Siempre dicen que este no es lugar para señoritas. [Morgoth]

Baje del tren con una pequeña mochila al hombro. No pensaba quedarme muchos días, lo justo para ver a algunos amigos y después volver con Ben y los dragones. No me gustaba la idea de dejarle sólo, aunque estuviera con más ayudantes. Las últimas crías estaban dando más problemas de los que pensábamos, y tras el último ataque ya no estaba tranquila. Me moví con cuidado por la estación, la cual estaba algo vacía cosa que agradecí. No sabía si mi cuerpo soportaría los empujones de los viajeros.

Como no tenía nada que hacer hasta aquella tarde, decidí ir a dar una vuelta y encontrar la posada donde me hospedería aquellos días. Podría haber ido al colegio, pero no sabía la gente que podria haber y necesitaba tranquilidad. Decidí asearme un poco y despues dar una vuelta. Tenía que revisarme un poco la heridas, y tampoco sabía muy bien como estaba mi aspecto ya que cogí el tren directamente despues de acabar mi turno en la reserva.

llegué a la posada y tras una breve ducha, volví a curarme, me enfunde los pantalones de cuero que ya para mi eran una segunda piel, una camiseta oscura de tirantes y salí de allí con lo indispensable. Tenía una pequeña quemadura en el abdomen, un arañazo en la espalda que continuaba en el brazo y alguna pequeña herida más. Cualquiera diría que volvía de la guerra.

Decidí ir a Cabeza de Puerco, ya que me sentía más cómoda últimamente allí, que en las tres escobas. Quizás porque no me miraban raras las cicatrices, o al menos, disimulaban mejor. Y porque no estaba tan llena de chiquillos gritando. Me senté en una mesa apartada y el tabernero me trajo lo de siempre. Un trago de whisky de Fuego. Sonreí y me quedé pensativa, jugueteando con el vaso entre mis manos.