Oh Aricia Te amo, casate conmigo

Era mi primer día en Hogwarts; hacía tan solo semanas que me habían echado de Durmstrang y como segunda alternativa mi tía abuela me había mandado a Hogwarts. El sombrero seleccionador me había puesto en la casa de Slytherin, como ya esperaba, puesto que compartía todas las características de alguien de esa casa. Así que había ido hasta las mazmorras, que es donde se encontraba Slytherin y tras colocar mis cosas tomé uno de mis libros preferidos "Los secretos de las artes más oscuras", el cual ya lo había leído varias veces y había robado de mi anterior colegio. Cogí también mi barita y bajé a la sala común, que afortunadamente estaba vacía. Me senté en un sillón que había junto a una pequeña mesita para comenzar a leer, aunque algo me llamó la atención ya que en la mesa estaba un libro titulado Los cuentos de Beedle el Bardo, que cogí sonriendo y lo abrí, buscando el cuento que estaba buscando, el cuento de los tres hermanos y lo leí una vez más, hacía tiempo que no lo leía, mientras, con una mano, hacía girar el centro de mi colgante con el símbolo de las reliquias, haciendo que el círculo que simbolizaba la piedra girase. Seguí leyendo con una sonrisa el cuento y cuando terminó volví a dejar el libro en la mesa, cerré los ojos un momento imaginando todo lo que podría hacer con esas tres reliquias y empecé a hacer maquinaciones de como dominar el mundo. Estuve así un rato hasta que escuché un ruido, al parecer alguien más estaba en la sala común, abrí los ojos para ver quien era.

Caminaba distraída por las mazmorras. Las listas de los alumnos de Slytherin las tenía que haber actualizado hace algún tiempo y por estar ocupada no había encontrado el tiempo necesario para hacerlo.
El frió en este lugar me hacía concentrarme más, en comparación con la sala de prefectos, sin contar que en ella en este momento estaban en una reunión con un par de profesores.

Yo simplemente me excuse para salir del aburrido lugar diciendo que iría a vigilar un proyecto que teniamos los Slytherin, patéticamente me creyeron.

Mire por un segundo la sala, solo había un chico, solté un suspiro, sinceramente esperaba poder estar un momento sola. Me acerque un poco, y al verlo bien no se me hizo en lo mínimo conocido, supongo que era nuevo.

-- Bonjour. -- lo salude mientras me sentaba enfrente de el. - Aricia Mclaggen, Jefa y prefecta de Slytherin. -- baje la vista a los papeles de alumnos, no esperaba mucho así que seguí en lo mio.

Esuché atentamente a su presentación. Así que la prefecta.. sonreí disimuladamente, bajando la cabeza hacia el libro aunque la miraba a ella disimuladamente. Tras unos minutos en silencio, en los que ella estaba mirando unos papeles que no llegué a ver de qué eran, carraspeé un poco.

-Encantado de conocerle -me levanté caballerosamente y le ofrecí mi mano a modo de saludo- Mi nombre es Gellert Grindelwald, 6º curso, acabo de llegar hoy. Ha sido un poco complicado, el castillo es demasiado grande, quizá deberían hacer que alguien explique un poco como están aquí las cosas a la gente que llegan nuevos.

Seguí dando vueltas a mi colgante de las reliquias con aire distraído, retirándome después el cabello que caía por mi frente y que me impedía ver. Era una chica bastante guapa.

-Sinceramente, no había pensado que fuera así la prefecta de Slytherin -sonreí educadamente.

Levante mi rostro cuando se acerco a mi, me ofreció su mano y como un acto cortes correspondí. ¿Sexto curso?, igual que yo, y como suponía, era nuevo.
Hice mi cabello hacia adelante y deje los papeles en una mesa con detalles plateados al lado del sillón. -- ¿Complicado, Chérie?. Desde que fuiste seleccionado en Slytherin todo deja de ser complicado. -- sonreí, debo decir que al principio, también me había complicado la existencia con el castillo, pero solo con eso, lo demás era demasiado sencillo.

