Ensayando... (libre)

Hacía tiempo no cantaba. Sentía aquel desespero de hacerlo. Recorrí el castillo buscando algún lugar donde nadie me viese ni oyera. Así que tomé mis partituras y salí de la sala común.
Recorriendo el castillo tranquilamente, veía como la gente pasaba sin que yo fuera percibida con alguien: aquello me gustaba. Me gustaba practicar sola... pues así me inspiraba para escribir algo nuevo, o bien simplemente cantar por diversión.
Al fin encontré un lugar: un aula abandonada. Era perfecta: Alejada de todo ser viviente... o bueno, eso parecía por el descuido de ella.
Entré tranquila observando los pupitres llenos de polvo y telarañas. Curiosamente, el pupitre que debía ser del profesor se hallaba solo con polvo lo cual no me daba fobia como tocar telarañas asquerosas. Pasé la mano por encima de la mesa y puse mis partituras allí.
Carraspié un poco, saqué mi pequeña botella se absenta y tomé un sorbo, que me quemaba la garganta pero ayudaría a calentar rápido las cuerdas vocales.
Comencé a ejercitar: Primero vocalicé y luego hice ejercicios para caentar los músculos de la cara, ejercicios de respiración y cuando me sentí lista, comenzó a salir una dulce melodía de mi voz, que había sido compuesta por mi, con el piano que tenía en Godric, A medida que cantaba, simulaba las teclas del piano en la mesa. La canción la había echo para mi hermano... y la toqué el día de su sepelio.


A medida que cantaba, mi voz tiritaba un poco, porque sin querer y como lo hacían cada vez que el recuerdo del amor de mi vida, mi hermano, aparecñia en mi mente, las lágrimas se escapaban por mis ojos.

El dia era especial sin duda, y sentia que debia escribir sobre lo que la vida me traia a cada segundo, como un memorandum que se manifestara en poesias y metaforas redondas como aquellas que dejaban pensante si asi lo necesitara. Era un gusto escaparme ya de todo para alivianar el alma de tensiones y lagriams que se petrificaron en lo profundo del alma como un ambar que se esconden en los arboles, sobre todo en el sauce boxeador, he visto varios ahi, pues mis palabras eran un ambar, mis lagrimas sin duda... tambien lo eran

Me dirigia hacia el Aula abandonada, como bien dice esta abandonaba y casi nadie lo frecuenta, esperaba estar solo y no encontrarme con alguien para marchitar mis ideas sobre lo bello y delicado que debia decir mi alma pero habia escuchado una voz, tierna y poderosa, como una Livessper que se escondiera sobre matorrales de olvidos y baules del recuerdo que se deshacian entre penurias y nostalgicos momentos.
Estuve escuchando afuera un buen rato, era una musa para mis poesias y hasta el momento solo habia una mujer que lo era, pero no pensaba que esta lo fuera, solo me limite a escribir sentado en una banca de por ahi mientras esta doncella de la voz se manifestaba entre cantos y poesias de los tonos mas altos y afinados que un ser podria tener, tenia practica sin duda pero solo queria oirlo, verlo podria quitar la magia de lo que se imagina...

El canto terminaba de fluir en las últimas vibraciones de mis cuerdas vocales. Las lágrimas se secaban en mi cara. Sentí algunos pasos que se acercaron y se detubieron fuera del aula, pero no me inmute... si alguien quería escucharme que lo hiciera, pero ese momento era mío.
Saqué un pergamino arrugado de mi túnica, donde había una canción escrita y compuesta por mi cuando me sentí sola. La había escrito sin necesidad de un instrumento, simplemente imaginaba como sonarían las notas en el piano.
Junto con ese pergamino había otro que contenía la letra de la canción... Su nombre era "Hola" y me disponía a cantarla... para practicarla. Tomé aire, y una triste melodía, apagada, comenzaba a salir de mi boca, como la última súplica a la vida... me desafiné y me avergonzé. Quizás a la persona que me estaba escuchando... y qué importaba ? yo estaba cantando y esa persona era la metiche.
Tomé aire nuevamente, y comencé a cantar...

Eran suaves melodías los que salían de la voz de la joven que cantaba con tanto esplendor, y sin inmutarse de mi presencia dibujaba poesías que eran hermosa pareja para el momento que se había originado, mis manos se movían al son del compás, y yo cerrando los ojos quise experimentar que resultaba de tal agradable momento
Sin duda me sentía como en otros lugares, como quien recuerda su hogar con una simple melodía y la nostalgia invade fieramente y penetra con desesperación nuestro espíritu, y nuestra mente que tan frágil pareciese solo creaba sensaciones y las plasmaba en una hoja que posiblemente seria regalada a quien correspondía tamaña magnificencia de lo precioso y lo digno.

