Conersación Espontanea (Memnock y akyu)

Ensimismada, observé el lento caminar de las nubes sobre el cielo, apoyada sobre el marco de la ventana y con la mirada perdida. Me encantaba quedarme embobada con el color del cielo y contemplar la grandeza de éste, sintiéndome pequeña e insignificante. No era un hobby muy habitual, pero era algo normal en mí. Siempre andaba con la mirada perdida.

Sentía como si alguien estuviera clavando los ojos en mí, así que no tuve más remedio que girar la cabeza para descubrir qué curioso me observaba. Para mi sorpresa, me topé con una mirada penetrante y desconocida, con cierto aire divertido y misterioso. Me parecía curioso que un Ravenclaw tuviera un aura tan extraña... Esa característica solía decantarse más por la casa de Slytherin. Sin embargo, sabía que él era de Ravenclaw.

-Vaya vaya, parece ser que hay una nueva cara -esbocé una media sonrisa.

Con elegancia, me apoye en el marco de la ventana, junto a ella,- Soy Memnock, A su servicio y provecho- Le bese la mano -Vengo de tierras nórdicas, aquí se respira un ambiente muy cálido y reconfortante, y la gente parece muy dispuesta a conocer nuevas personas-

La mire de arriba a abajo, no solo parecía una chica muy interesante, y que merecía mi tiempo, además tenía unas muy buenas proporciones, era bella, fina, y delgada, una tez blanca como la nieve, y su cuello, ah su cuello de blanco marfil, lo que darían mis labios por estar entrelazados en el.

Mantuve la media sonrisa, notando que en el ambiente flotaba cierto aire de curiosidad y misterio a la vez. Aquel muchacho llamado Memnock me dio la impresión de que era una persona caballerosa, más que nada por sus modales y su encanto. Aún seguía pensando que debería pertenecer a Slytherin... ¿Por qué estaría en Ravenclaw?

-Akyu Loup, encantada -me presenté-. Y no te equivocas respecto a lo que piensas de este lugar, siempre es agradable recibir nuevas caras. Sobretodo si pertenecen a un mismo lugar, no exactamente, pero cerca.

Dejé que me examinara a la vez en que lo hacía yo con él. Botas, uniforme, sombrero de copa y un bastón... Desde luego, era un chico elegantemente atractivo, algo que escaseaba en la escuela. Y había tenido la suerte de que perteneciera a mi misma casa y poder hablar con él con tranquilidad, sin que el maldito de Peevees hiciera de las suyas.

Después de examinarlo, volví la mirada a sus ojos. Había algo extraño en él... Notaba lo mismo las veces que había estado con Aricia.

-Bienvenido seas a esta pequeña torre -sonreí.

Su sonrisa me hacia perderme en lo más oscuro de mi mente, y decidí premiarla, por además, ser la primera persona en presentarse como debe de ser y de paso, ser tan bella... Empuñe mi varita y de su punta salieron dos espinas de color negro... que fueron entrelazandose en la mano de Akyu...hasta transformarse en una rosa negra -Un bello presente, para una bella dama- Pose mi mano derecha en su espalda , en la zona lumbar, y asentí levemente con la cabeza.

Observé el desarrollo de las dos espinas sobre mi mano mientras la alzaba con curiosidad; hasta que, finalmente, se convirtió en una hermosa rosa tan negra como el azabache. Giré la mano para contemplarla desde distintos ángulos, maravillada con aquel pequeño detalle con una pizca de picardía.

-Muchas gracias... -volví a sonreir, mirándole de nuevo.

Tenía una mirada adictiva e hipnotizante que parecía esconder algo tras de sí, lo que incrementaba más mi curiosidad por saber quién era él realmente. Desde la primera vez en que nuestros ojos se habían cruzado, parecía ocultar algo que no quería que saliera a la luz... aún. Sin embargo, ello no era lo que más me preocupaba, sino la atracción que empezaba a sentir por él.

Involuntariamente, al sentir su mano en mi espalda, me estremecí y coloqué la mano libre sobre su pecho, sin dejar de mirarle.

