Pasando una tarde en el Caldero (libre)

Después de un arduo día de trabajo, llegué con mi hijo en brazos al Caldero Chorreante y me senté en un sitio disponible. Coloqué el portabebé a un lado mío mientras esperaba que me tomaran la orden. Algunas cosas eran inmutables, y una de ellas era el aspecto de aquella vieja taberna.

Una vez más entré en aquel lugar, El caldero chorreante, un lugar donde los magos y brujas se reunían para tomar algo, comentar sus días. Y un extraño para los muggle, un lugar que se utilizaba de intermediario entre su mundo y el nuestro, en concreto el callejón Diagon.

Me adentré y observé como no había tanta gente como me esperaba. Un par de viejas brujas que se contaban las últimas noticias de sus semanas. Un trío de magos reunidos alrededor de una mesa comentando las noticias más alentadoras del Profeta. El camarero y ella.

Una muchacha sentada en una mesa acompañada de lo que parecía un carro de bebé.

-¡Joven Aure!-escuché al camarero mientras me saludaba con el brazo-¿Qué quiere? ¿Zumo de calabaza?

.Muy amable-asentí con una dulce sonrisa mientras me acercaba a ella-Atiéndale, creo que estaba aquí antes de que yo llegara.


Caminé alegremente hasta la muchacha y la miré intenando ver al bebé desde mi posición , pero por más que me movía no conseguía verlo. Asi que me acerqué y educadamente.

-¿Puedo verle?-

Un joven en edad de ser estudiante del Colegio, que al parecer conocía a Tom, el camarero, se aproximó hacia donde estabamos Will y yo. Al parecer quería ver a mi bebé.
Le dediqué una sonrisa y saqué a Will para mostrárselo.
Aún dormía y lo levanté con cuidado para evitar que se despertara.

Me acerqué a ella y observando la hermosura de la criatura y olvidando mis modales comencé a acariciarle la barriguita en donde posaba sus pequeñas manos. Cuando me quise dar cuenta mi dedo se mantenía amarrado por una de sus manos y con fuerza me negaba el suelte.

-Parece que me ha cogido cariño-le comenté a la madre mientras sonreía simpática mente sin poder evitar reprimir una silenciosa carcajada.

Tom llegó a la mesa con mi zumo de calabaza y luego esperó a que la dama pidiera algo sin poder vitar observar la estampa del bebé agarrando mi dedo.

-Tienes don para los niños hijo-dijo él en un tono bromista pero a la vez serio

-No lo creo-dije-Mi hermanita llora cada vez que me ve en vacaciones de verano... Creo que sigue queriendo ser la única princesa de casa-

-Quisiera jugo de manzana por favor.- le pedí a Tom. Cuando se fue, le dije al joven.
-¿Quieres sostenerlo?- le dije mientras se lo ofrecía. Will no era nada huraño, por el contrario, parecía agradarle la gente. Era pequeño aún, ni siquiera cumplía dos meses de nacido.
Me levanté para poder darle a mi bebé en brazos.

-Me llamo Persephone y él es William.- nos presenté.

-Peter Aure-dije-Pero, no creo que sea capaz de sostenerlo. Tengo miedo de que se me caiga-dije un tanto nervioso al ver como se levantaba y me ofrecía al bebé-No, no quiero despertarle de veras.


Pero a cada palabra que decía recordaba como mi hermana había dormido en el regazo de mi madre, como sus ojos verdes se clavaban en mí con esa sonrisa desdentada. Por eso no pude reprimir las ganas de cogerlo y cuando lo hice delicadamente y con elegancia parecía haber nacido para ello.

-Es un placer William-le dije al bebé-Encantado Persephone.

-Ahora se la pasa casi todo el tiempo dormido. Lo cual es muy útil, así puedo trabajar.- me senté nuevamente. -¿Quieres sentarte?- lo invité.

En poco tiempo, las bebidas que habíamos ordenado, llegaron a la mesa.

Me senté junto a ella y no pude reprimir una de la infinidad de preguntas que mi mente cabilaba con velocidad. Era demasiado curioso pero tampoco quería parecer molesto. Sentí como el bebé abría la boca para soltar un suspiro.

-¿De que trabaja?-pregunté mientras-Sino es molestia-

Antes de obtener una respuesta le metí un pequeño sorbo a mi zumo de calabaza

-Trabajo en Gringotts pero ahora estoy con permiso, acabo de dar a luz hace poco y me estoy recuperando. También tengo una tienda de mascotas en Londres, solo que me he dado un respiro de las actividades, quiero dedicarle más tiempo a mi hijo.- tomé también un sorbo de mi jugo.