En un momento dado todo fue quebrado, y las sensaciones paradas entre lo que fue un desliz de la joven, procedí a pararme pero no quería asomarme para saber quien era, solo quería escuchar mas atentamente las vibraciones de la voz donde se realizaba todo este delicado espectáculo, y tal vez dejar mover mis manos sobre lo que seria una obra de una musa que no tenia conocimiento de lo que existía al otro lado de la muralla, era todo un caprichoso juego de niños, y si por eso fuera, pues ella me hacia sentir como un niño que, junto a unos crayones solo rayaba la vida sin darse cuenta de nada, solo dibujar y dibujar como si nada mas importase.
Esperaba que el momento no terminase nunca, pues era todo una real magia como decía Dumbledore y de verdad tenia razón, la verdadera magia se encuentra en los momentos mas pequeños que nos daba la vida... ella me daba uno... gracias.

Cada vez me daba más curiosidad lo que pasara fuera de la sala... quizás esa persona que estaba allí pensaba en la horrible melodía que debía salir de mi boca, creyendo yo que era una voz dulce como la de un pájaro en primavera. Me molesté conmigo por no haber ensayado antes: quizás así podría deleitar a la persona desconocida de una manera relajante y maravillosa.
Me puse a tararear y a recorrer la sala. Mientras miraba las ventanas de colores que allí habían, escondidas cerca del cielo del aula, echaba un vistazo a la puerta, creyendo que en cualquier momento podía abrirse de golpe y ver entrar al desconocido a la sala. Pero al fijarme que no era así, mi curiosidad aumentó como el de una pequeña de ocho años... y, haciéndome la tonta, me acerqué a la muralla donde se encontraba la puerta.
Apoyé mi espalda en ella y podía sentir un pequeño murmullo en el exterior, como de voces lejanas...
Cerré los ojos, y me puse a entonar otra de mis canciones:

La magia de las canciones de esta dulce musa de mis inspiraciones me dejaba boquiabierto, señalando la fragilidad de nuestros corazones al escucharse mutuamente, ella sabia que yo estaba detrás de la muralla, la sentí, ella sentía mi presencia y sin duda trataba de esforzarse a sabiendas que era todo un delicado y buen intencionado voyerismo, no sabíamos de quien se trataba el otro, pero de alguna manera nuestras emociones se conectaban a un nivel astronómico de lo desconocido pero bello que resultaban los sinceros momentos que nos brindábamos en esta oportunidad.

Sentía una honestidad superlativa en sus palabras, en sus melodías y en algo mas que no lograba, debía ser lo que cantaba, sus relatos de vida al parecer eran algo que llegaba al corazón de cualquiera, y especialmente tocaban el mio... de una forma muy triste pero que fraseaba lo que la vida nos depara siendo seres que vivimos del amor, del dulce elixir que nos mantiene vivos como una ideología o una fé, que nos supera a ser algo mas que hermanos, sino seres que amamos... y yo?... amaba lo que cantaba... y lo manifestaba en mi mano fluida sobre dibujos del escepticismo y verdades sobre los sentimientos que aclaraban, su voz... y la mía... callada por siempre para no matar la magia del momento.

La curiosidad me carcomía el pecho. Aun que intentaba meterme en cabeza de que no era nadie importante, presentía como la energía se traspasaba por las paredes...
Mi canto calló más de lo normal. Me acerqué tarareando un poco, haciéndome la tonta, pero muy pendiente de cualquier movimiento que se divisara a través de la puerta. ¿Quién sería? ¿Edward?, No. Imposible. Edward no se arriesgaría de aquella manera... era alguien... quizás se estaban burlando de mi...
Vamos, ¿Para qué tanto ego, si ni los de mi propia casa me hablaban?
Me agaché un poco al ver que una de las correas de mis botas de charol se había soltado. La até bien firme y comencé a dar paseos de acá hacia allá en la sala, buscando algo en qué fijar mi atención, para inspirarme en mi canto y no en un desconocido.

