Escondiéndome para fumar un triste cigarro [Libre]

Recuerdo del primer mensaje :

Acababa de salir de clase de historia de la magia,aburrida para variar.
Y aún encima el profesor se había encarado conmigo-sera gilip...-pensé-cálmate Alex-
Me estaba entrando el mono,desde que estaba en este colegio no había podido fumar ni un cigarrillo tranquilamente.
Recordé que había oído a unos chicos hablar del baño de las chicas,del segundo piso,por lo visto allí no entraba nunca nadie.
Me alegre,allí podría escaparme y evadirme un rato.Y así hice subí rápidamente esquivando a los alumnos que bajaban hacía las mazmorras,el mono era demasiado.
Por fin llegue allí,cerré la puerta del baño y me senté en el frío suelo,al lado de la ventana.Saqué de mi mochila un paquete de cigarrillos,cogí uno y lo encendí-ah,la primera calada es la mejor-
De repente oí un ruido,como el caer de una tapa de váter,apagué el cigarrillo corriendo y mire hacía un baño donde la puerta estaba entreabierta.
De él salio la imagen de una chica,con coletas y unas grandes gafas redondas.
-Oh,vaya solo era un fantasma-me dije a mi mismo.Alcé los ojos y volví a encenderme otro cigarro.
-¿Se puede saber que estabas haciendo en mi baño?-me preguntó el fantasma con una voz chillona.
Suspiré,ni siquiera aquí podría fumar tranquilo.
-Creo que no hace falta ser muy inteligente para adivinarlo,hasta un elfo podría.-le contesté de mala gana.
-No me gusta la gente que fuma.-siguió la voz chillona.
-Ni a mi la gente pesada con voz de pito-le dije mirándola seriamente.
La chica se echó un poco para atrás hizo unos pucheros y rompió a llorar,me tapé los oídos,el ruido era insoportable,era como arañar un cristal.
-Has echo llorar a la pobre Myrtle,buaaaaah...-lloraba.
Le hice un corte de mangas,por muy grosero que pareciera me estaba sacando de quicio.Acto seguido el fantasma se coló por un retrete y ya no la escuche mas.
-Alivio-pensé.
Me volví a encender el cigarro,y entonces en ese momento un chorro de agua me dio en toda la cara,apagando por completo el cigarro,del grifo salio una risita irritante.
¡Maldita llorica!¡Me las pagarás!-maldije gritando.
Estaba tan cabreado que saque mi varita intentando encontrar al fantasma.
-¡Sal de donde estés cobarde!-le chille.
Lancé una patada a una puerta y se me quedo el pie colado dentro.No podía sacarlo.
-Genial...-suspiré intentando sacar el pie de la puerta.

-Uhh,vaya un rebelde-me mofé.

Se notaba que Hydrus quería sacarme de mis casillas,pero yo sería mas listo que él,que un idiota de sangre mestiza.
Me acerque andando guardando mi varita,despacio,como paseando,mientras reía divertido.

-Sí bueno,la verdad es que mi madre se preocupa mucho por mí,y es una suerte,ya que la mía por lo menos no me abandonó ,como a otros.-recalqué con crueldad mirando a Hydrus-La mía temería por mi,por si me pasara algo,en cambio la tuya...le sería indiferente ¿no es así?-inquirí sonriendo con maldad.
Me di la vuelta y recogía a Kadavra,le besé la frente y seguí mirando a "Pegaso" con una mirada fría pero a la vez divertida.

Me sonreí con malicia cuando escuché a Alexander. Él sabía ser despiadado con las palabras cuando era necesario, así como yo. Era lo que me atraía de él. Podía ver en el rostro de Pegasus que las palabras de mi compañero habían tenido su efecto, ya que brillaron intensamente, casi temblando, pero a la vez se resistía a ceder. Era como si tomara lo que se le estaba diciendo y lo convirtiera en una pared para no afectarse.

Eso no le serviría conmigo.

Me acerqué lentamente a Pegasus hasta quedar frente a frente, a un metro de distancia de él. Podía ser que él fuera mucho más alto que yo, pero tendría que levantar la mirada para hablar conmigo, así como todos los que se atrevían a desafiarme a mí y a mi gente.

"Vete ahora" dije con mi vista cerrada en él "Lograste lo que querías, que la muerta sangre sucia se fuera por el drenaje como siempre. Ya no tienes nada más que hacer aquí"

Alexander tenía razón en eso, a mi madre no le importaría lo que pasara conmigo y yo lo sabía desde que tenía memoria. En el fondo me dolía, pero también entendía que gracias a eso tenía una fortaleza que los demás sólo podían imaginar. Valoraba más a los que estaban a mi alrededor y tenía más cuidado con quienes me relacionaba, para no perderlos, para no volver a experimentar el sentimiento agonizante de ser dejado atrás por quien se supone que vendería su alma antes que permitir que quedases vulnerable.