-- Pues digamos que apesar de que el castillo es grande, es muy facil encontrar lo que deseas. O sino, lo que deseas viene a ti. -- sonreí.

-- ¿Y cómo esperabas que fuera la prefecta?.... Al menos yo pienso que perfecta. -- comencé a pasar los dedos por el cabello mientras me recargaba mejor en el sillón. Arquee mi ceja. Simplemente otro slytherin.

La miré fijamente durante unos segundo después de que estrechara mi mano, en el tiempo que volví a meter la mano al bolsillo de mi chaqueta. Era bastante guapa y no me imaginaba gente como ella aquí en Slytherin.

Volví al sofá y me senté, tomando de nuevo el libro de artes oscuras para volver a leer, aunque ella seguía hablando y no quería ser descortés, por lo que trataba de prestarle algo de atención mientras leía.

-Supongo que en un par de días conoceré al castillo como la palma de mi mano -acomodé mi pelo para que no me molestara al leer-.

-¿A la prefecta? Más... no estoy seguro en realidad. Quizás a alguien con más cara de... bueno de empollón, no se si me entiendes -la miré-. En realidad no me había imaginado como podía ser la prefecta de mi casa, pero es un placer que sea alguien tan hermosa como tú.

Volví a bajar la vista a mi libro, al cual tan solo estaba pasando sus páginas tratando de buscar algo que me interesara.

Adoraba la actitud de mis Slytherin. La convinación entre arrongacía y elegancia era perfecta y nos hacía claramente destacar entre el resto de las casas. Obviamente Gellert no había sido la excepción. Al llegar se había acoplado a esa actitud, cosa por la cual no tendría que preocuparme. Solo esperaba que esa actitud no cayera con el tiempo, odio eso. Una persona que finge ser Slytherin... es simplemente ofensivo.

Miré hacía la chimenea y sonreí por la descripción que el pensaba de un prefecto. Gracias a Salazar yo era prácticamente todo lo contrarío. Por algo la gente pensaba que era la prefecta-perfecta, sin dejar de lado lo de Ice Queen.

--Yo no esperaría menos de Slytherin -- me gire y lo miré más fijamente, el chico comenzaba a caerme bien. Mire de reojo su libro, "Artes obscuras", tan típico de un Slytherin. Sería casi obvio que alguno de sus familiares, o por qué no, el pertenecería a "ese" lado. Sin embargo, no era de mi incumbencia.

-- Y bien, Gellert, ¿De dónde eres?, ¿Que hay de interesante o diferente en ti? -- pregunte un poco interesada, mientras cruzaba mi pierna a la derecha y recargaba mis manos sobre el mango del sofá.

Sentí su mirada fija en mi mientras yo me retiraba el pelo con aire distraído, pensando en si aquí todos los prefectos serían igual o había tenido suerte de que esta fuera la de Slytherin. Sonreí ante la pregunta de que donde era, ya que con mi acento era casi obvio que era del norte de Europa. Vi que miraba el libro que tenía así que lo dejé a un lado, entrelazando los dedos de mis manos y colocando las manos encima de mi pierna, haciendo una sonrisa torcida.

-Bueno, creo que se nota que soy del norte -me encogí de hombros-. Al menos todos lo dicen, por lo de mi acento -añadí.

Me levanté del sofá de nuevo y caminé alrededor de la habitación, sin marcar un rumbo fijo, fijándome en cada detalle de la sala, que se encontraba levemente iluminada solo por la chimenea y un par de velas que se encontraban en la mesita frente al sofá en el que había estado sentado.

-Interesante... -reí- Supongo que en mí todo es interesante. Diferente... siempre puede ser una buena cualidad, ¿no? Al destacar frente a los demás se es interesante. Vengo de Durmstrang, me expulsaron de allí hace unas semanas.