-¿Y tu a qué te dedicas?- le pregunté tras dejar mi vaso de nuevo en la mesa.

-Estudio en Hogwarts-respondí orgulloso de ello-Sexto año-sonreí-Soy prefecto de mi casa... y la verdad aun no se que haré cuando termine mis estudios.

Suspiré. Verdaderamente no había pensado en ello, simplemente porque no quería que aquella etapa de mi vida acabara nunca, estaba siendo la mejor. Y no creía que aquello pudiera ser superado.

-¿Se te da bien los encantamientos Persephone?-

Me puse a meditarlo por un instante. -Pues a decir verdad, era de las mejores de mi clase cuando estaba en Hogwarts, el año pasado... solo que me expulsaron y no pude graduarme.- recordé con pesar. No era un tema que me enorgulleciera, pero las cosas eran como eran y no había nada que hacer.

Fijé mis ojos en los suyos. "Expiulsada?" Por más que reprimía las ganas locas de preguntarle, más ganas me entraban. Parecía demasiado buena como para ver hecho algo tan malo para ser expulsada. Las palabras en mi mente sonaban como un trabalenguas, al menos hasta que decidí aclararlas.

-¿Puedo saber el porqué?-pregunté con educación

-Perdona que no te lo diga, no es algo de lo que me sienta orgullosa.- lo acababa de conocer y era algo que me causaba mucho pesar. Tomé otro sorbo de mi jugo.

-Lo siento-dije un tanto arrepentido-Mi madre dice que debería de terminar en el profeta. Creo que es porque soy demasiado curioso-sonreí-Seguro que una persona como tu se arrepiente a cada momento. Y si verdaderamente te sigue causando dolor, ya has tenido tu reprimenda. No te tortures más-intenté animarla


De nuevo miré a William. Durante una facción de segundo ví a mi hermana.

-¿Cómo decidiste tenerlo?-pregunté-Siendo tan joven

En verdad no sabía con seguridad como funcionaba el mundo mágico, solo llevaba 6 años y sentía que me quedaba toda una vida por delante. En el mundo muggle las adolescentes que tenían hijos solían ser un tanto problemáticas.

-Tomé decisiones precipitadas en mi vida, y de una de ellas nació Will, aunque no me arrepiento en lo absoluto, él es mi vida, un pequeño pedacito de mi.- suspiré. -Me expulsaron del Colegio por un comportamiento inadecuado, pero me embaracé después, en un momento de desesperación.- le confesé. -Eso fue hace un año exactamente.- una lágrima se asomó y volví a suspirar.

-Ey-dije al ver como sus ojos brillaban a cuenta de posiblemente sus ganas de llorar-¡Seguro que todo aquel sufrimiento te trajo un gran regalo!-miré a Will-¡Cambiemos de tema!


Sugerí con velocidad mientras comenzaba a juguetear con mis dedos en la barriguita del bebé que se mantenía aun dormido incapaz de inmutarse por nuestras palabras que sonaban naturales.

-Veamos,....-pensé

-Hay cosas que desafortunadamente suceden. Pero tienen una raxon de ser. Lo unico que queda es ser inteligentes y saber sobrellevarlas. Aprender la leccion que se nos presenta. Aunque hay personas que ni asi aprenden. - voltee hacia la puerta y luego volvi la vista al chico que sostenia a mi bebe.

Escuché aquellas intensas palabras, y sin saber que decir la sonreí justo antes de meterle otro sorbo a mi refresco de calabaza. Después observé como algunos magos y brujas se iban para darle paso a un grupo bastante más numeroso.

Me levanté un momento. -¿Me permites a mi bebé?- le dije extendiendo los brazos. -Casi es hora de que coma, no quisiera que llorara.- era un poco incómoda la situación. Apenas conocía al chico.

-Claro-dje sintiendome incómodo-Creo que debería de irme.

Me dispuse a levantarme justo después de beberme el refresco de calabaza con velocidad. Mis ojos se dirigieron a Tom el cual se mantenía en una ardua conversación con uno de los magos que leía el profeta.

-Espera, no te vayas.- le dije abrazando a Will y sentándome de nuevo. -Si no te incomoda, solo alimentaré al bebé.- me cubrí con una manta para amamantarlo.

-Bueno, no estoy precisamente sola, me voy a casar pronto.- le sonreí. El chico era muy curioso y no se reservaba lo que estaba pensando. Me recordó un poco a Ritta Skeeter cuando me entrevistó aquella vez para hacer un reportaje sobre mi vida.