Malditas muletas[LIBRE]

Acababa de llegar a Howgarts y ya estaba de mal humor. Aunque, realmente no debería extrañarme porque yo siempre estoy de mal humor.
Estaba caminando por los pasillos hacia los jardines de Howgarts, la primera cosa que había decidido visitar en el colegio y, aunque había recorrido poco camino, ya comenzaba a sentir pinchazos en la cadera a causa de mi pierna inmóvil.
-¡Malditas muletas! ¡No ayudáis nada, estúpidas!-exclamé, y varias personas del pasillo se volvieron hacia mi, estupefactas. Yo las ignoré completamente, como solía hacer.
Di otro paso más, con mucho esfuerzo. En realidad cada paso que daba me resultaba muy costoso, pero ya estaba acostumbrada, y no me podía quejar porque si no antes de que pudiera protestar me vería en una silla de ruedas. El siguiente paso que di, calculé mal el apoyo de las muletas y me caí al suelo con un estrepitoso golpe, derribando a mi paso a una persona que tenía delante.

Mi cabeza zumbaba por dentro pensando en un montón de planes para el nuevo curso, recordando el verano que después de todo no había tan malo, bueno en el fondo había sido genial y pensando que ahora iba con mi escoba sobre el hombro a volar y volar sobre el campo de quidditch.

Todo esos pensamientos y recuerda hacían que no me enterase de lo que pasaba a mi alrededor, con lo cual el gritos y el movimiento de gente no fueron vistos por mi.
De repente un empujón me sacó de mis pensamientos y mis narices fueron a dar contra el suelo y mi escoba a varios metros de mi. Muy sorprendida me levanté, mi nariz no sangraba pero me dolía un montón, busqué mi varita en la túnica, seguía en su sitio, fui hasta mi escoba y me giré a ver que había pasado.
Fui hasta la chica... -Oh, estás bien?- la pregunté mientras la ayudaba a levantarse. -¿Esto es tuyo?- la pregunté al ver las muletas, no tenía ni idea de que era eso que ella utilizaba, sentí una vergüenza enorme. -Discúlpame pero no se ni lo que son- sentí que estaba roja como un tomate.

Me quedé en el suelo, con el trasero doliéndome horrores. Maldecí mentalmente de nuevo a mis muletas.
La muchacha a la que había tirado, se acecó a mi y me ayudó a levantarme. Yo no rechacé su ayuda porque no tenía otra manera de levantarme, pero para compensar adquirí una expresión fría y malhumorada.
-Siento haberte tirado...-me disculpé a regañadientes. Puede que fuera antipática, pero no una maleducada...vale, maleducada también.-Gracias...por haberme ayudado a levatarme-proseguí fríamente. Traté de sonreír, pero me salió una mueca extraña. Luego me preguntaba por qué no tenía amigos.
Ignoré por completo sus disculpas y le quité de la mano las muletas, para luego seguir caminando con dificultad, más de la normal. La caída me había fastidiado más de lo que creía.

-No importa- la contesté - cualquiera puede resbalar- la sonreí- De nada- la dije amable.


Definitivamente debía escuchar más en clase de estudios muggles si no quería morir antes de ser mayor de edad.

-No me las iba a quedar, ademas no se que son- la dije algo molesta. Vi que la costaba andar. -Si quieres te indico donde está la enfermería- la dije ligeramente enfadada mientras miraba que mi escoba no hubiera sufrido ningún daño. -Debería estar en Slytherin- pensé en alto al ver su escudo de Rav, y seguí mi camino hacia los jardines, que para mi pesar era el que había tomado ella. -Bueno en cuanto salga al aire libre me montó en la escoba y llego en un momento al campo- pensé mientras caminaba.