Arquee mi ceja. Me levante y tome de encima de la chimenea una botella de vino, serví en una copa agitándola ligeramente, la acerque un poco y sentí el suave aroma. Di un pequeño sorbo y luego me volví a sentar. Mi vista se quedo en él. Egosentrismo grado dos, no era lo que yo querría que fuera, pero tampoco era todo lo contrario.

Me quede pensativa cuando dijo que lo habían expulsado. ¿De Dumstrang?. Era una escuela que se especialisaba en las artes obscuras, asi que para que lo hayan expulsado tuvo que hacer algo con un nivel algo alto. En mi mente vagaron varias preguntas, ¿Qué hizo? y quizá la mas logica ¿como es que lo aceptaron en Hogwarts?. Supongo que para la segunda su padre tuvo que dar una gran suma de dinero al ministro, y este mando recomendaciones a el colegio, sin embargo se me seguia haciendo raro.

Me levante dejando la copa en la mesa, y me levante hasta dondé estaba el quedando a escasos centimetros, lo mire de arriba a abajo y con una sonrisa -- ¿Que hiciste? -- le pregunte, sin miedo claro, y tampoco con curiosidad, quizá con intriga.

Cuando le dije que me habían expulsado pareció quedarse pensativa durante bastante rato. Parecía estar preguntándose varias cosas a sí misma y por un momento dudé de si me las preguntaría a mí o no. Pero en seguida mi respuesta se vio respondida porque me preguntó que hice en Durmstrang para que me expulsaran.

Ahora el que dudaba era yo. Miré a la chica, que se había acercado demasiado, y me costó pensar las diversas posibilidades que había de respuesta que pudieran parecer ciertas, aunque en realidad nadie era expulsado de Durmstrang así como así. Lo primero que se me ocurrió decir fue la verdad, aunque claro, no quería manchar mi reputación en Hogwarts o todos estarían más atentos a mis actos de lo que me gustaría para poder seguir trabajando libremente, al fin y al cabo mis experimentos no cesarían por una expulsión, pero ahora los haría con más disimulo.

-Le hice un hechizo a un profesor y le mandé a la enfermería por unas semanas -mentí, aunque con bastante disimulo, y después sonreí de lado y miré la copa que sujetaba.

Por alguna razón no le creía ni la mas mínima palabra. Por hechizar a un profesor, ¿es broma?... Fruncí el señó ligeramente. Odiaba cuando la gente me mentía, más si esa gente era de mi propia casa.
Solté un suspiro, comencé a caminar, por lo que el caminaba hacia atrás. -- Mira, Gellert, suelo ser una persona muy amable con los Slytherin, digo, es prácticamente la única excepción en el colegio... Sin embargo, detesto las mentiras, no van con mi persona... -- arquee mi ceja y le sonreí -- ¿Planeas decirme la verdad, o quieres que lo investigue por mi cuenta? -- si, era algo dura, sin embargo no iba a convivir con una persona que pudo ser un asesino.. o algo peor, alguien que no tuvo para pagar la escuela... O podían ser las dos... si asi fuera, pediría inmediatamente un cambio a otra casa.. por muy sangre pura que uno sea, si eres pobre, la pureza no te salva.

Se enfadó por que le había mentido. Bufé. ¿Qué demonios le importaría a ella? Si me han echado de mi antiguo colegio o no no era cosa suya, lo que tendría que importarle era controlarme ahora que estaba en Hogwarts, no antes. Traté de no mostrar mi cara de enfado y molestia con respecto a ese tema y sonreí falsamente.

-Bueno hice algunos experimentos que parecieron no gustarles demasiado al profesorado ni a los padres de los demás alumnos, así que me expulsaron. Una injusticia, vaya. Pero nada importante.

Volví a girarme mordiéndome el labio y volví a apartar el pelo de mi cara. No me gustaba tener que dar explicaciones de mi vida, por mucho que ella fuese una prefecta.

