Material Prohibido [Lilith Baxter]

Pasé la primera parte del día encerrada en la sala común, en deberes que me faltaban por entregar, uno de ellos se me había complicado mucho y tardé demasiado para resolverlo pero lo que me importaba era que nada me molestaría y pasaría el resto del día en otras cosas que no tenían que ver con estresarme. Hacía un clima espectacular, ni muy caliente ni muy frío, perfecto para pasarlo fuera del castillo. Se me ocurrió pintar un cuadro o quizás hacer algunos dibujos de lo que pudiese ver por fuera, tenía tiempo que no me dedicaba a pulir las habilidades que poseía y con el tiempo libre que tenía debía aprovechar. Luego de haber terminado los deberes, me encontré viendo que todavía era un poco temprano para la hora en la que esperaba salir, así que pensé en darme un buen baño caliente para despejar mi mente un poco de lo que había estudiado aquella mañana y relajarme.

Tomé mi ropa pero antes de salir de la habitación me detuve en seco cuando noté el álbum de fotos viejo y acabado que resaltaba en mi mesa de noche. Aquel álbum lo había tomado prestado de los armarios de mi madre durante las vacaciones y lo traje conmigo, en el estaban todas las fotos de mi infancia y mi familia. De momentos antes de que fuese una leona pero en los que empezaba a desatar la magia que en mi albergaba. Lo tenía conmigo pues en aquellas fotos inamovibles y raídas estaban los mejores recuerdos de mi niñez, de aquellos tiempos en los que eramos una familia feliz. Cuando mi inocencia no me hacía ver las preocupaciones y perjuicios que el mundo traía consigo. Dudé un poco sobre si llevarme el álbum pero al final lo tomé decidida en caer en un abismo de recuerdos.

Me dirigí a los baños de chicas para darme mi merecido baño de agua caliente. Al llegar me quede en frente de un lavabo en el cual ubique encima de él el álbum de fotos. Suspiré a la vez que lo abría y volteaba poco a poco sus paginas amarillas de la vejez. Había cambiado tanto, ya no era la misma niña ni siquiera la misma que entró a Hogwarts por primera vez. Las experiencias buenas con el mundo que conocí y los amigos que gané como las experiencias malas con el desprecio que me gané por ser hija de muggles, me formaron para hacerme la persona que era aquellos días. Todavía seguía luchando por ganarme mi lugar en el mundo mágico pero sabría que algún día lo lograría y ya no me verían más como una sangre sucia, se moldearía el respeto pues mi deseos iban más allá que sólo ser graduada. Aún así, aquel vacío seguía en mi pecho indicándome que no todo era tan fácil, aquella era la lección que me enseñó mi familia.—"Como quisiera que todo volviese a ser tan sencillo" — pensé mientras seguía observando las imágenes en donde todos se veían tan felices, hasta llegar a las fotos en donde mi madre presumía su segundo embarazo.Resoplé al ver eso último y cerré el álbum reprimiendo los sentimientos. Amaba mi familia, en serio lo hacía y no me molestaba en lo absoluto ser hija de muggles, lo que me molestaba eran los problemas que eso me provocaba.

Me dí mi respectiva ducha, me tardé unos quince minutos cuando mucho, intentando olvidarme de todo lo inquietante que se hacían las memorias. El agua caliente causo un buen efecto en mi pues al hacer contacto con mi piel sentí como esos nudos que paralizaban mi cuerpo se esfumaban y recobraba la calma, relajándome en el dulce aroma del jabón de lavanda. Terminé mi baño, me puse la ropa la cual la había elegido cómoda y me dirigí de nuevo a la sala común para ir a buscar otras cosas para luego dirigirme a los jardines.

