Llevando a Elda a San Mungo

Desperté en una habitación totalmente desconocida. Vi a una bruja vestida de blanco con una cofia en la cabeza colocando unas cosas a mi lado.

-Q-que ha pasado? -pregnté con voz débil.

-Tranquila, querida, estás en el Hospital de San Mungo -contestó con voz amable -Al parecer te desmayaste en la ducha, tu marido te trajo.

Espera... mi qué?! Decidí disimular para no empeorar las cosas.

-Está aquí? -pregunté -Puede pasar?

La enfermera asintió. Salió de mi habitación y volvió al poco trayendo a Sirius.

-¿Elda, cariño como estás?- le dije sentandome a un lado de ella y tomando su mano. Le retiré un mechón de cabello de la cara.

Le miré.

-N-no lo sé... Estoy mareada y me duele todo... -tomé aire -Que pasó?

-Perdiste el conocimiento en el baño. No te golpeaste porque alcancé a detenerte antes de que cayeras al piso. Supongo que te revisarán para comprobar que fue lo que te paso.- le expliqué hablando a un tono moderado, no quería molestarla. Estaba realmente preocupado por ella.

Asentí débilmente. Suspiré. Tenía ganas de vomitar y apenas podía moverme.

-G-gracias -dije con tono débil.

-Ya estás en un buen lugar. Creo que debo avisarle a tu abuela.- No tenía idea de como resultaría eso, sin embargo era mi deber.

-Q-que vas a decirle? -pregunté preocupada -Como le vas a explicar que has sido tu el que me ha traído?

Me entraron nauseas de golpe.

-No tengo idea, pero por ahora no te preocupes. Ya pensaré en algo.- le dije para tranquilizarla.

-Hmmm... vale -dije con voz débil -Confio en ti...

Me sentía muy malita... Me dolía la cabeza y ahora tenía nauseas.

-Saben lo que tengo? -pregunté -Quiero decir... Por qué estoy enferma?

Una sanadora entró en la habitación.

-Querida niña, no te preocupes... Lo que tienes no es nada grave. Simplemente tienes un caso común de gripe gopaliana... Tendrás que pasar unos días aquí, pero pronto estarás como nueva -aseguró la sanadora.

Suspiré aliviada... Era una enfermedad común.

-Bueno, no hay de que preocuparse -dije tomando la medicina que me habían traído.

Me tranquilicé al escuchar el diagnóstico. -¿Cuándo podrá ir a casa?-

-En unos cuatro días estará como nueva -afirmó la sanadora -Es usted el padre de la criatura?

-Es mi tío!! -me apuré a decir -Ibamos a comprarle un regalo a mi abuela cuando me desmayé -mentí.

Mmm... eso no se ajustaba a lo primero que había dicho, solo esperaba que la enfermera que la había ingresado no estuviera cerca. -Creo que mejor voy por su abuela, para que esté tranquila por nuestra tardanza.-

-Si, tío Sirius, ve a por ella -dije con la voz más inocente que pude poner.

Me retorcí las manos inquieta, esperaba que todo saliese bien...

Pasada una media hora, mi abuela entró por la puerta seguida de Sirius. Intenté controlar los nervios.

-Es mejor que las deje solas.- miré a Elda y le guiñé un ojo. -Ha sido una suerte que me encontrara cerca cuando te desmayaste Elda, y que te hubiera conocido antes, de otra forma no sé que habría sido de ti.- mentí. Si nos ibamos a apegar a una historia, sería a la de que me la había encontrado por casualidad.

Vi como Sirius se iba y mi abuela estuvo bombardeandome a preguntas durante dos horas.

Salió y de dirigió a Sirius.


-Supongo que debo darte las gracias, jovencito- dijo.

Asentí con la cabeza mientras se alejaba. Entré de nuevo con Elda y le pregunté. -¿Que le has dicho?-

-Que estaba buscando un regalo para su cumpleaños y apareciste para salvar a la damisela -dije irónicamente. Luego añadí con sinceridad -Gracias por tu ayuda, Sirius.

-Pues lamento que todo haya pasado asi.- me acerqué a su mejilla y la besé. -Debo irme para dejarte descansar pero prometo que volveré pronto.-