba a olvidar, podría haber pasado por cualquier otra persona sin importancia.

Pero no. Era ella. Ella ahí, como si nada, mirándome con la misma intensidad de que si estuviese mirando un árbol, o al menos sí me parecía. Vestía con el uniforme del colegio, y no pude creer como no me había encontrado con ella, o cruzado, antes en el castillo.

Había pensado mil veces este momento, lo que haría cuando le encontrara…y simplemente, parecía que me había quedado mudo, que un nudo me oprimía la garganta. Mi corazón parecía que iba a salirse del pecho, de la fuerza con la que latía.

- Jezabel…-pronuncié con voz ronca. Mi rostro reflejaba la sorpresa que encontrarle me había causado, y la falta de expresión en el rostro de ella solo me había descolocado más de lo que habría esperado.

Sentía como las palmas de mis manos latían con fuerza, palpitaban constantemente con mi corazón como si quisiera salirseme del pecho, estaba totalmente enajenada con verlo a los ojos, me quedé estática y me pregunté que es lo que debía hacer en este momento, tenía la blusa levantada, dejando ver la enorme cicatriz de mi costado y de pura reacción, llevé mi mano a taparla, intentando que Noah no la viera y bajé mi blusa con calma sin dejar de verle a los ojos.

Tragué en seco cuando dijo mi nombre, sentí como si mi corazón se congelase y después latiese con tanta fuerza que me dolió el pecho, nunca en mi vida había sentido tanta fuerza dentro de mi ser, incluso cuando el miedo me embargo al ser secuestrada, o cuando me torturaban, nunca sentí algo tan intensamente como el volverlo a ver.

Sabía que iba a ser algo intenso cuando lo viera, quizá me rechazaría, tal vez simplemente se daría la media vuelta o simplemente me miraría a los ojos con indiferencia y haría como si no me conociera, cosa que de alguna manera sentía que merecía, pero ¿cómo explicar tantos años de ausencia injustificada para él?.

No puedo decirle todo lo que pasé así de simple, era una historia que a la vez cuando la repasaba en mi cabeza, la creía imposible, en cuatro años volverme una agente secreta, entrenada para asesinar si era necesario, experta en manejo de armas muggles como cuchillos, espadas, armas de fuego y una perfecta peleadora cuerpo a cuerpo, agil, rapida con instintos sobre desarollados.

De la antigua Jezabel no quedaba nada. Absolutamente nada.

Moví mis manos lentamente y tomé el cuchillo que estaba cerca de mi capa y apreté la varita con la otra mano, enfrentándolo, ¿que debía hacer?, ¿cómop debía de reaccionar?. Yo dejé de ser la sentimental niña caprichosa que él conocía pero ¿Cuánto habrá cambiado él?-

─Que malos reflejos tienes─ fue lo primero que se me vino a la mente, decirle acerca de sus reflejos, ni un hola, ni un saludo, nada, simplemente, actuaba como si nos hubiesemos visto ayer y es que prefería que él no comenzara a atacarme con preguntas, sería demasiado doloroso contarle todo lo que había vivido, todo lo que había tenido que pasar.

Quería en este momento, soltar todo y correr hacia él, aferrarme a sus brazos, decirle que lo extrañaba, que lo había añorado tanto, que lo quería como cuando me fuí, que él había sido mi luz dentro de toda aquella maldita oscuridad, que por él nunca dejé mi varita olvidada, que me recordaba a él que nunca iba a poder olvidarlo.

Pero no sabía que decir, solo lancé el cuchillo que tenía en mis manos hacia el suelo, a la mitad del camino entre ambos, y bajé un poco la mirada, Noah me desarmaba y ahora podía estar totalmente segura de que con él, no podía siquiera ser la misma Jezabel que media Irlanda conocía, la muerte escarlata.

─Si hubiera querido, esa daga hubiera dado en el centro de tu frente─ acabé de decirle, sabiendo que quizá, mi comentario lo haría enfadar

Estaba atónito, y mi mirada no podía dejar de fijarse en la suya. Mi mente había especulado este momento muchas veces, pero jamás hubiese esperado este trato de su parte. Tanto tiempo, y de repente parecía solo un desconocido antes ella. Quise moverme de donde estaba, adelantarme un par de pasos siquiera, pero algo dentro de mí no me lo permitió. Rencor quizás, aunque no era verdaderamente cierto.

Al contrario, me quede estático, donde estaba. Mi mirada se endureció, y no quería mirarle más, porque aquellos verdes ojos en este momento me parecían absolutamente vacíos, irreconocibles; pero simplemente no podía apartar mi mirada de ella. Sentí mi mano palpitar fuertemente mientras sostenía mi varita con fuerza.

Mi cuerpo no se inmutó cuando el cuchillo dio entre medio de ambos, cortando el silencio con un golpe seco. No sabía de dónde había sacado esas armas muggles, por lo que me pareció realmente extraño su uso y sus palabras.

- ¿En mi frente? – con la voz áspera - ¿Con quién te crees que hablas, Jezabel? Soy yo...Noah –el tono de mi voz iba levemente en aumento. – Después de tanto tiempo… ¿es lo único que tiene para decirme…?

Tenía tanto que preguntarle, que quería saber, que esperaba entender. Aquella muchacha frente a mí era mi amiga, la que me había acompañado desde siempre, a la que eche de menos todo este tiempo, a la que necesité, busqué y temí perder para siempre…y sin embargo, parecía no importarle en lo absoluto.

Me decidí y di un par de pasos hasta detenerme donde su arma había caído. Me incline y la tome del suelo, y la apreté en mi mano, sintiendo como cortaba su filo. Dolía, pero no más que la actitud de la persona que tenía en frente. Mi mirada volvió a buscarle, e intenté nuevamente tener alguna respuesta de su parte.