Miré a Alexander con la misma crudeza con la que me había mirado y le contesté.

—Tú tienes madre y yo no, eso es cierto —admití— Pero eso no implica que se preocupen por ti. Después de todo ustedes son criados para no tener emociones, ¿cierto? Tú no no tienes idea de los afectos entre la familia. Para mí, el tener una relación con mi madre como la que tú tienes con la tuya sería lo mismo a ser huérfano. Y es por eso que aunque sea yo el que no tenga madre, eres tú el que me da lástima.

Estaba dispuesto a mantener la mirada con Sumerian para ver su reacción cuando vi a la elegante chica frente a mí con una mirada más firme que la mía y de Sumerian juntos. De inmediato me ordenó que me fuera, pero apenas la oí.

Me resultaba difícil concentrarme en las palabras que salían de los gélidos labios de Donatella, considerando que a pesar de su personalidad anti muggles y sus derivados, a mí me parecía la bruja más bella del colegio. Resultaba embriagadora como el vino y hermosa como un clavel.

Sacudí levemente mi cabeza intentado apartar aquello, porque era así como hipnotizaban las serpientes, con sus llamativos colores e intensa mirada. Eso era antes de impulsarse a atacar y ella sabía cómo herirme. No era un clavel ni una serpiente, era una rosa con espinas.

Empecé a carcajearme de lo que había dicho Hydrus,mi risa resonaba como un eco por todo el baño.Me divertían los argumentos de Pegasus.
Me seque una lagrima provocada por la risa,y me dispuse a contestarle.
-Ai Hydrus,ahí te he visto gracioso y todo,como se nota que no tienes ni idea.Mas te gustaría a tí que alguien en tu vida te tratara como a mi me trata mi familia,y no como lo que eres...un bastardo.-sonreí con malicia-A saber si tu padre es realmente tu padre,y no un desgraciado al que tu madre le encargó el bulto-volví a reír,esta vez incluso me dolía el estómago.
Paré,respire hondo,me calmé y me puse serio de una vez.
-Y ahora haznos un favor,ya que por lo que veo te interesa mas lo que te diga mi querida compañera,hazle caso y esfúmate,aquí ya no tienes nada que hacer.

Sumerian era un idiota, eso era verdad. Los tontos no pueden aprender de los inteligentes, pero los inteligentes sí pueden aprender de los necios como él

—La magia que poseo es la mayor prueba de que mi padre es mi padre. Si tuviera padre muggle como osas decir, no estaría aquí. Yo por lo menos sé que soy hijo de mi padre, cosa que no puedes asegurar tú —le escupí verbalmente— Y por último, eres la última persona a la que le debo explicación.

¿Era posible que una persona pudiera ser como él? ¿Así de displicente y con una gran falsa omnipotencia por sobre los demás? Ni siquiera Donatella me había tratado así y eso que ella tenía razones para hacerlo. Ahí se podía notar la diferencia entre ellos dos. Ella tenía una alcurnia y una clas que le impedía ser tan directa como Sumerian, que me decía todo lo que se le cruzara por la mente como si nada.

—Me iré porque ya hice lo que debía hacer, pero escucha algo antes, Sumerian. Cuando estalle esta guerra tú estarás en igual condición de peligro que yo. Lord Voldemort trata a sus seguidores al igual que sus enemigos.

Estuve a punto de salir por la puerta, cuando le dirigí una última mirada a Donatella. Algo me decía que los motivos que la hacían odiar a los muggles eran muy diferentes a los de Sumerian.

—Escoge mejor a tus amistades —murmuré sólo para que ella me escuchara.

Desde esa vez en la torre de astronomía Pegasus no me dejaba en paz desde esa vez en la torre de astronomía. Insistía en que le ocultaba cosas, pero si así era él no tenía por qué inmiscuirse en eso. Me fastidiaba el hecho de que no se diera por vencido en ese asunto. Pocas personas me sacaban más de quicio con él y su testarudez.

"Ya basta" le dije antes de que se fuera "Te dije que me dejaras en paz. Las amistades que yo tenga son asunto mío, Pegasus y todo lo demás también"

Esta era yo y ya era momento de que lo asumiera. No era ninguna niña buena con miedos que se ocultaba tras una apriencia fuerte. No, ese no era mi maco. Mi caso era el de una bruja de sangre pura cuya vida le había enseñado a no confiar en los de su clase.