Ignoré todos sus comentarios completamente, aunque en el fondo muy en el fondo no quería ser así de maleducada con una persona tan amable, pero debía hacerlo si no quería sufrir más. Entonces dijo muy bajo que debería estar en Slytherin, y me paré en seco. Puede que una persona normal no lo hubiera oído, pero en Calcuta una persona tenía que saber escuchar bien para sobrevivir.
-Puede que sea antipática, pero no soy ni malvada, ni manipuladora... ¿vale?-dije, dolida. Me lo merecía, realmente, pero solía ignorar ese tipo de matices-No juzges por las apariencias...
Nadie, nunca, había sido capaz de traspasar mi barrera de antipatía para llegar a mi verdadero ser. Nadie lo había intentado nunca.
Seguí caminando con esfuerzo, arrastrando mi pierna. La pierna que tanto odiaba. Por su culpa jamás volvería a jugar al quidditch

-Como lo había oido?- pensé mientras bloqueaba mi mente no fuera que supiera leer los pensamientos.

Según oí su contestación me sentí un poco mal, tenía razón, y además para mi entender creo que era un "insulto" demasiado malo lo que la había dicho. -Oh, disculpame, tienes razón, me he pasado- la dije mientras avancé algo deprisa hacia ella. Aún a riesgo de que me mandara a freir calabazas volví a dirigirme a ella -Disculpame de verdad, creo que me he pasado, pero tu tampoco me demostraste tu parte más amable, la verdad. Yo solo quería ayudarte y no tengo ni idea de lo que usas para andar, soy demasiado mágica en ese sentido. -la sonreí. -Soy Cassandra Mathis, Huff de quinto curso. -me presenté amable esperando que no diera con las muletas en la cabeza

Sonreí interiormente por la valentía de aquella chica. A pesar de mi barrera dura ella se había atrevido a hablarme.
Me ablandé un poco.
-No..pasa...nada-dije con esfuerzo, no estaba acostumbrada a ser maja-Lo que llevo son unas estúpidas muletas, que me sirven para poder andar y no tener que ir en una silla de ruedas-sonreí amargamente- ¿Raro para una bruja, no? Y molesto...-mi rostro de endureció. No me gustaba quejarme ni mostrar mis debilidades dlante de otras personas-Aunque ya me he acostumbrado.
Seguí caminando, recordando mis tiempos de jugadora de quidditch con nostalgia y anhelo.

Bueno, de primeras me había librado de las calabazas y del golpe.
Sonreí, -aún no se tu nombre- la dije amable.

Observé las muletas. -Bueno... -dije sacando un poco de valor. -Lo cierto es que si es un poco raro -comenté. -No has ido a San Mungo?- la pregunté con cierto miedo.

Caminé a su lado -No puedes mover nada la pierrna?- la pregunté con cierta timidez, me había pasado por la mente que quizás no podía montar en escoba. Sin querer mi vista se fue hacia la mía. ¡Y cómo has acabado en este colegio? Conozco a gente que ha estudiado en casa, que viene de otros colegios mágcios,... cual es tu historia?, yo llevo aquí desde primero- la dije, ya me daba algo menos de miedo aquella Rav.

Me recordó que no le había dicho el nombre, en realidad lo había hecho aposta. No solía decir mi nombre de buenas a primeras...pero aquella chica era diferente.
-Mi nombre es Nicky, Nicky Kuroda-dije casi en un susurro. Mi barrera se estaba deshaciendo, y yo no quería que alguien me volviera a hacer sufrir, así que traté de recomponerla de nuevo.
Me preguntó si había ido a San Mungo, y yo solté una carcajada sin una pizca de felicidad.
-He ido a San Mungo y a cientos de otros hospitales mágicos más.-dije con cierta amargura- Y en ninguno han encontrado una solución...Dicen que nunca volveré a mover la pierna...-recordar aquello me estaba produciendo mucho dolor, así que decidí dejar de hablar secamente. Me estaba obligando a rememorar que jamás podría volver a correr, bailar, saltar, nadar...montar en escoba...
Un pinchazo en la cadera me devolvió a la realidad.
-Hasta este año he estado en una escuela de magia en la India.-contesté con sequedad. No me gustaba recordar cosas así que traté de cambiar de tema.
-Eh...-no sabía muy bien como comportarme, hacía mucho que no era amable con nadie. Miré su escoba.-¿Juegas al quidditch?.