En el camino tuve esa sensación de que se me había olvidado algo, fruncí el ceño dándole vueltas a mi mente tratando de encontrar la razón de ello — "¿Qué será?" — pensé un poco frustrada por no saber que era lo que me inquietaba. Decidí devolverme a los baños para asegurarme de que no había perdido nada — Ay no... — musité recordando que había dejado el álbum de fotos en el lavabo y aceleré mi paso para llegar más rápido. En cuanto me encontré de nuevo en el baño pude notar que no estaba sola.

Estaba ella, con su largo cabello pelirrojo y sus ojos dominantes y expectantes del álbum que había dejado perdido en el lavabo. Sentí recorrer el coraje por todo mi cuerpo al ver la repulsiva y odiosa presencia de Donatella. Esa desabrida Slytherin que se ganó mi aborrecimiento y a penas un simple contacto me hacía estremecer de odio. El sentimiento era mutuo y ella ya se habría dado cuenta de que estaba allí.— No lo mires tanto, serpiente. No deberías acercarte a algo tan ajeno a ti — dije con mi tono de voz fuerte imaginándome las intenciones que tendría. Me acerqué y tomé el álbum protegiéndolo de su malicia, sin faltarme dedicarle una mirada de desprecio directo a sus ojos.

Escuchar a Donatella debía ser como tener un disco rayado. Siempre era el mismo punto a atacar y con esa misma sonrisa tan maliciosa, como si de algún modo me fuese intimidar con eso. Sí, antes tuve un encuentro con ella en el que deje que sus palabras me afectaran pero ahora la conocía más, su manera de hablar y de replicar, además ya estaba más clara en cuanto a lo que yo era, lo aceptaba abiertamente y no me importaba en absoluto. Podía manejar cualquier cosa. Nuestras personalidades eran muy diferentes y nunca estaríamos de acuerdo en nada, sólo coincidamos en el odio que nos teníamos y eso ya era demasiado.

La verdad si había sido una gran falta de mi parte descuidarme de ese modo, sabía que había sido una gran suerte haber llegado antes de que destrozara el álbum de mi niñez. Pero no lo admitiría frente a ella, jamás le daría ese gusto — ¿No tuve tanta suerte, cómo crees eso? Si es un placer para mi encontrarte, sobre todo escuchar tus inútiles mofas. Además de que es excelente que te quedas a respirar el mismo aire de esta sangre sucia — le dije haciendo énfasis en las últimas palabras y soltando una risa al final. Tanto era para ella su desprecio hacía mi que todavía no sabía como era capaz de mantenerse a tan pocos centímetros de mi.

La escuche de nuevo replicar sobre mi conducta y no pude evitar resoplar por eso. La pelirroja creía que repitiendo una y otra vez lo "despreciables" que ella nos consideraba en el mundo mágico seguramente haría una diferencia. Algo que había que dejarle claro a su mimada persona era que cada vez que alguien me desafiaba de la forma en la que ella lo hacía, se convertía en una razón más para hacerme valer como una bruja, sin importar cuanta sangre muggle corriese por mis venas. — No seas tan ilusa, Serantoni, lo que este colegio y el resto del mundo menos necesita es personas con la mente tan cerrada como la tuya. Mira como pierdes tu tiempo intentando molestarme, haz algo productivo por favor en vez de preocuparte tanto por quienes supuestamente no pertenecemos a este mundo — dije fingiendo dolor llevándome una mano al pecho — Que sea como sea y de quien lo haya heredado no es tu problema pero si quieres hablar puedes empezar diciéndome, ¿de quién heredaste tu ridículo comportamiento tan ofensivo? A lo mejor necesites desahogarte, querida, debes estar tan atormentada que no consigues otro modo para sacarlo — continué sonando desafiante y a la vez sarcástica. Provocarla era lo que más quería en ese momento, aún así fuese increíblemente molesto discutir con esa chica pero mi orgullo no me permitía detenerme. Sabía bien el gran error de que ahora ella conocía mis padres, pero decidí ignorarlo en el momento pues... ¿qué podía hacer aquella serpiente?