El canto de mi Musa había callado, lo cual provoco en mi una especie de quiebre como si a un niño le quitaran su juguete, valioso juguete sin duda, una voz que cantara sin que lo supiera, sin que notara que fuera yo, eso generaba un tipo de excitación a mi presencia, lo que me hacia rasguñar las paredes para partir y besar los labios de quien cantaba esa deliciosa melodía, era todo un pequeño juego de callados, ciegos y cantores, enamorados y quizás pasiones...
Notaba que al callar su voz mis ojos se tornaban algo rojos y entendía que debía calmarme o si no seria complicado lo que vendría después, le pedía suspirando con desesperación - Canta... canta mi ángel... - tratando de no hacer descubrir mi presencia si no todo aquel emocionante juego acabaría.

Era tal la desesperación de escuchar su voz que se cayeron mis libros con mis lapices, provocando un estruendo algo maldito, pero que me despertó de mi excitación, y pensaba que ella saldría quizás a regañarme, nadie viene a estos lugares... y me apoye en la muralla deseando que no saliera, que cantara para mi, empuñaba mis manos y cerraba mis ojos suspirando agitadamente con cierto miedo de el momento que se podría avecinar...

Ya me había cansado de cantar. Mis cuerdas vocales tenían mucho por ese día. Se me ocurría hacer una locura...
Corrí hacia la mesa del profesor que se encontraba hacia delante y me recosté en él. El techo estaba lleno de dibujos extraños, de números... quizás era un hechizo bastante viejo, ya que parecía descuidado. Saqué mi varita y con ella comencé a dibujar estrellas en el techo, con un viejo truco de mi hermano, lo utilizaba cuando yo era pequeña y con él me hacía contar las estrellas. Pronto se oscureció el cielo del aula y quedó sumido en la noche. Dibujé la luna y todo aquello parecía tan real.
Tener tiempo era lo mejor, un aula sola para mi. Me olvidé por completo del ser que se encotraba fuera de la sala.
Comencé a contar las estrellas, las habían miles. Una por una hacían una gracia cuando las seleccionaba. Me sonreía cuando uno de mis dibujos hacía una acrobacia o brillaba más de lo normal. Y así comencé a caer en brazos de Morfeo, como solía decir una anciana de Godric cada vez que se comenzaba a dormir.
Mis ojos se cerraron de apoco, soñolientos. Pronto me encontraba sumida en la oscuridad relajante de un sueño profundo.

Sin duda mi musa había callado su canto, como el ruiseñor que le cantaba al rey y es muerto en su sueño, así todo termino... esperaba a ver que pasaba y solo escuchaba mesas moverse...
No sabia si asomarme o quedarme parado frente a una muralla tranquilizando mi respiración agitada por el estruendo que se había producido, su silencio solo provocaba en mi que me asomara como quien es culpable del delito de observar sin pagar, sin necesidad de pagar por escuchar lo que es el arte de una mujer que esta callada y necesita expresarse sin importar nada... por eso nos encontrábamos unidos en este lugar, abandonado ante la presencia de cualquier intruso que quisiera escapar de algo, del mundo o del sencillo bullicio de las masas enloquecidas que no entendían la belleza de oírse con respeto, como era presente yo ahora, o al menos lo fui hasta que ella callo.

Verdad!... ella... ya su presencia me era invisible y casi por inercia entre a la sala y cual fue mi ameno sorpresa que era nada mas y nada menos que Emily... porque rayos debía ser ella? que había hecho yo al mundo para que me brindara esos momentos?... acaso el destino nos deparaba algo juntos?... o acaso todo era una jugarreta malcriada del destino? ya nada me parecía lógico, ademas estaba ella tirada en el pupitre del profesor, durmiendo... su bello rostro ya hacia entender porque salia de mi boca el sustantivo de Ángel... sin siquiera saber de su presencia, su cuerpo relajado ante la madera añeja de una mesa olvidada le daba un especial toque de sensualidad y ciertos placeres al momento, solo me limitaba a rondar en círculos observándola como nunca en mi vida, tocaba culposo la tela de su vestido pasando por sus brazos desnudos solo acariciando la yema de mis dedos juntos a su tímida piel, su rostro mas cálido que el de una mujer callada entre la magia de Morfeo solo me limitaba a mirarla... los mismos dedos que acariciaron sus brazos desnudos ahora solo rozaban sus labios entre un espectáculo astronómico de luces entre un delicado hechizo que no podía provenir de otra persona que de ella...