Sentí su cálida mano en mi frío y muerto cuerpo, me vinieron tantísimas cosas a la cabeza de mi vida mortal, por primera vez tras mi conversión en vampiro, sentí algo dentro de mí, y acerqué mi nariz y la suya, y dejando caer mi mentolado vaho dije susurrando -Antes, debes de saber una cosa, y no me temas,y es que... soy un vampiro-

Aspiré su aliento manteniendo su mirada a la vez en que asimilaba lo que me acbaba de decir. ¿Un vampiro...? Ahora lo comprendía todo. Su misterio, su elegancia, su tacto gélido, su hipnotizante mirada... Podría haber sido cosa de un sentimiento, sin embargo, también coincidía con las características de un vampiro. A pesar de ello, lo que sentía no cambiaba, por mucho que me hubiera sorprendido. Además, no creí que se tratara de un broma para seducirme... El parecido de su aura con Aricia lo traicionaba.

-Espero que no seas de los que brillan cuando les da la luz del sol... -susurré, esbozando una media sonrisa y enarcando una ceja.

Notaba una marea de pensamientos extraños en ella... sabía que había algo en ella que no confiaba en mí...esta chica, me va a costar lo que antaño tuve que hacer, IMPROVISAR Mis labios se acercaron a los suyos y se apretaron contra los míos de forma muy fuerte, en ese momento, sentí, lo que no había sentido en tanto, como si un millar de aves fénix volasen en mi interior, cayendo en picado, haciendo cabriolas, ¡estampándose contra mi estómago!

Volví a apoyarme en el marco -Soy de esos que aman la elegancia y que tienen un pasado oscuro, del cual estoy deseoso de contar- Dije, esperando su fatídica reacción.




Off:// Me encanta como escribes! (LL) : 3

Nada más notar el roce de sus labios contra los míos, sabía que había perdido la batalla en la que estaba luchando. Un río de sentimientos cálidos y agradables fluyeron y recorrieron mi corazón como una estampida de caballos salvajes en una extensa pradera. Era algo que no había sentido desde hacía tiempo, mucho tiempo... Desde que vivía en Escocia. Y aún así, en aquel momento lo sentía con una fuerza más vivaz y abrumadora, capaz de descongelar hasta el más inmenso de los icebergs.

Al separarnos, un pequeño cosquilleo electrizante conquistó mis labios, dejándome con una sensación extraña pero cálida. Sonreí, mirando el cielo como antes había hecho.

-Estaré dispuesta a escucharla con todo mi interés, Memnock.

Off. Tú también escribes genial *.*

-Mis padres murieron antes de que los conociese, y mi abuelo, Aleister Crowly, Antiguamente témido por unos y adorado por otros me crió como si de un padre se tratase, en el mundo muggle lo conocían como un "ilusionista" y en el mundo mágico, como un mago oscuro, le llamaban loco, le llamaban incluso demoníaco, pero, de mi punto de vista solo era un viejo, un viejo falto de cariño, que me enseño a canalizar la magia desde un punto elegante y galán, mortífero, silencioso, y "bello". Cuando yo tenía 10 años, el ministerio de magia encerró a mi abuelo en Azkaban, pues publicó unos textos, dirigos a muggles sobre el mundo mágico, además de otras "fechorias" que no me fueron aclaradas entonces. Me mandaron a un Horfannato muggle, pero yo, no quería estar allí..., SALÍ POR LA FUERZA, incluso casi me lelve un niño muggle por delante, ocasionándole graves daños, yo, me fuí recorriendo mundo, hasta llegar al norte, concretamente al noroeste de Noruega, de donde crecen las raices de los Crowly, allí, descubrí que mi madre era una "prostituta" muggle, y que fue mi propio abuelo el que mato a mi padre por traidor a la sangre. Al descubrir aquello me haciné en la cueva de una montaña y lloraba, sin descanso, sin comer, sin beber, sin dormir, hasta que... un día la cueva se iluminó, y no, no apareció una lechuza, apareció un precioso cuervo negro con una carta, con el sello de Hogwarts-. Una pequeña lágrima me recorrió la mejilla izquierda. -Pase 6 cursos en hogwarts y cuando llegaron las vacaciones llegó el fatídico día... me fui a Egipto, a indagar sobre la antigua magia egipcia, la cual por cierto, obsesionaba a mi abuelo, un día descubrí un encantamiento en un pergamino que nunca debí haberme encontrado, dos poderosos magos me "esquilaron" a base de conjuros- Miré al cielo que se empezaba a volver de un color grisáceo -Y estaba, en mitad dle desierto, casi muerto, y llego un vampiro, otro, como yo, me dió beber de su sangre, y aquí estoy-


Alcé mi mano derecha, rozando tu mejilla, brindándote una sonrisa. -Estuve 2 años, congelado en la edad de 17 años, recién cumplidos, descubriendo cosas aquí y allá de como funcionaba esto de... "ser vampiro", he descubierto, que hay una forma de volver a ser mortal, que es, lo que verdaderamente deseo, pero tengo que volver a Egipto. Dumbledore me buscó y me brindó la oportunidad de terminar mi séptimo curso en Hogwarts y así abalanzarme a mi busqueda-.

