El tiempo pasa lento cuando esperas un milagro...

Gabriel me había dejado a salvo en San Mungo con una fuerte protección para que no pudiese escapar o entrase alguien que resultase peligroso para mi, odiaba aquello, odiaba sentirme encerrada cuando él estaba en peligro...no había sido capaz de decirle la verdad, lo había dejado ir sin decirle nada....si Gabriel no regresaba no sabía que iba a ser de mi....

La habitación era realmente grande, con todo lo que podría necesitar, aunque no me podía mover mucho, había perdido demasiada sangre y no tenía fuerzas para moverme de aquella cama y para colmo Gabriel se había llevado mi varita "De veras es un ogro....me dejo sin mi varita....si me atacan voy lista" pensé tendida en la comoda cama mientras miraba el techo.

Las horas pasaban lentamente estando encerrada y mucho más si no podía dejar de pensar en una cosa, la preocupación era cada vez mayor, no hacia otra cosa más que mirar por la ventana buscando inutilmente algo que pudiese mantener mi mente ocupada, pero no era posible, sólo pensaba en cómo estaría él....

Deje salir un fuerte suspiro y note un dolor profundo en el pecho, Gabriel había curado la herida, pero aún así dolía bastante pero el dolor no me importaba, sólo quería que el tiempo pasase rápido, quería salir de aquella habitación y ver que todo estaba bien y poder ver aquellos ojos de nuevo, aunque sólo fuese una vez más,aunque luego me odiasen y dejasen de mirarme para siempre.

Olía a goma quemada, pero me daba igual, el motor gruñía pidiéndome qeu bajara las revoluciones, pero no pensaba hacerlo, me daba igual, era solo una moto,podía comprarme más. Lo único que quería era llegar cuanto antes a San Mungo. No me fiaba de aparecerme allí, seguramente lo haría mal y acabaría yo también ingresado allí. Bruno iba, como siempre que íbamos en la moto, escondido en mi cazadora.Era por el único que sentía ir tan rápido, pero iba bien sujeto y abrigado.

Cogí el último giro mientras casi me estaba bajando de la moto. La deja medio mal aparcada y me quité el casco. Coloqué a bruno dentro de él y entré con toda la serenidad que a la cabina teléfonica.

No me hizo falta preguntar en recepción donde estaba Eli, Bruno podía olerla a mucha distancia, e inclusive en ese lugar con olores tan peculiares sabría llevarme.

Subi las escaleras sorteando sanadores, esquivando broncas de enfermeras y atropellando a un par de brujas bien entradas en años. -Mis disculpas señoras.
-no se preocupe joven, se ve que tiene prisa. Si es niño ponganle ... -no oí la respuesta, ya estaba dos pisos más arriba.


Llegué a la habitación que me indicó Bruno. Golpee la puerta y la abrí.
-Eli- me acerqué intentando tranquilizar la respiración, mientras veía a mi amiga extremadamente cansada.
la froté la mejilla con mi mano y saqué a Bruno de mi casco. - ha sido él, no me preguntes cómo , pero sabía que estabas aquí. - mi perro saltó y se subió a la cama. Miró a los ojos a Eli y se recostó a su lado.

Busqué una silla y la acerqué a la cama. Sonreí a mi amiga, estaba viva y a salvo.
-Cuéntame,¿ qué ha pasado? y no me andes con milongas tontas y falsas, por favor. y con todo detalle, no tengo ningún tipo de prisa. Mira- saqué de un bolsillo de mi cazadora una pequeña bolsa de tela -He traido ropa limpia y unas cuantas mudas, a mi no me mires mal que ha sido idea de mi madre todo esto, aunque estoy muy agradecido con la idea la verdad-noté que me sonrojaba ligeramente.- así que me puedo pasar aquí todo el tiempo del mundo. Hasta que te den el alta como poco- la sonreí, sabía que eso sería una bronca, pero estaba débil y no podría quejarse mucho. -y pídeme lo que necesites, sea lo que sea, menos irme de aquí

Seguía con mi mente lejos del lugar, pero me hizo regresar al lugar un fuerte ruido, mire la puerta asustada pensando en que era alguien que venía a darme una mala noticia, mi corazón parecía querer salir de su lugar, pero deje salir un suspiro de alivio de ver a Tom, aunque estaba segura de que estaba realmente preocupado por mi.....no pude evitar esbozar una sonrisa al ver a Bruno que se recosto a mi lado...

Tom.... dije con voz cansada aún mientras oía todos los comentarios que mi amigo hacía, suspire al oírlo decir que se quedaría allí pero por una vez no estaba dispuesta a discutir....Fuí al cementerio a ver a mis padres...allí me encontre a Nathan..y como sabes no tengo varita....aunque no sé por que tampoco luche...Natan clavo una daga en mi corazón....pensé que iba a morir Tommas, pero no fue así....Gabriel me salvo...y me dejo aquí segura pero fue a buscar a Nathan.....

Agache mi cabeza dejando salir un fuerte suspiro mezcla de tristeza y cansancio...Le he prometido que no saldré de aquí....pero si le pasa algo, Tom....iré a matar a esos mortifagos, lo juro... susurre con voz envenenada de odio que disimule rapidamene para no preocuparlo y acaricie la cabeza de Bruno para luego regresar mi mirada a Tom Me alegra que estés aquí...

Comencé a escuchar todo la había pasado. Sentía ganas de echarla la bronca por siempre hacer todo sola, sin contar con los peligros que la acechaban ni en la gente que la quería. Pero me aguante. Cuando estuviéramos fuera de este edificio y ella más recuperada me iba a oír bien clarito.

