¿Estudiar? En fin... (libre)

Aquella mañana me había levantado de mal humor y no pensaba ir a clase. Había recibido una carta de mi madre que decía que no podía ir a pasar las navidades a casa, y lo mejor es que ni siquiera me había dicho el por qué. Estaba muy indignada. Me podría haber quedado durmiendo o `haciendo cualquier cosa en mi sala común, pero decidí bajar a la biblioteca. Así al menos aprovechaba el tiempo.

Me senté en una de las sillas y cogí un pergamino para hacer los deberes que tenía que hacer: una redacción... Siempre redacciones. Estaba ya cansada de todas aquellas payasadas. Comencé a escribir pero al poco tiempo me di cuenta de que lo que estaba escribiendo estaba fatal y rompí el pergamino con rabia. Entonces decidí responder a mi madre. Me hubiese gustado hasta mandarle un vociferador para decirle:
"¡¡¡Cómo se te ocurre tener la semejante cara de decirme que no voy a pasar la Navidad allí y no explicarme por quéeeeee!!!"

Rompí como tres o cuatro pergaminos más. No iba a ganar para pagarlos... Pero la verdad es que me daba sin cuidado. Yo que tanto había hecho por mis padres, que me había pasado el verano entero trabajando y les había dado todo mi sueldo, ahora veía que me lo agradecían dejándome sola en aquel colegio. No señor, aquello no se lo iba a perdonar. Y un odio hacia aquel colegio me recorrió de repente.

Hoy había echos novillos,no pensaba ir a clase esta mañana por dos motivos el primero es que odiaba esa profesora y segundo odio adivinación,sentía un odio terrible hacia esa materia y la loca de la maestra que solo hacía predecir el futuro y luego no se cumplía,cosas de locos.

Bajé a la biblioteca a ver quien estaba por allí o simplemente buscar libros interesantes,pero el caso era salir de la agobiante sala común en la que todos dormían o jugaban al ajedrez mágico cosa que yo nunca jugaba por que ese juego parece de pensar y por la mañana temprano nadie tiene ganas de pensar.

Una vez en la biblioteca eché un vistazo al ambiente del lugar y las personas que había pero solo veía las estanterias llenas de libros y algunas personas haciendo deberes en la mesa o rompiendo pergaminos como hacía una chica que me llamo la atención,me acerqué a ella y una vez que estaba allí mire la mesa-¿puedo sentarme?-le pregunte con una sonrisa

Estaba en la biblioteca cogiendo un libro y de repente ví a Erina rompiendo pergaminos me quedé anoladado, nunca había visto esa reacción en ella, abrí los ojos como platos. - Erina ¿que te pasa?- Era raro ver esa reacción en ella - Puedes contarmelo, seguro que no es tan malo- Le dije sentandome a su lado y pasando una mano por su hombros.

También me dí cuenta que había una chica rubia al lado de ella. - Hola, me llamo Jack- No le hice mucho caso y miré a Erina - Creo que ya se el motivo, va relaccionado con la Navidad ¿verdad?- Y en ese momento me acordé de que teníamos pendiente un viaje a hacer Snow y a pasar el fin de año en la Gran Manzana. - Erina, ¿porque no te vienes con Ariadne, Reyes a esquiar y a pasar el fin de año en Nueva York?- Le pregunté en un tono esperanzado, mis padres tenían una casa asique por el alojamiento no importaba, y a esquiar Ariadne tenía una casa de campo allí.

- A todo esto ¿que ponía en la carta? para que rompieras tantos pergaminos- Le pregunte a la vez que lancé un conjuro para que todos los pergaminos volvieran a su estado original. Me volví hacia la chica rubia y le pregunte su nombre. - Lo siento he sido muy descortes pero esque he visto a Erina y la he equido animar, por cierto ¿como te llamas?- Le pregunté en tono sereno, la chica era guapa, pero no era mi tipo, a mí como que las rubias no me iban

Estaba afanada cargándomelo todo cuando se me acercó una chica. No se me había pasado por la cabeza la idea de que alguien pudiese estar viendo lo que estaba haciendo y me sentí un tanto avergonzada. No obstante la chica me sonrió y a su pregunta de si se podía sentar le dije que sí y le desocupé el trozo de mesa de la silla de al lado, que había llenado de trocitos de papel.

Entonces se acercó a mí Jack, aquel chico al que había conocido un día que tocaba el violín. Y la verdad es que el verle me hizo sentir más tranquila. Me preguntó qué me pasaba y por un momento me dio un poco de vergüenza contárselo porque hacía poco que nos conocíamos.

-Creo que ya se el motivo, va relaccionado con la Navidad ¿verdad?-me preguntó.

Yo asentí con la cabeza.

-Erina, ¿porque no te vienes con Ariadne, Reyes a esquiar y a pasar el fin de año en Nueva York?-me sugirió.

De repente la expresión de mi cara cambió.