La mire y cerré la puerta... de una manera bastante suave para no despertar a nadie, he hice un hechizo sobre toda la sala... - Aresto Momentum... - solo susurrando lo cual ralentizo el tiempo de toda la habitación, era una locura que ni sabia porque la realizaba pero solo me dejaba llevar por el momento, que claro era... nunca mas lo viviría...
Acariciaba su rostro con mucha delicadeza y con mi varita soltaba imágenes de galaxias sobre la sala, parecía mas que Aula abandonada, la antigua sala de astronomía, y le decia susurrando:

- Despierta Emily... despierta dulce princesa... - mientras a su lado dejaba una flor de energía que hice con mi varita, esperaba entregarle un momento sin duda único... sabría que de mi no puede escapar...

"Una pequeña niña se balanceaba en un columpio, junto a otro niño de pelo largo, en un valle pequeño y humilde. Los dos se sonreían al ver al otro y no se atrevían a hablar, pues se sonrojaban con tan solo el echo de tenerle en frente. Él, cogiendo una flor marchita del suelo se la lleva a ella. Ella pausa casi de inmediato su balanceo y mira al chiquillo de ojos extraños. El le ofrece la flor marchita y por arte de magia la revive ante sus ojos. Ella se sonríe y la coge, la guarda en su bolsillo y, dándole un beso en la mejilla, se va corriendo hasta donde está su hermano. Antes de partir lanza la ultima mirada al niño de la flor y con ella el último beso "

Sentía un suave susurro de una voz sensual y grabe. Me decía que despertara. Con dificultad me escapé de mi sueño, pero mis ojos seguían cerrados. Había, previamente, sentido las caricias recorrer mis brazos y mi cara, pero lo asimilaba a un efecto del sueño que estaba presenciando.
De a poco mis ojos se fueron despegando. Y la voz de aquel hombre hacía que se me pusieran los pelos de punta... estaba tan... cerca.
Abrí los soñolientos ojos por completo y vi el espectáculo de galaxias que allí se situaba. Dirigí mi mirada hacia la voz... No lograba divisar quién era.

- ¿Qui-quién eres? - susurré casi regañando, como una pequeña que no se quiere levantar de su cama un día domingo para salir con sus padres.
Pero ahí me di cuenta... aquel olor a tabaco y café.. a tinta y a perfume...Samael.

Su mirada casi distorsionada por el sueño que fue quebrajado como la virginidad de la voz solo me hizo rondar entre círculos y flores que caían en el cuerpo de esta adorable durmiente, las galaxias que se avecinaban eran un juego sin duda bastante sensual que ayudaban a lo grato del momento, al mas aya de...

- Despierta Madame... despierta dulce copa de Ajenjo... quien hace erizar los pelos de mi cuerpo como nunca nadie lo ha hecho... despierta porque es hora de ser feliz... -
Diciéndole eso solo le ofrecí mi mano, un respiro paso por sus labios como si me hubiese acercado a besarle, mi aroma a tabaco y a café de suaves retoques dulces hacían fragancia en el juego de las palabras que estaba siendo sometida mi dulce ángel.
Solo terminaba por acariciar su rostro, debía sentirse querida, yo era el encargado de aquello...
- Despierta... - le dije a su oído... despierta princesa...

Tome su mano indecisa, con recelo, cautelando cada movimiento. Me paré forzosamente, mientras sus susurros retumbaban en mi cabeza como un eco interminable. Sus movimientos, sus posiciones, su voz... era un toque excitante la situación. Miraba hacia mi pasado...Mi Edward... el mortifago que iba y venía como un boomerang a golpear contra mi alma y a irse de nuevo...
Hace mucho tiempo que nadie preparaba un espectáculo de aquel tipo para mi.
Quedé sentada sobre la mesa, y apoyé mi mano izquierda en ella, ya que la derecha sostenía aún la mano del Ravenclaw. Me rasqué el ojo izquierdo y miré el techo: Wow, era hermoso...una noche en el día, quen lo diría, un eclipse...
Y así lo estaba haciendo Samael... eclipsando a Edward, pero aún así, Edward seguía siendo el sol para mi... quizás debería simplemente disfrutar de la noche y sus estrellas, o bien dormir y serle fiel al sol y su rocío de mañana.

- Es precioso...- Suspiré, luego fijé mi mirada en la cara de Samael... nunca había reparado en lo lindo que era, a pesar de sus gafas negras. Sentía la calidez de su piel junto a la mía, en el simple contacto de nuestras manos... era... electrizante. Definitivamente me embriagué en la noche y sus estrellas, la luna que era él... Mis mejillas tomaron un tenue rosa que contrastaba con mi tes de nieve virgen al mirar sus labios...No. No debía hacerlo... Edward... ¿Dónde estás? Ni idea... solo se que estas lejos de mi...vete al carajo, estoy cansada de sufrir.