Acaricié el pelo de Eli mientras vigilaba a Bruno, éste era capaz de subirse encima de Eli sin plantearse cómo estaba ella. -Elizabeth Black, ¿qué voy a hacer contigo?- suspiré mientras ella acababa la historia.

-No has aprendido nada de todo esto ¿verdad?- no pude callarme. -No te das cuenta, que no serviría de nada ir a por ellos- ironicé- bueno, si de algo serviría, les ahorrarías el trabajo de ir a buscarte- me recosté en la silla y cogí a Bruno de encima de la cama cuando Eli lo acarició. - Anda, no es el mejor sitio para que estés, tenemos que esperar a que esté menos débil.

-¿Necesitas algo? estoy algo perdido, a mi siempre me han cuidado- sonreí divertido, al menos ahora sabía que estaba reponiéndose. -si hace falta llamó a alguien del servicio de casa de mi padre, luego le borramos la memoria y ¡listo!- me reí, jamás haría eso, pero solo por ver la cara de mi padre si le pido uno de su personal para traerle a un hospital mágico valía la pena gastar la broma.

Acaricié inconscientemente la cabeza de Bruno en lo que Eli me decía si necesitaba algo o no. -No te lo he contado, y mejor ahora que estas todavía medio muerta. El otro día se me perdió Bruno- me recosté de nuevo en la silla, cogí una manta, nos tapé a los dos y cerré los ojos , recordando esas horribles horas.

Estaba estudiando el nuevo libro de pociones para este año, no estaba muy en ello realmente había algo que me tenia distraída y hacia que mi mirada fuera hacia la ventana y estrujara el cielo con la mirada quedándome sin pensamiento alguno, decidí darme un descanso al momento que escuche un pequeño picoteo, una hermosa lechuza color miel estaba en la ventana. Suspire antes de abrir esta y dejar pasar a la criatura, rebusque en uno de mis cajones una galleta para lechuzas y saque un gotero el cual llene con agua dejando ambos a un costado, observe el pequeño rollito de papel que llevaba aquel ave y al sacarlo lo desenrolle lentamente.


"Elizabeth esta hospitalizada en San Mungo."


No me sorprendía el echo en si de que alguien que conociera estuviera allí, ya que usualmente estaba acostumbrada a ello, lo que me sorprendió es que fuera Elizabeth y claro que alguien me avisara de ese extraño modo, observe a la lechuza la cual ahora disfrutaba de sus comodidades y decidi preparar un pequeño bolsito con algunas cosas que pensaba necesaria si iría a visitarla, me puse mi capa sobre la ropa que llevaba mi chaqueta de cuero y mis simples pantalones de jean. Sali de la habitación cerrando esta con llave y como estaba algo apurada decidí solo desaparecer. Me aparecí frente a la cabina telefónica y luego de entrar al hospital le pregunte a la recepcionista donde encontrarla, según me comentaba la joven enfermera que me acompaño hacia la habitación Eli estaba bajo algún tipo de arresto domiciliario impuesto por Gabriel lo cual me resultaba gracioso ya que era difícil mantener a Eli quieta en un lugar.

Al entrar a la habitación que me habían dirigido me sorprendí a notar a alguien bajo una manta y no le di importancia sino que me dirigí a Elizabeth - Eli algún día dejaras de hacer tonterías?? - dije viéndola seriamente aunque no estaba enojada con ella no me agradaba aquella imagen suya en una cama de hospital, me acerque a una de las ventanas y me apoye contra el alfeizar de esta - ¿En que lió te has metido esta vez? depende la respuesta si te doy lo que traje aquí- dije levantando mi bolsito y sarandeandolo un poco con una media sonrisa en mi rostro.

-Ains, lo que que hay que hacer por una amiga- iba refunfuñando todo el camino. -¿Por qué no la puedo ir a visitar cuando esté ya en casa y nadie se acuerde de ella?- odiaba los hospitales con todas mis fuerzas, ese maldito olor a pociones reconcentradas, supuraciones y señoras muy entradas en años preguntando a todas las enfermeras y sanadores si su marido se ha muerto o aún sigue vivo por hacerlas chinchar.

Entré en la cabina pensando en cuanto antes salir de allí con cualquier excusa tonta sobre Pink. Había recibido una nota de Holmes diciéndome que Eli estaba en el hospital. La iba leyendo según subía a donde la de recepción me había andado. -Otro, que se podía haber explicado un poco más:"Eli está en San Mungo". Para que ponerme algo así como "es urgente que vengas", o mejor "no hace falta, ya se que no ten gustan los hospitales, la doy recuerdos tuyos".-suspiré- Aguilucho desplumado tenía que ser- me medio reí según encontraba la puerta de la habitación.

Asomé la cabeza por el hueco que había, - ¡Coña con la habitación! -vi a Samie en la ventana y a Holmes medio tapado junto con Bruno con una manta sentado en una silla. -¡Cuanta gente! Entré del todo y me acerqué hasta la cama de Eli. -Oye tú, vaya lujo de habitación ¿no?- la sonreí y me aguanté las ganas de apachurrarla muy fuerte, porque la verdad tenia una cara muy pocha. -Me ha avisado Holmes Miré a nuestro amigo y acaricié a su perro. -No he traido a Pink, Si se que está aqui Brunito lo hubiera hecho- le dije a Holmes. Me fuí al lada de Samie y la abracé. -Bueno, dime, ¿qué ha pasado?- la pregunté, sin saber si sería la décimo cuarta vez que lo contaba.