Recién llegado de Escocia (libre)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegué a la sala Común arrastrando el pesado baúl. Con los brazos cansados me dejé caer en uno de los sofás, y me froté las manos.
No había nadie por allí, y tenia ganas de conocer a alguien porque por el momento solo conocía a mi prima... Porque había hablado con ella por carta. Saqué del bolsillo el trozo de pergamino que me habia enviado Gisie.

Primo Andy,
He oído que has conseguido venir. Tengo muchas ganas de verte.
Te parece si quedamos un día de estos y nos conocemos cara a cara de una vez por todas?
Espero tu respuesta, puedes decirme algo por patronus.
Un gran beso,

Gisie

Oí ruidos detrás de mi, y me giré para ver quien era.

Sonreí ante su gesto, era divertido. Bueno, casi todo me parecía divertido esos días. Ni me molestaba la resca que reinaba en mi cabeza y estómago.

-Perfecto... acá deportes hay para hacer... bueno, la verdad no sé, no me agradan demasiado -sonreí -. Pociones me encanta... junto con Historia de la Magia son mis favoritas. ¿Por qué con niebla? -no entendí que era un nombre, pensé en el fenómeno climático.

Alcé una ceja. Entonces me di cuenta que no había entendido que era un nombre.

- Niebla es el nombre de mi caballo - aclaré, sonriéndole -. Lo tengo desde hace cuatro años, es un caballo gris precioso, con motas marrones en el hocico.

Pensé en las largas tardes montado sobre él, y sonreí, deseando tenerlo conmigo.

Rodé los ojos ante su explicación, tendría que haber comprendido, bueno... aún conservaba efectos de la borrachera de anoche. Amaba mis borracheras, y la poca resaca que tenía al día siguiente. Rara vez era intensa.

-¡Que hermoso! -exclamé, sonriendo -. ¿Te gusta mucho montar? Son los paseos más hermosos, por mucho. Recuerdo la última vez que lo hice, en las vacaciones, por un bosque nevado... ese paisaje sería el sueño de todo pintor... ¿te gusta pintar? -le pregunté, con curiosidad por sus gustos y aficiones.

Alcé una ceja.
- Me encanta. Me apasiona el arte en general, supongo. Pintar no se me da mal, pero la música es lo que realmente adoro.
Le sonreí, y pregunté:
- ¿Te gusta la música?

-Sí, me encanta... aunque no se me da muy bien -le dije, sonriendo a su par -. Aquí también hay varios amantes de la música... a mí me gusta cantar... un poco. Pero después, no. Para pintar soy malísimo, y para dibujar... un desastre -dije, sonriendo y no exagerando, pocas veces había visto dibujos tan malos como los míos -. Pero me encanta ver cuadros, o dibujos simples... me gusta buscar su significado... bah, en realidad, me gusta buscarle significado a todo. Para mí, todo lo tiene... nada es casual -sonreí, evitando entrar en otra de mis locas teorías sobre el destino y esas cosas -. ¿Tocas algún instrumento?

Me mordí el labio inferior.
- Toco la guitarra, el piano y la bateria. Pero mi preferida es la guitarra. Tendrías que haberme visto. Largas tardes sentado junto a un lago escocés tocando la guitarra y cantando para Niebla y para Effie...
Cerré los ojos y lo vi como si fuera ayer.
Mi caballo mirándome, curioso, y mi gatita callada reposando junto a mi pierna.

-Vaya, habría sido interesante... siempre quiso aprender a tocar la batería, y nunca pude -le conté -. Y siempre quisieron que aprenda a tocar el piano, pero nunca quise -sonreí, imaginando esas tardes -. Que solitario... pero a veces tus mascotas son la mejor compañía, yo también lo sé.

- Sí, o son - dije, sonriendo -. y me estoy planteando de traer a Niebla aquí. Lo añoro demasiado.
Pensé en mi batería, que tendría que montar luego, y dije:
- He traido mis instrumentos... ¿Quieres aprender a tocar la batería?

-Cuando lo traigas deberemos salir a cabalgar junto -le exigí, llevando otra minúscula porción de galleta a mis labios -. Me encantaría aprender en algún momento, si no te molesta -sonreí, siempre había querido aprender, y obviamente en Sertrekovch nunca me dejaron. Una vez había entrado una, pero las defensas de la mansión la hicieron explotar... hasta en eso actuaban... estúpidos tíos, ya me vengaría de eso también. Miré a Andy y volví a la carga con mis preguntas -. ¿Ya le has enseñado a alguien?

- Bueno... Hice un intento de enseñarle a mi vecino, pero al tener tres años y ser hiperactivo no me salió muy bien... - bromeé -. Ahora enserio. Le enseñé a unos amigos... Hará cosa de dos años. Acabaron sabiendo bastante.
Me encogí de hombros y dije:
- ¿Entonces? Si quieres, si ves que te cuesta la batería, porque parece fácil pero no lo es, puedo enseñarte a tocar la guitarra… Cuando quieras, Teo.

Reí ante la idea de verlo desesperado tratando de enseñarle algo a un insoportable pequeño que saltaba sobre el instrumento. Sería una simpática escena, tenía porte de hermano mayor comprensivo... aunque ni idea porque hice esa comparación. Parece una persona paciente, incapaz de romper un plato. Sí que ya tenía buen concepto suyo, eh. Sonreí.

-Me encantaría, algún día cualquiera -asentí y acaricié la cabeza de Argot mientras desviaba mi vista a los ojos del muchacho, antes de volver a hablar.

- Entonces decidido, un dia de estos te enseño a tocar.
Le di una palmada en el hombro a Teo, y dije:
- Tienes unas manos ágiles, se ve, no te va a resultar difícil.
Normalmente la gente con las manos grandes y con mobilidad (como yo) teníamos más facilidad en tocar instrumentos que la otra gente.

Entré con paso pausado y elegante mis cabellos saltaban de manera grácil sobre mis hombros aun cubiertos por mi túnica con el orgulloso escudo de Ravenclaw .El día había sido largo y agotador, apenas había tenido las fuerzas para llegar hasta la torre.

Mi mirada de miel dio un rápido paneo del lugar donde pocos alumnos se encontraban congregados. En una esquina un par de chicos charlaban ensimismados en su platica sin notar mi presencia. Pensé un segundo en acercarme y unirme a ellos, tenia ganas de conocer gente y hacer nuevos amigos. Tal vez aquello me ayudaría a sentirme mas cómoda conmigo misma.

Respiré profundo y segura de mi misma me acerque a ellos despacio y con una sonrisa en mis labios de fresa.

- Hola chicos...- salude sonriendo al par de jóvenes magos, que guardaron silencio al verme llegar - ¿Puedo sentarme con ustedes?- pregunte humedeciendome los labios mientras colocaba un travieso mechón tras mi oreja derecha esperando su respuesta.