Mientras mi bella dama se levantaba entre destierros y desgarros del corazón, yo me precipitaba sobre versos entre su belleza y la belleza del universo... el cosmos parecía serlo todo a nuestro alrededor, sin duda era admirable si percibía los dulces labios de Emily quien ademas brillaban entre sus ojos pizcas de Unuluss que no solo denotaba en ella cierta inocencia, ella era una joven alma que debía disfrutar... debía sentirse mujer y a la vez una niña... juguetona... y yo quería darle un espectáculo que nunca olvidaría... de caricias y poesías...
- Realmente es algo bellisimo mi amada... - mientras le decía eso observaba sus ojos puestos en mi rostro, y eso me erizo de una manera estrepitosa que me obligaba a verla con otros ojos que no quería...
Cuando observas mucho a una persona sientes sus detalles... y si la amas... comienzas a anhelarla... yo la deseaba sin duda... y todo era un delicado juego... un dulce para niños que debía ser saboreado... con otros ojos...

Mientras los astros artificiales jugaban e el techo, me quedé pensando en lo último...¿Mi Amada?... 'Cómo podía el amarme si ni si quiera conocía mi vida? Arqueé una ceja y pestañe varias veces, intentando asimilar lo que me acababa de insinuar Samael...
Sin espacio para las dudas se hallaba mi cabeza, ya era demasiado, demasiada confusión y bochinches en mi cerebro y no podía seguir así... pero, ¿Sería correcto...?

- ¿Mi amada?... ¿qué quieres decir, Von Percy? - Dije con una voz inquisidora, pero sin más ablandé mi rostro tornándolo en una expresión curiosa e infantil, como una niña que quiere aprender un juego nuevo
Las cosas se complicaban más si mis sospechas eran acertadas. La confusión vendría como una ola gigantesca a taparme... no sabría que hacer...
Aún así, me agradaba tanto estar con Sam...él era tan... único, poeta y diferente... pasivo... perfecto...
En realidad me daba la libertad de amar aquel momento de duda y poner atención para recibir su respuesta como una grabadora.

Amada... quizás todo era tan estructurado que no daba pie a imaginaciones y deseos, ella era un ser que aprendí a querer y amar mucho, algo ocurría en ella... en sus palabras, en sus labios que no callaban y que me hacían desbordar versos prohibidos de mi mente tan apasionada sobre sus detalles y su cuerpo de cristal que pronto hacían de mi una presa fácil ante los mas diversos pecados que existían sobre esta endeble humanidad... y ella?... solo hacia funcionar la maquina que generaba dichos sentimientos...
- Amada... amante... como guste Madame... es libre en este salón de vivir y morir entre lo mas bello y pasional del universo... o desaparecer la magia y vivir solo... pizcas de sulfurante placer... de lo que podría ser lo real... -
Dicho eso la tomaba de sus manos... las acariciaba de una forma cariñosa... que cada centímetro de nuestra piel se resbalara y sintiese la suavidad mas excitante de todas, acariciaba su bello rostro, sus labios y sentía que todo era una danza... mientras los astros se movían entre ellos como haciendo el amor...
No hay nada mas bello que... bailar mientras haces el amor entre versos y poesías perdidas entre palabras y gemidos...

Cuando su mano rosaba mi rostro sentí una chispa en mi corazón... no había latido así hace bastante tiempo... si, era hora de latir.
Sin si quiera pensarlo dejé escapar un suspiro... y es que sus manos eran tan suaves, me acariciaban de una manera tan pasional que creaba un intenso placer mental en mi.
Sabía perfectamente, y mi conciencia se encargaba de resfregármelo en cara, que aquello que estaba haciendo no estaba bien, pero ¿Qué más da? si al final hay que cruzar el río para saber si el agua era torrentosa o si estaba fría y más aún para poder cruzar al otro lado... quizás preferiría morir ahogada que no intentar cruzarlo.
Su amor era ta real, tan palpable... en ese momento en mi existió y nació, di a luz el deseo de acariciarle de igual manera que hacía conmigo... no podía evitar sentirme querida de tal forma que mi pecho hacía notar el rebote de mi corazón en sus paredes y el bombeo de sangre interminable que se asomaba sonrojando mis mejillas.
Mantuve los ojos cerrados, simplemente sintiendo.. Mi mano tocó la suya suavemente en pasearse por mi rostro y siguió su camino hasta tu cara, de igual manera que el hacía conmigo y pasé a tirar su sombrero de copa, tan cotidiano en él. Claro que fue intencional, quería acariciar su cabello.
Y en ese tacto se formó una conversación de do corazones que estaban destrozados quizás... pero lo único que podía sentir era que eso superaba la magia en su totalidad...
Las palabras salieron solas de mis labios, interminables y audaces, en un susurro sicodélico que moría al jugar en las paredes de astros...

