Descansando en el círculo de piedra [Gellert]

"¿Pero se podía ser más insoportable?", pensó mientras avanzaba a grandes zancadas a través del puente de madera que llevaba a los terrenos del castillo. Aquel Gryffindor había conseguido que perdiese por completo los nervios, inmaduro, infantil y... por encima de todo, encantado de llamar la atención. Resopló dejando salir parte de su indignación con aquel gesto, llegando hasta el círculo de piedra.

- Suerte ser una Ravenclaw... -Murmuró apoyando su mano en una de las rocas.

El viento soplaba demasiado fuerte aquella mañana, el cielo aparecía cubierto de nubes y las copas de los árboles se mecían de un lado a otro bruscamente. Se sentó en el césped, empleando una de las piedras como protección contra el clima.

En realidad no sabía por qué se había molestado en salir del castillo, pero era su enfado la que la estaba guiando en todo momento, así que trató de acomodar su espalda con la fría superficie de su espalda y suspiró con resignación, volver ahora sería una pérdida total de tiempo, y aquello era algo que sin duda alguna, odiaba.

Tenía unas horas libres ese día y me había quedado en los jardines de Hogwarts leyendo durante un rato hasta que oí unos fuertes pasos aproximándose hacia mi. En un principio no mostré el mayor interés en ello porque la verdad es que la mayoría de los alumnos de ese colegio me caían mal. Pero entonces vi a una chica sentarse en el cesped, cerca de donde estaba yo. Parecía sumida en sus pensamientos y que no se había percatado de que yo estaba allí. Levanté la vista de mi lectura y vi que sí que la conocía, era Chloris. Sonreí un poco y me levanté, acercándome a ella y sentándome a su lado.

-Hey, ¿Qué te pasa? No pareces precisamente de muy buen humor.

La miré algo divertido, siempre me había parecido gracioso cuando una chica estaba de mal humor y actuaba todo el día enfurruñada como una niña pequeña. Al sentarme a su lado sentí como el viento se apaciguaba un poco, lo cual agradecí porque hasta ese momento había estado todo el rato sujetando con dificultad las hojas del libro para que no se cambiaran cada pocos segundos.

Levantó la vista cuando el sonido de una voz cercana la sacó de sus propios pensamientos.

- ¿Nunca has odiado a nadie? -Preguntó de forma impulsiva, probablemente demasiado directa, pero aquello no era algo que la preocupase demasiado, sentía que aquello podía contárselo sin ningún problema- Porque hay cada espécimen que una duda de verdad si se trata de un ser humano o de un chimpancé. -Resopló dejando resbalar su espalda por la piedra hasta quedar con el cuello al mismo nivel que el césped- Pero imagino que eso ya es algo normal por aquí, ¿no? -Rió efusivamente como referencia a los animagos, aunque a decir verdad, no había visto ninguno desde su llegada.

Frunció levemente los labios, todavía con resquicios de su enfado rondando su mente, esperando su respuesta. Pasó las manos por la hierba que crecía cerca de su cuerpo, comenzando a arrancar trozos de forma casi autómata, llevando con ellos, en muchas ocasiones, buenos trozos de tierra que caían en montoncitos desiguales por ambos lados.