¿Te has confundido? [Yveline R.]

Elianne está en su habitación, más concretamente tirada en su enorme cama (es consciente de que probablemente parezca una muñeca) jugando con una pelotita que bota en el techo y vuelve a su mano. 102 botes. Está en ese estado de entretenimiento absurdo, quizá porque debería estar haciendo un trabajo para pociones o quizá porque no le apetece responder la carta escrita por su madre. 114 botres. Debería ir a las cocinas a por algo de comida. Le apetece algo de chocolate. 116 botes. Entonces, algo la distrae de su juego perfecto, de su distracción, la puerta de su habitación se abre, chillando fuertemente, mientras deja que entre una chica. (Slytherin, obviamente). 121 botes. Elianne la mira fijamente, esperando una respuesta adecuada, casi una disculpa, la verdad.

Elianne enarca una ceja, aguantando la risa que se le está escapando suavemente. 127 botes. —¿ Puedo preguntarte, si no es mucha molestia, qué hipógrifos haces en mi habitación?— Dice moviéndose bruscamente hacia un lado para que la pelota no se le caiga. ¿Cuántas rubias hay en Slytherin? ¿Será porque la mayor parte de Slyherins comparten sangre? Elianne piensa, irritada que no le importaría, en absoluto, haber heredado el cabello negro como el carbón de su padre. Sería mil veces más llamativa que ahora. Las rubias de ojos azules no son llamativas pero, ¿las morenas con los ojos claros? esas sí. Elianne frunce el ceño al darse cuenta de lo narcisista y superficial que suena. Se vuelve a centrar en la rubia que está en su puerta y la mira, interrogante.

—Pues sí, es compartida. Estamos: yo y mi ego. Así que ¿qué haces aquí?— Pregunta, sin sonar ni siquiera hiriente. Le aburren los Slytherins que van de amos del mundo. 134 botes. Eso de que su habitación sea confundida siempre le está empezando a tocar los pantalones de Merlín. Hace una mueca de disgusto. 137 botes.

—Ma non-amie, lo que piense o no son mis paranoias así que déjame en ello. Si no te gusta no lo escuches. Simple y fácil.— Le responde indiferente. Ella puede pensar (y decir) lo que le apetezca que para eso existe la Declaración de los Derechos Humanos que, ahora que lo piensa, no firmaron los magos en su momento. Elianne suspira, decepcionada, con la de cosas que se podrían evitar enseñandole a los magos jóvenes algo de cultura general y enseñándoles a respetar.—¿La sangre? Mi sangre es negra, como indica mi apellido, resguardado durante cinco siglos. ¿Y la tuya?— Pregunta, esperando saber algo más de su interlocutora mientras bloquea ligeramente sus pensamientos, sabe algo de oclumancia y si es necesario podría bloquear totalmente su mente.

—No querida, no soy nueva ni leches. Llevo cinco AÑOS aquí es ESTA es la habitación de las de sexto año. Y como puedes observar tú no eres de sexto y mientras mis compañeras no están la habitación es solo mía.— Responde, aburrida, como si hubiera tenido que contar la historia muchas veces. 142 botes. ¿Cuántos años tiene la niña y quién narices se ha creído para ir a su habitación con toda la cara y esperar que la traten bien? ¿Dónde se cree que viven? ¿En Narnia?

—¿Conoces a los Black? Pues es la variante inglesa de mis raices: Les Noir. Se dice que llevamos tanto tiempo siendo puros y manteniendo nuestro apellido de la misma manera que nuestra sangre se ha teñido de un negro más fuerte que una noche sin luna.— Le dice, encogiéndose de hombros. Durante muchs generaciones Los Noir se casaron entre primos, hasta llegar a la generación de su madre que era la última descendiente y tuvo que rebajarse a casarse con un hombre de fuera de su casa familiar.

—Elianne.— Responde. 149 botes. Bloquea de manera total su mente. No se molesta en explicarle lo que opina de la sangre pura y por dónde se la pueden meter. Ni en que su abuela por parte de padre es muggle. Sí, totalmente muggle, por mucho que su madre se empeñe en decir que es una squib perdida. No, ella es muggle. Tan muggle como Elianne rubia. (Y ella es muy rubia).

—Dime, pequeña, ¿por qué entraste en mi habitación como alma que lleva morgana? ¿Te has confundido?— Pregunta, con curiosidad. 151 botes. La observa de reojo, parece agobida, qiuzá se le hayan quedado los libros de alguna asignatura y por eso se tuvo que volver corriendo y se confundió. O, a lo mejor, es simplemente tonta. Sí, también ve eso posible.

Elianne no quiere sonar dolorosamente obvia pero, la verdad, es que tiene que decirlo.—¿Has probado con un encantamiento convocador?—Pregunta, con curiosidad—. Porque si probaste y no vino hacia ti significa que alguien o algo modificó su forma.— 157 botes. Como siga así dentro de poco va a batir su propio récord de botes contados (porque sin contar llegó mucho más lejos, supone). Observa a Yveline (nombre muy largo, la verdad, quizá un apodo mental no le vendría mal) parece estar reflexionando o algo. ¿Quién sabe?

—¿En qué curso estás?— Pregunta, curiosa. Cree haberla visto en los banquetes desde casi siempre así que supone que está en quinto pero no lo sabe con total seguridad. 163 botes.

Elianne niega con la cabeza. 170 botes. ¿Quién es tan idiota como para robarle la redacción a una compañera? Por muy Slytherin y mala que pueda llegar a ser, definitivamente, los estudios no se tocan. Es moralmente incorrecto (sí, muchas cosas no le importan pero tiene su moral, extraña y retorcida). —Posiblemente la cogieron, si era tan buena... Ya sabes quién te la cogió si ves un Extraordinario fuera de lo común.— Le dice, mirándola de reojo. Lo siente por ella pero es lo que tiene que en Slytherin cada quién tenga su forma de ver el mundo

—Sí, voy en sexto, un curso aburrido, si me lo preguntas. Nada que ver con el estrés de los TIMOS de quinto curso—. Comenta. ¿175? ¿176? Detiene el bote de la pelota, en vista de que ha perdido la cuenta. Otra vez.