Pensativo [Libre]

Malditos crios. Fue el agradable pensamiento que tube nada mas caer sobre mi aquel globo de agua. Como no, les heché la bronca y les dije que si quisieran jugar a eso que fueran a los jardines, que por los pasillos no está bien. No se si me hicieron caso o no, pero seguí con mi camino algo mas cabreada, ya que tenia toda la camisa blanca del uniforme empapada y parte de la falda.

Me encaminé hacía la torre de mi casa, para poder entrar a los dormitorios y cambiarme. Entre la verguenza de ir mojada y el cabreo mis mejillas se habían teñido de un color rosado tirando a rojo. Posiblemente me crucé con algun que otro compañero, pero iba tan ensimismada en mis pensamientos que fue como si no estubieran.

Entre embalada a la sala común despotricando en bulgaro, como hacía siempre que me enfadaba. Asi, me quedaba mas a gusto y la gente no comprendia. Llegué a mi dormitorio y alli me cambie la ropa, poniendome unos pantalones cortos y una camiseta vieja de mi hermano, ya que el otro uniforme que ténia aun no me había llegado. Cogí un libro al azar de arriba de mi cama y baje descalza a la sala común. No tenia pensado moverme de alli en toda la tarde asique, me daba lo mismo lo que pensaran. Suficiente extres era ya para mi ser prefecta en los primero días.

Cuando llegue a bajo vi a un chico bebiendo algo que supuse no sería propio, ya que lo tenía bajo la túnica. Me acerqué por detrás.

- Perdona, eso que bebes creo que no está permitido dentro del centro.- Dije algo bajito intentando no llamar la atención de otros alumnos.

Mientras terminaba de acercarme a él, recogí un lápiz que había por el suelo, me los puse en los labios e incie el recogido de mi pelo. Un laborioso moño que había aprendido a hacerme en epoca de examenes con la unica y sencilla subjección de un lápiz. Terminé de recogerlo e introduje el lapiz justo cuando terminaba de rodear a aquel joven.

Le escuché mientras guardaba la botella. La verdad es que no sabía si ese tono estaba mañado o le había salido asi. Demasiado tiempo con los pequeños te enseña a desconfiar de todo. Suspiré recordando lo del globo. Me quedé mirando a aquel joven. Su cara me era muy, pero que muy conocida, pero no podía ser.

Sus palabras me devolvieron a la realidad. Me eché un vistazo. Dios, ¿aun sin el uniforme tanto se me notaba que era prefecta? Pensé para mis adentros.

- Si, soy Anna Kocran, una de las prefectas de esta casa.- Dije ofreciendole una mano para estrecharsela.- ¿Y tú eres?.- Dije intentando encajarle en el instituto pero sin saber muy bien si le había visto o no.

Que huebiese llegado de Bulgaria hizo que pensara por un momento en casa, y en el proximo viaje que iba a hacer con Cass. Pero el oir el nombre de su padre hizo que una especie de escalofrio me recorriese por el cuerpo. No podía ser, o si, apenas había conocido nada sobre él. Miles de pensamientos comenzaron a surcar uno tras otro por mi mente.


Le miré friamente, estudiandolo. Tenía muchos rasgos en común con él, si, pero habia algo diferente en él. Su pregunta me dejó sin palabras. Coincidir con él, bastante, pero conocerle no tanto. Me era tan extraña esta conversación, no sabía si me impresionaba mas que fuera su hijo, que me preguntase por el o que nunca lo hubiera conocido. Puse en orden mis pensamientos, mas o menos.

- Si, le conocí. Fui la sustituta en su cargo hasta que llegó el nuevo jefe de casa.- Dije con una sonrisa, algo fria, torcida, un poco incomoda,

Demasiados recuerdos pasaron por mi cabeza. Desde la primera vez que lovi, pasando por aquella cena, y cuando recibi la noticia de su muerte. Aparte los ojos de Markus, cerrandolos mientras despues de sentarme recogia mis piernas entre mis brazos, observando mis blancos pies descalzos y sonrei ante su comentario mientras apoyaba mi cabeza sobre las rodillas.

Obervé como tiraba la botella de bebida, un vicio compartido con el padre. Me agradó que no se metiera mucho a indagar sobre su padre, no sabria la cara que se le pondria si supiera lo mio con su padre. Réi en mi cabeza imaginando la escena.

Cuando volvio pude ver esa sonrisa que era igual qe la de su padre. En general se parecian bastante.