-¿En serio?-le dije sorprendida. La verdad es que la sola idea de no tener que pasar las navidades sola encerrada en Hogwarts me quitaba un peso de encima, pero además... Nueva York... ¡Jamás había estado allí! tampoco había esquiado nunca-. Pues la verdad, me encantaría. ¡Gracias por invitarme!

Si la intención de mis padres era dejarme sin unas bonitas navidades, no lo iban a conseguir.

-A todo esto ¿que ponía en la carta? para que rompieras tantos pergaminos- me preguntó mientras reparaba mediante un conjuro todos los pergaminos.

-Bueno pues...-por un momento dudé entre si contarlo o no, pero después de lo bueno que había sido conmigo invitándome a pasar las navidades en Nueva York, no podía andarme con tonterías-. Nada, que mi madre me ha escrito y me ha dicho que no puedo pasar las navidades con ellos. Y ni siquiera me ha dicho el por qué...

No sabía por qué el contarlo volvía a hacer que me sintiera triste, pero no quería andar de lastimera, así que dije resuelta:

-Pero bueno, que les den... Total, siempre son muy aburridas las navidades allí-dije engañándome un poco a mí misma. Bueno sí, aburridas eran, pero yo había estado pensando en ellas frecuentemente durante las últimas cuatro semanas. Había imaginado que iba a poder ver a mi padre otra vez, al cual hacía ya como un año que no veía porque había tenido que marcharse a vivir a otro país por motivos de trabajo.

Entonces me volví a la otra chica.
-Ah, se me olvidó presentarme antes. Me llamo Erina.

Erina se emocionó con lo de Nueva York y lo de esquiar. - Claro que es enserio, no voy a dejar a una amiga que se pase las navidades en el castillo- No la conocia mucho pero era muy buena chica - Además cuanta más gente venga mejor. Por cierto no se lo cuentes a tus padres vaya que no le guste la idea y al final por tenerte controlada te tienes que ir con ellos.-

Quería cambiar de tema. El problema era que no sabía que tema sacar. Al ver tanto libro junto me encantaría quedarme allí estudiando pero no era muy buena idea asique saqué mi varita y como se me daban muy bien los encantamientos encanté un trozo de papel que había quedado desperdigado por ahi y lo convertí en un pequeño árbol de navidad con sus adornos y muñequitos revoloteando y volando por su interior. - Ya se que todavía no es navidad pero me mola decorarlo- Se me había ocurrido una idea podíamos decorar la mesa de motivos navideños y así practicabamos encantamientos. -¿Que tal si practicamos encantamientos a la vez que decoramos esta mesa de motivos navideños? O si se os ocurre otra cosa estoy dispuesto a debatirlo-

Vi cómo Jack hacía de un papel un precioso árbol de Navidad muy completo, con sus adornos y todo, y me quedé fascinada. La verdad se le daba muy bien aquello. Ante su propuesta de hacer adornos de Navidad, yo cerré el libro que tenía abierto con ganas. Agradecía el que hubiese aparecido Jack, me libraba de andar estudiando.

-¡Me parece una genial idea! Además, no queda nada para Navidad. Así me llevo luego algo para decorar la casa.

Me remangué la manga y empecé a hacer de todo: bastones de caramelo, improvisaciones de Papá Noel (no me salían bien del todo), renos, calcetines de esos enormes donde se meten los regalos... Aquello era muy divertido, y poco a poco íbamos llenando la mesa a reventar.

-Veremos a ver si la bibliotecaria no nos riñe-le dije señalándole a aquella mujer, que parecía no conocer lo que era sonreír, dadas las arrugas que tenía en la barbilla de estar seria.

Entonces mientras Jack miraba hacia la bibliotecaria yo le hice un gorro de papá noel y se lo puse a él en la cabeza.

-Mira, te queda bien-le dije riéndome.

A Erina le había gustado la idea de hacer cosas de navidad llenamos toda la mesa de chucherias, bastones de navidad, renos, santa claus, y un sinfín de cosas más. En un momento miré para ver si la bibliotecaria nos miraba y ya me habían puesto un gorro de papá noel, Erina se rió asique decidí dejarmelo, ahora lo que tocaba era cantar villancicos, pero lo descarté ya que nos iban a llamar la atención a la primera de cambio.

- Erina si yo soy papá noel, tu eres un rey mago- y le aticé una corona en la cabeza. Miré mi reflejo y no pude evitar soltar carcajada, estabamos los dos extraños. -Miranos estamos algo raros, pero nos queda bien.- y le sonreí - Ahora nos queda cantar villancicos, pero mejor no hacerlo ya que nos pueden hechar de aquí y prohibirnos la entrada hasta el resto de nuestras vidas- Observé de nuevo a la bibliotecaria y tenía una cara de muy pocos amigos, decidí animarle la navidad poniendole un gorrito de reno ya que su cara se le parecía mucho, pero tache esa idea de mi mente conforme me vino.

La verdad que esto se iba animando, cada vez haciamos más cosas, ahora creé un pueblecito con sus habitantes pasenado y bailando, era bonito, además que estabamos teniendo un rato agradable.