- ¿Me quieres, Von Percy?¿Qué sientes por mi...? - Susurré suavemente, y con una sonrisa de oreja a oreja... sabía la respuesta, pero quería escucharla de todo corazón... quizás quería que el tomase alguna iniciativa, solo para no sentirme culpable... ¿qué sería después de ese momento? Ay de mi...pero al menos disfrutaría el presente por un rato aunque fuese...

- Preguntas algo... que en tu corazón tiene respuesta y que en mis caricias solo existe la afirmación de no poder esconderlo joven lucero... sientes culpa pero la culpa no es mas que un manifiesto de que debes sonreír... cerrar los ojos... danzar con la vida. - Dicho eso solo procedí a bailar con ella un vals, y de alguna manera era sin duda el vals de los novios... mientras lo hacia tarareaba el singular pero conocido sonar de esta preciosa danza...
- Tarararara Tan tan tan tan... - mientras no dejaba de mirarla a los ojos y bailábamos sin preocuparnos de nada, mi cabello se movía con suavidad y por momentos tapaba mi rostro, mis gafas bajaban y dejaban entrever como mis ojos observaban detenidamente los suyos, pero calidamente... sin apuros...
Sin embargo sentía que todo esto era en alguna forma un simple sueño... ella caer tan fácil en mis brazos?... ni yo me lo creía... solo me dejaba actuar frente a su delicado espíritu que de alguna manera dejaba que la abrazara y fuera amado por alguien que solo tenia buenas intenciones con su persona...
Tomaba sus manos suaves y mimosas y las acariciaba con una simpleza tan experta que denotaba, que no quería que se fuera de mi lado y mas aun mis dedos se juntaban con los suyos mientras mi otra mano tomaba delicada pero firmemente su cintura tan preciosa, mis ojos penetraban ya los suyos como si de un encantamiento se tratase y era tal cual lo era una hipnosis de amor, su alma era mio y por dentro su sentimientos hacían el amor con los míos, de una manera casi culpable pero sin duda deliciosa, tierna... magnifica... por fuera solo me limitaba a sentir la tela que recubría su cuerpo perfecto, como los corales en el mar a las sirenas, y las reinas por sus finas sedas...
La besaba, sin besarla... mis labios jugaban un lujurioso juego en su mente ya poseída por mis encantos, yo no quería lastimarla... quería hacerla sentir la mujer mas querida del mundo... era una princesa... en un castillo de sus sueños... Disfrútalo... amada mía...

De un salto, tomada aún de su mano me paré y el me tomó de tal forma que comezó a bailar un vals... yo simplemente le seguí.
Entre paso y paso se desencadenaba el juego de las miradas, y, su mirada, inquiría en la mía con ganas...atravesaba mi alma... pero aún así no quitaba mis ojos igual de penetrantes de los suyos.

- Es un juego difícil, Von Percy, erraste con fijarte en mi ...- Dije arrepintiéndome un poco al rato.
Si era realidad aquello ¿ Qué diablos hacía yo ahí, babeando y con él?
Mi cabeza se apoyo contra su pecho, casi por instinto... cerré mis ojos en busca de sus latidos, y los pasos se hicieron cortos y precisos, como un balanceo simple y sencillo.
Sentía el latir de su corazón estrepitoso y el mio se aceleraba con el de él. Pero a medida que los pies se detenian, el latido se regulaba hasta convertirse una una melodía tierna de mayo.
Sentirme así de cerca a él me hizo olvidar todo el mundo exterior, era casi como si el tiempo se detuviera y el pasado se borrara.
Pasé, suavemente mis manos por su pecho, cariñosas, curiosas, hasta encontrar su cuello y entrelazar mis dedos para quedar pendiendo de él... quizás las palabras estaban de más. Miré su rostro desde mi posición, yo era pequeña en comparación a él, por lo cual tenía que mirarle hacia arriba, como lo haría de ahora en adelante: sonriéndole...