Off. Te has lucido xD

On.

Escuché su historia con atención, imaginándome lo mal que debió de haberlo pasado. No tenía ningún punto en comparación con la mía, que había sido triste, sí, pero la de Memnock... Era horrible, terriblemente horrible. Saqué un pañuelo del bolsillo de mi uniforme y le sequé la lágrima antes de que ésta terminara su recorrido por el rostro del muchacho. Parte de su tristeza, obligatoriamente tuvo que pasar a mí, por el dichoso poder de captar el estado de ánimo de los demás que tenía desde recién nacida.

Al notar el tacto de su mano con mi mejilla, reprimí un escalofrío que amenazaba con hacerme temblar desmesuradamente. Sonreí sin poder evitarlo, sabía cómo animar las situaciones más incómodas.

-Veo que tienes tus objetivos claros -observé-. Espero que tengas suerte en alcanzarlos.

El hecho de recordarme a Dumbledore me entristecía y me ponía furiosa a la vez, pero supe mantener el semblante disfrazado por una sonrisa pasable. Al haber escuchado el rumor de que había muerto, el humor lo tuve por los suelos durante una buena y larga temporada. Sin embargo, escasas veces lo había visto rondar por los pasillos, incluso había contestado mi felicitación por su cumpleaños. No sabía si pensar que vivía en una mentira.

-Ahora me siento mejor tras contarte mi historia- mi cabeza avanzó lentamente hacia tu cuello y mis labios se entrelazaron en este, describiendo círculos, mis colmillos, rozándote.

Notaba como tu temperatura aumentaba, bajo tu cuello se denotaba como tu respiración aumentaba en velocidad y potencia
lo cual me dio en dos años, por primera vez, un reconfortante cálido sentimiento por todo mi cuerpo.

-Anata ga suki desu- Te susurré levantando mi rostro, acercándome a tus labios, apoyé mi frente ala tuya, esperando tu respuesta.

Entrecerré los ojos mientras la carne se me ponía de gallina y el vello se me erizaba lentamente al sentir las pequeñas cosquillas en mi cuello, produciéndome una pizca de placer excitante. Los colores se me subían un poco, ruborizándome así, y mi respiración empezaba a ser entrecortada. Mi corazón bombeaba cada vez más rápido, pero supe controlarlo y evité cualquier escalofrío que me traicionara... Aunque probablemente él ya habría notado lo mucho que me había gustado aquel "roce".

Me quedé un rato mirándole a los ojos, meditando la respuesta y analizando una a una cada palabra que me había dicho. Entonces recordé lo que significaba.

-Anata ga suki desu... -respondí en un susurro casi inaudible.

Sin poder esperar más, sellé mis palabras fundiendo mis labios con los suyos de nuevo, saboreando aquel momento como nunca lo había hecho. Pasé mi mano por su cabeza y le acaricié el pelo suavemente, con cuidado de no tirarle el sombrero de copa.

Off:// eso ultimo me ha llegado xD (LL)

On:// Mi cuerpo se sumergió en una inigualable alegría, energía por doquier. Mi tez, pálida de hace dos años, adquirió un tono más oscuro y me quede tan asombrado, que la cabeza creí haber perdido. La mire a los ojos, le puse mi sombrero de copa, juguetonamente, tapando su visión, la cogí en peso de los muslos, frente a frente y le dije con ilusión -¿Quieres pasar la navidad conmigo?-

Esbocé una media sonrisa divertida al ver que el sombrero de copa me venía un poco grande, pero enseguida se transformó en una mueca pensativa respecto a lo que me había ofrecido. Había pasado todo demasiado rápido, y sólo nos conocíamos de hace unos minutos... ¿Estaba bien fiarme de él? Inmediatamente, me culpé a mí misma. ¡Me había confiado y contado la historia de su vida, además de confesarme lo que era en realidad! No había mentira en sus ojos, ni notaba que estaba nervioso. De hecho, había derramado una lágrima... Una persona tan elegante como él.

Sabía que el estar con él en las Navidades sería un alivio para mi hermano mayor, porque este año no iba a estar en casa. Con un suspiro, volví a sonreír.

-Será de lo más curioso pasar la Navidad con un vampiro -acepté.