-Encantada Nicky- la contesté.

Lo cierto era que siempre pensé que cualquier daño físico sería curado en algún hospital mágico, pero estaba muy equivocada. -Oh, lo siento...- dije sin saber si eran muy apropiadas esas palabras, no sabía muy bien que decir la verdad.

¡En la India!- exclamé. -Será muy diferente a esto!- la dije sabiendo que cada escuela era muy diferente a cualquier otra,me costaba hablar mucho con aquella chica.

-Bueno, me presenté a las pruebas de mi casa pero todavía no nos han comunicado nada, espero entrar- la dije- Ahora iba al .... campo de quidditch- dije con miedo a que me contestara mal, pero era bastante evidente a donde iba. - ¿A ti te gusta el quidditch?- la pregunté tímidamente.

Su incomodidad hacia mi me agradaba, cada vez me caía mejor aquella chica y eso no me gustaba.
Su pregunta casi, y solo casi me hace sonreir.
-La India es preciosa...-dije con los ojos brillantes, dejando ver mis verdaderos sentimientos por unos instantes. Me repuse enseguida. Fría de nuevo.
Su pregunta sobre el quidditch me golpeó en el pecho dejándome sin aire durante unos segundos. Abrí la boca varias veces para hablar, pero no emití ningún sonido.
-Si, me gusta-logré articular secamente.
Una idea comenzó a formarse en mi cabeza poco a poco, pero no me atrevía a formularla. Fruncí el entrecejo. Me estaba convirtiendo en una blandurria ¡Yo, Nicky Kuroda vergonzosa! ¡Anda ya!
-¿Podría verte volar?-pregunté a bocajarro.

Escuché con interés las respuestas ,analizando la situación. Era realmente extraña, yo estaba bastante incomoda y ella tampoco parecía sentirse a gusto del todo.

- Y has ido a ver algún partido de equipos profesionales?, yo no , pero pienso hacerlo en cuanto tenga dinero para poder pagarme la entrada!- la conté.

-OH, claro que puedes verme, pero no vale reirse si me caigo o no me sale alguna pirueta eh!- la dije con media sonrisa en la cara.

Fuimos caminando. -Oye, si quieres podemos pasar por el escobero del colegio, esas escobas no vuelan ni alto ni rápido así que si te caes no va a ser grande el vatacazo- la dije- o si no te puedo llevar no en mi escoba- la dije con más miedo que otra cosa.

Negué con la cabeza ante la pregunta de los equipos profesionales. Nunca había tenido suficiente dinero.
Ante el último comentario de Cassandra una débil llamita de esperanza comenzó a encenderse en mi interior. Escobas que no vuelan alto ni rápido...perfectas para mi. Le miré con los ojos brillantes.
-¿De verdad crees que podría volar?-le pregunté con una sonrisa asomándose en mis comisuras.
Me imaginé a mi misma en una escoba, con el viento revolviendo mis cabellos, mi túnica que quidditch ondeando al viento...
Sacudí la cabeza, no debía hacerme ilusiones.

Por lo visto no era la única que no tenía suficiente dinero. -Siempre he pensado que son demasiado caras las entradas- la comenté.

-Bueno, no estoy segura, pero por probar con cuidado no perdemos nada No?. Ademas, las escobas te agradecerán que no las pidas más velocidad ni que suban muy alto- la dije recordando cuando aún no tenía escoba.


-Supongo que si que habrás volado antes no?, con lo cual la teoría te la sabes, solo es adaptarlo un poco- dije sin creerme mucho las palabras que estaba diciendo -y si esto falla conocerás a la enfermera del colegio que es encantadora, yo ya fui unas cuantas veces........... ups, eso olvidalo, porque siempre fue a llevar a alguien- la dije.