- ¿Después de…de tanto tiempo…? No era realmente lo que esperaba…

Y esperé en silencio, mirándole, a que al menos se dignara a contestarme eso.

Podía verlo en sus ojos, estaba realmente sorprendido por mi reacción, por cómo estaba yo ahora, la niña que él conocía había desaparecido para siempre y ahora tenía a alguien totalmente desconocido frente a sus ojos, y ahí pude verlo, un atisbo de rencor en sus ojos hermosos, un rencor que me caló el corazón al momento de saber que era mi culpa, que era parte de todo mi culpa.

Se quedó ahí de pie, sin decirme nada, sin hacer nada, endureciendo su mirada y yo no cambié la mía, fija en el cuchillo que estaba en el suelo entre nosotros y levanté mis ojos verdes para verle, roca contra roca, león contra leona, cazador contra asesina, parecía que saltaría en este momento para intentar atacarme, comerme y devorarme de puro rencor, de odio, de que pagar a mi culpa por haberme ido, pero en realidad ¿para qué decirle la verdad?. Era una verdad que deseaba que quedase así, detrás de todo.

Y verlo ahí, de pie ante mí me hacía pensar honestamente que había valido la pena volver, para verlo una vez más, que estaba bien, vivo, que él no conocía las atrocidades de la guerra, ni sabía lo que era el sabor de una muerte, ni la frialdad de matar o morir, él estaba bien, así como yo lo había dejado, era el mismo noble Noah Moondeath que había dejado, y un brillo de recuerdos pasó por mis ojos, toda nuestra vida pasó como un rayo sobre mi mente.

Su voz era más intensa y profunda, lo podía notar, su reclamo hizo que sonriera de lado, mis facciones cambiaron a burla, como cuando me enfrentaba a alguien que quería usar mis sentimientos que eran inexistentes en esos días lejanos, y que ahora si estaban ahí, mi corazón latía emocionado, latía por verlo, quería correr hacia él, pero no iba a hacerlo, no iba a soportar su rechazo, menos ahora, y con su pregunta.

¿Después de tanto tiempo y es lo único que tengo que decirle?... no pero es lo mejor.

-Después de tanto tiempo y lo único que me dices es un reclamo?... no has cambiado en nada - también fue reproche, también fue un reclamo, tantos años sin vernos y hablarme así, era lo más lógico pero también era lógico que yo fuera como soy, así me formé aunque él no lo supiera.

Noah Moondeath, nunca entendería el infierno en la tierra que tuve que pasar, y no quería que lo entendiera, no era una víctima, lo había sido por mucho tiempo pero dejé de serlo cuando decidí el tomar mi vida en mis manos, y volverme depredador, volverme una asesina, volverme aquella que dejaba sin vida, a la que dictaba el destino de los demás bajo las órdenes de su superiores.

Le vi caminar hacia mí, deteniéndose frente al cuchillo, inclinándose para tomarlo entre sus manos, la verdad esa acción me sorprendía. Era un cuchillo realmente afilado y me quedé más sorprendida al ver que apretaba el filo de este, haciéndose daño.

-Suelta eso…-dije suavemente intentando evadir su comentario y su pregunta una vez más, la verdad me alarmaba porque ese cuchillo podría incluso cortarle la mano de un solo movimiento, me acerqué a él con rapidez, incluso creo que no medí mi fuerza, dándole un golpe a su muñeca, logrando que lo soltara y vi la sangre.

Le tomé la muñeca con fuerza y le miré la palma, estaba sangrante y afortunadamente no tenía un corte muy profundo ni alarmante, por lo que aventé su mano y me hinqué a tomar el cuchillo lleno de sangre para alejarme de él.

-Eres idiota, ¿Cómo se te ocurre tomar un cuchillo del filo?-le estaba dando la espalda mientras limpiaba con mi corbata el cuchillo y lo dejaba sobre mi túnica en la roca, me giré a él para verlo atentamente, aún con mi mirada dura, de reproche.

Mi corazón y mi cuerpo entero respondieron al contacto de su mano, tensándose completamente. Pero fue algo efímero, frío… Por un momento pensé en que esto realmente no estaba sucediendo como debiera, pero algo en mí me decía que esa no era la misma enana pelirroja con la que había crecido, la amiga incondicional de tardes completas ni la joven hermosa de la que me había enamorado hacia tiempo ya…

Miré lo que hacía con el cuchillo, y luego cerré con fuerza mi mano lastimada, pensé seriamente que realmente no era lo que más me dolía en este momento…su actitud…era totalmente irreconocible para mí. Me descolocaba, y me negaba a pensar en que esa no era la persona que había estado esperando.

Porque lo era, era todo lo que yo había estado esperando. Por lo que había buscado, preguntado y sentido estos años, sin poder resignarme a la idea de que quizás jamás volvería. Pero viéndolo así…dejaba un sabor amargo, molesto, y no permitiría que esto quedase así.

- Jezabel…- me acerque lo mas que pude a ella, y le tome de la muñeca, no fuerte, pero si lo suficiente como para que no desviara su mirada de la mía - ¿Por qué actúas así, como si no me conocieras…? – suavicé mi agarre, de forma en que si ella quería retirarse, estaba en total libertad de hacerlo.

Le mire fijamente, confundido y enfadado a la vez, pero cada una de mis acciones le demostraban que realmente estaba preocupado, y que esta vez, no la dejaría ir así como así…

- ¿Podrías dejar de actuar como si jamás hubiésemos sido amigos...? ¿Que pasa contigo...? - mi voz se suavizaba a medida que le hablaba, para terminar siendo solo un mero susurro.