Sentía grandes momentos junto a ella... era sin duda... Mágica... y envidiaba en sano juicio a cualquier hombre que pudiera estar con ella... tocarla... mirarla.. sentir su suave piel, sus labios gruesos y rojos como listos para besar pues era alguien... preciosa...
Sus manos posadas sobre mi pecho... que caminaban curiosas sobre mi torso hasta llegar a mi cuello era un signo evidente del momento... clarividentes ante toques de deseo o de protección que se generaban entre ella y yo... asi pues yo ya solo dejaba salir mis instintos, y uno de ellos era protegerla... procedí a abrazarla y a besar su frente, con una delicadeza inigualable, era tan quebradiza en el sentido de que era la mujer mas sensible del mundo en aquellos instantes... me preocupaba de todo, y su mirada, ya inocente, había cautivado por completo mis ansias por ella, derrepente sentía que no podía mas... y que debía poseerla pero ella era sin duda una dama respetable... y algo me decía que no actuara estúpidamente... no correspondía...

- No creo que me haya equivocado... al contrario... creo que estoy haciendo las cosas bien... de una forma agradable.... - asi... solo termine por abrazarla...
-Te... deseo...-

"Te deseo..." ¿Qué diablos...? ¿Qué quería decir con eso?

- ¿Desear? ¿A qué te refieres? - Inquirí a Von Percy, separándome de su pecho y mirándolo con una ceja arqueada.
Nunca nadie me había dicho tamaña cosa en mi vida, y me sentía demasiado confusa. Tal vez yo había tergiversado todas las cosas y en realidad lo única que deseaba él de mi era mi cuerpo juvenil, mis curvas, mis labios... Para eso usaba sus encantos y si era así... ¡En qué monstruo me había fijado!
En ese mismo momento me separé de sus brazos y caminé rápidamente hacia el otro extremo del aula, mirando hacia la puerta, decidiendo entre salir de ahí y seguir con la espina de Edward en mi pecho, sentir que había cometido una infidelidad al sentir su tacto, al querer acurrucarme en otros brazos que no fuesen los de él.
Para refugiarme en mi propia injusticia abrace mi cuerpo... y miré el cielo una vez más... nunca olvidaría as estrellas, pero ya era tiempo de decidir entre el amor o ¿El amor?

- A que temes joven Gryffindor... a que te lastime?... no crees que si hubiese querido haberlo hecho lo hubiera hecho en tu suave pero precioso letardo? - Le decía mientras me miraba con sus ojos confundidos pero lleno y abrazado de experiencias pasadas, arrinconada como un felino asustado...
Era comprensible si todo ocurría tan rápido pero sin duda mis intenciones no eran mas buenas que el mismo cielo, que las palabras que dirigía hacia su persona y que los versos que abrazaban sus labios poéticos de dulce carmesí..
Asi mismo me fuy acercando hacia ella, en camino lento pero seguro... y mirandola siempre a los ojos... le ofrecia mi mano desde la lejania mas dolorosa y le preguntaba con delicadeza manía...
- Me temes mi querida doncella?... no temas de mi... sin duda seria el ultimo hombre que buscaria en lastimarte... antes preferiria renunciar a mi maltrecha vida que lastimar tu delicado cuerpo de suaves detalles... -
Asi decidi frenar a cierta distancia de ella... y otorgarle el derecho de decidir sobre si continuar este bello espectaculo o renunciar hacia sus miedos y experiencias pasadas...
- No te lastimaria joven Emily... al contrario no quiero mas que abrazar entre palabras y poesias tu calido cuerpo y danzar junto a ti la belleza de tu dulce compañia... - Diciendo esto alcanzaba a tocar con la punta de mis dedos sus manos acariciandolas entre pequeños toques de confianza y cariño para apresarla en mis mas sinceros sentimientos...

- Solo... es mi cariño... - le dije susurrando entre una clara lagrima que caia de mis ojos que se deslizo como cristal en el suelo y alumbraba en una nebulosa de colores sobre la galaxia que se deboraba nuestra imaginacion... y nuestras malas intenciones...

Me giré sobre mis pies para verle claramente.