-No se, soy bulgara, criada en medio de un bosque en una pequeña casa junto a un lago, ex estudiante de durmstrang, vine hace dos años, este es mi tercer año,y conseguí ser prefecta el curso pasado.- Dije sonriiendo, levantando un poco la cebeza.- ¿Y tu?

Sonreí escuchandolo. Mi mirada se distrajo con un pequeño pajarillo parecido a los gorriones pero de colorines intentando coger un mariposa. Yuna pequeña mueca apareció en mi cara pensando en la pobre mariposa. Adoraba aquellos animalejos llamados insectos por algunos.´Sacudi la cabeza saliendo de mis pensamientos y cogí el lapiz desaciendo el moño.

Miré a Markus expectante, no sabía muy bien iniciar una conversación. Nunca se me había dado bien el trato con las personas fuera de ''trabajo''. Dios, en momentos como este mi faceta antisocial sale, pensé.

- Y ¿sobre que te apetece hablar?.- Pregunté sonriente y con un deje de suplica ya que no sabía muy bien como llevar esta conversacion. En el fondo aun no me creia que estubiera hablándo con el. Con el hijo de uno de mis grandes,.pero corto, amores

Apoyé la espalda en el sillón y cikique mis piernas en posición indio. Que gustoso era ir con pantalones cortos. Estire la camiseta quitandole las arrugas que se habian formado con es simple gesto, y desposite todo mi pelo sobre el hombre izquierdo, para tenerlo cerca para juguetear con algun mechon. No entendia como´podia irme tanto con estaspequeñas cosas, pensé.


Le mire al escuchar su tartamudeo, no parecía el tipico chico que lo hiciera, pero tampoco lo conocia como para saber si lo hacia o no. Me parecio tierno y le sonréi con un poco de ternura, relajandome un poco. El tema que eligio me aprecio muy bueno. Observé a unos chicos andar por la sala camun.


- Me gusta mucho la poesía. Tanto leerla como intentar escribirla.- Dije riendo.- Y la música es algo que hace que me transporte a otros lados, como un buen libro. Si te digo la verdad, estos ultimos dias de vacaciones no he echo mas que leer libros muggles en mi habitacion, haciendo mas grande mi faceta antisocial.

Lo que dijo me hizo transladarme a auna de tantas noches en vela, devorando algun libro demasiado interesante como para dejarlo a medias, con una taza de chocolate caliente, con una vela como gran iluminación, sentada en la ventana de mi casa, intentando no despertar a mi hermano. Una sonrisa tornó mis labios recordando una vez que le di un susto de muerte a mi hermano pensando que queria tirarme por la ventana. Revolvi un poco mi pelo mientras volvía a mirar a Markus a los ojos.

- Poe.- Dije sonriendo tras escuchar la frase.- Mi hermano me lía sus relatos por las noches. Al principio en un intento de asustarme, luego por que se lo pedía yo. Recuerdo varias noches los dos metidos en la cama, yo abrazada a él y el susurrandome los relatos para no despertar a mi padre.- Sonrei recordandolo.

Dejé caer un brazo sobre el apoyabrazos, y sénti que pasaba algo suave cerca de él. Giré la vista y pude ver a mi bolita de pelo medio anaranjada, Abel.- Pequeñajo.- Dije sonriendo mientras lo cogía y lo ponia sobre mis piernas. Sentí su ronroneo mientras lo acariciaba y le di un besito en la nariz con ternura. Rebusqué en mi bolsillo y encontré una chuche gatuna y se la´di.- Te presento a Markus.- Dije girandole la cabecilla.- Este es mi gordete, Abel.- Observé como Abel lo miraba sin mucha atención y como buscaba mi mano para que siguiera acariciandolo. Rei.

- Gracias, pero ahora no me apetece.- Dije rechazando el ofrecimiento de Markus. Me encantaban los regalices, era cierto, pero había empezado a dejar de comerlos porque era demasiado el vicio que tenia.

Le sonrei cogiendo la flor. Olia a él, a Memnock, y me hizo acordarme a tantas otras flores que el me habia regalado. Acaricié inconscientemente a Abel mientras veia como se levantaba y se iba.

- Descansa, Crowly.- Dije mientras miraba por la ventana.

Cógi el libro que había cogido para leer antes de encontrarmelo. Tenia buena pinta, y el echo de que me lo hubiera recomendado un gran amigo mio hacia que las ganas de leerlo aumnetasen. Acomodé a Abel mientras hacia aparecer un chocolate bien calentito en la mesa para tomarmelo segun fuera leyendo. Adopté una posicion mas comoda e inicie la lectura, dejando pasar el tiempo en algun mundo misterioso que descubrir.