Gire sobre mis talones y me dirigí nuevamente al sillón. -- Ves, No era tan díficil... Y si me importa es porque, no planeo vivir con un loco, asesino, o algo parecido. -- Sonreí con ironía. --Pero de igual forma, no importa, tu "secreto" esta a salvo conmigo -- Claro, mientras Gellbert se comporte como buen Slytherin, y no manche la perfecta imagen de nuestra preciada casa.

Lo mire de arriba a abajo, parecía bastante normal para un chico que hizo lo que hizo. UNa persona "atractiva" según dirían las chicas de la casa. En mi caso no. Yo ya no pensaba en boberas de adolescentes, Supongo que me volví hasta cierto punto más madura. Ahora lo único que buscaba era poder alcanzar metas grandes, y emociones fuertes.

-Sin embargo no sabes cuales fueron los experimentos que realicé, quizás dejé a alguien en un estado mucho peor que la muerte -sonreí de lado-. Aunque... no hay por qué preocuparse, no estoy encerrado en ninguna prisión, eso demuestra que no soy un asesino.. ¿no es cierto?

Bajé la mirada al libro que sujetaba entre mis manos, sonriendo aún.

-Un placer conocerle, señora prefecta de Slytherin... He de admitir que es una alegría ver que al menos hay algo en este colegio que supera a Durmstrang... Hay chicas lindas

Miré a Gellert, mi cara estaba sin expresión alguna. Debía decir que apesar de haber sido criada en una familia que detesta a ese tipo de gente no compartía la idea de que deberían de ser torturados. Digamos que en vez de hacer eso, las personas deberían tener otras en las que pensar, en que enfocarse, no darles importancia. Pero bueno, nadie piensa de la misma forma, que desperdicio.

Asentí con una sonrisa. -- Pues, sinceramente conozco a una chica de Dumstrang - pensé recordando a Anna -- Es hermosa, sin embargo no generalizo... ¿Porqué? , ¿cual es la diferencia entre las de allá y las de acá? -- pregunte un tanto interesada.

Me quede un tanto pensativa... supongo que agradezco tener mi sangre, y gracias a ella, mi fisico. Destacar de varias formas siempre es bueno

Me miraba sin expresión y yo trataba por todos los medios de averiguar que es lo que ella estaría pensando. Entrecerré mis ojos mirándola fijamente aunque no conseguí entender sus pensamientos, desde luego sabía controlar sus expresiones. Me acerqué a un poco a ella con una pequeña sonrisa. El reloj marcó la hora, ya era tarde, aunque yo no estaba cansado, siempre acostumbraba a dormirme mucho más tarde que la mayoría de mis compañeros, porque el silencio de la noche era enormemente relajante.

-¿La diferencia? Bueno allí había chicas o muy guapas y entonces eran como algo especial o muy normales pero tenían un toque duro que no terminaba de gustarme. No sabría explicarlo claramente, supongo que en realidad son mis gustos que son, simplemente, diferentes a los normales. Pero todavía no he tenido el placer de conocer a fondo a ninguna Slytherin. Y bien, ¿cuántos años llevas en este colegio?

--Siempre he creido que la belleza dura es algo paradojicamente misterioso, pero casi siempre se arruina por lo mismo. No tiene el equilibrio que se requiere -- comente vagamente mientras tomaba una botella de vino y la vertia en una copa de cristal. Me pregunto porque en la sala común siempre hay este tipo de cosas.

Tomé uno de los libros que estaban bajo la botella, como casi todo lo de la casa era negro. Le di una ojeada, pero su contenido no llamo mi atención. Me comenzaba a aburrir, cosa que odiaba. Me levante mientras soltaba un suspiro y me quite el suéter aventandolo al sillón.

-- Bien, esto es aburrido, cosa de la que me me siento relativamente mal, somos slytherin, se supone que debomos divertirnos, tenemos lo que deseamos... -- Solte un suspiro y me recargué en la pared, no, no me gustaba estar tan aburrida como cuando tenemos clase con los Hufflepuff.