- Escucha, Sam - Dije mientras me apoyaba sobre un banco que estaba próximo a mi, y di una palmadita al de al frente para que el Ravenclaw se sentará frente mío - Todo esto va... muy rápido. No sé cuales son tus intenciones, ni mucho menos cuales son las mías. Yo me siento extraña contigo... no te conozco nada, no se de tu vida, no tengo ni la menor idea de quién eres y sin embargo me veo enfrentada a esta situación contigo - Sequé su lágrima con el dorso de mi mano - Es evidente que nos atraemos el uno al otro, pero... todo es más difícil si no conversamos antes de actuar.
A lo que quiero ir es que... no quiero que esto sea una estupidez de la que me arrepienta ...-

En ese preciso momento hice un silencio que duró varios segundos... Pensé en mis palabras y en mi mortifago ¿Podría yo de verdad... considerar que lo nuestro estaba muerto? No, yo seguía queriéndole, pero ya nada era lo mismo... nada era como antes. Nos habíamos visto tan pocas veces, tan poco... No recibía cartas... solo podía vivir con una ilusión en el pecho y en la mano un corazón partido en la mitad... con su nombre.
Ahora Samael, podríamos llevar las cosas con tranquilidad, quizás formar algo "normal" no una ilusión... ni mucho menos sentimientos que al primer roce se quiebran. Pero claro, no podía hacer comprender que esos eran mis reales motivos de rechazo a Von Percy, si hablaba una sola palabra sobre Hangreeves, caía muerta.

- Déjame ser tu amiga, quizás así las cosas... - Pero ahí e quedé embobada mirándole - t-t-tam-mmmbién podrían ser...-

No pude seguir hablando, ya no sabía ni qué diantres decía. Me puse nerviosa, colorada ni idea el motivo... Solo caminé tapándome la boca y afirmándome el codo con la otra mano hacia la puerta, decidida a salir de allí.

- La amistad dulce Emily, es un elixir que se toma fresco, pero que puede engañarnos si las intenciones son diversas en nuestros corazones... - Dicho eso me aproveche de su descuido mental, en un cerrar y abrir de ojos estaba detrás de ella, tocando la mesa y observando su confusión, movía su cabello dejando al descubierto su cuello mas latente que nunca, ella se dejaba en cierta manera manejar por mis caricias y cada final terminaba en una pregunta cuestionando mis acciones, por lo que sentía que ya no era solamente necesario entablar versos que hacían oda al amor... si no mas bien... caricias que hacían oda a la esperanza, al deseo mas profundo y al beso mas apasionado... entre nuestros labios pacientes de roces y pasiones...

- Es mas bien como una aguja que se clava entre nuestros deseos y las culpas que nos llevan a cuestionarnos todo a nuestro alrededor... tienes miedo querida Emily... mi dulce dama de rubíes... a que temes?... a sentir?... -
Mientras suaves palabras cruzaban por su cuello y se transformaban en mis manos que la poseían como diamantes y un collar de perlas, la acariciaban trasgrediendo su derecho a pensar pero que sin duda no había nada de analizar... eran sus miedos contra mis seguridades... y mas que temer debía caer en donde de verdad sienten la belleza de mis palabras...

- Dejate llevar... pues mis manos nunca olvidaran a quienes le pertenecen... igual que mi corazón... bella Luz... - Dicho eso... termine por abrazarla y besarla tiernamente en su mejilla... de una manera casi vasallante... a los deseos de mi alma... frente a ti.

¿Miedo? No, no tenía miedo... no temía a él ni a mi.
Su cuerpo abrazó el mío, su aliento en mi cuello, como un vampiro preparado para servirse un jarrón de sangre. La cuestión era que me tenía apresada y para él. Débil, indefensa criatura capturada por el depredador... yo era un simple ciervo en sus manos.
Era demasiado ya... no podía seguir allí sin que sucediera algo. Yo simplemente buscaba su cariño y su protección, de una forma indirecta, evadiendo sus movimientos y sus caricias, para que él insistiera en protegerme entre sus brazos. Tomé sus brazos e hice que rodeara mi cintura con ellos, se sentía bien tenerlo tan cerca. Hice encajar su cuello con el mío y cerré los ojos. Subí mi mano y acaricié su mejilla suave, sonreí y la besé suavemente.

- Eres un buen chico Von Percy, pero yo no lo soy... - dije bajito, suspiré y me giré, tomé su rostro entre mis manos y fijé mis ojos en los suyos.

- La paciencia hace la perfección - Dicho esto me puse de puntillas de pié y besé su frente, le sonreí y me aproximé a la puerta. Puse mi mano en la perilla, di un suspiro prolongado, mire hacia el chico, le sonreí, abrí la puerta y salí al pasillo, encaminándome hacia algún lugar... algún lugar perdido