En el mejor sitio del colegio (Anna Kocran))

Era media tarde, al frio aún seguia azotando el castillo y las ventanas estaban siendo golpeadas por la lluvia.

Salí de la sala común con varios libros bajo el brazo y me dirigí a la biblioteca, con suerte encontraría otros cuantos para leer sin necesidad de recurrir a comprar alguno muggle.

Recorrí tranquilamente los pasillos que me separaban de la biblioteca, mirando todo lo que iba ocurriendo a mi alrededor, en esa cantidad de detalles pequeños que nadie se fijaba y que solo a mi me hacian reir. Entré en la gran escalera, sonreí al ver a un viejo mago esconder una copa de vino en uno de los cuadros cuando pasó uno de los profesores.

Llegué a la biblioteca, como siempre no había demasiada gente. Entregué los libros a la bibliotecaria y me dediqué a pasear entre los estantes, sin decidirme por ninguno.

Me acerqué hasta la pequeña seccion de "Novelas Muggles"
Pasé el dedo indice por los tomos de los libros, leyendo los títulos. La mayoria ya les había leido.
"Los Tres Mosqueteros". Me lo pensé un poco, si lo volvía coger sería la quinta vez que lo leía, pero ese libro era mi debilidad...

Gritos, risas, charlas, ruidos, empujones. Había demasiada gente en la sala común como para estudiar e intentar hacerla redacción allí. Miré suspirando por la ventana. Hacía un bonito día aunque llovía, ¿por qué no salían fuera a disfrutar del sol, del aire, de la lluvia y del jardin para estar allí? Como se notaba la despreocupación de los pequeños. Decidí recoger el libro y el pergamino en el que llevaba a medias la redacción y salí de allí, intentando no decir nada de aquel comportamiento. Sinceramente, era la única que aun intentaba estudiar allí.

Recorrí los pasillos saludando a la gente que me iba encontrando y a los profesores que me conocían. La verdad es que notaba el colegio demasiado transitado y a la gente demasiado relajada. Quizás era que yo no había parado estos últimos días. Seguí andando intentando evitar a los niños de primero que como siempre intentaban hacerte la pelota o hacerte recados, o simplemente incordiar. Conseguí llegar a la biblioteca y sonreí al escuchar el silencio. Saludé con la cabeza a la biblotecaria y me dispuse a encontrar una mesa sin gente.

Conseguí una mesa al lado de una ventana de la cual, se veía todo el jardín y parte del lago. Entraba buena luz, aun estando lloviendo y no pasaba por allí mucha gente. Se oía un leve murmullo de rasgar hojas, pasar páginas y susurros de preguntas. Decidí completar mi información buscando otros libros en lo que informarme sobre la poción envejecedora. El dichoso trabajo de campo me iba a ser mas complicado de lo que yo pensaba. Cuando hube tenido todos los libros que necesitaba me deje pasar por la sección de libros muggles. Había leído pocos pero habían sido interesantes.

Al girar por el pasillo vi a un joven mirando un libro indeciso. Leí la portada y sonreí. Lo Tres Mosqueteros. Había leido ese libro y me había gustado bastante, aunque prefería otros tipos de relatos. Pasé a su lado y miré la estantería buscando un libro en concreto. Sonreí al encontrarlo y lo cogí con cuidado. El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Me acerqué al chico sonriendo y susurré.

- Si te gusta la literatura Muggle, lee este libro si aun no lo has echo.- Le tendí el libro que había escogido esperando su contestación.

"Los Tres Mosqueteros"- estaba ya a punto de sacarlo cuando un susurro me hizo voltear. Era la prefecta de mi casa, no la conocia personalmente pero sabía quien era.
-Señorita Kocran-susurré con una sonrisa extendiendo la mano para ver el libro que me mostraba.

Leí el título pero no me dijo gran cosa. Será mejor que me cuente un poco de que va, lo justo para ver si me gustala pedí con algo de descaro. -Por cierto, me llamo Tommas Williams Holmes,- me presenté oficialmente -el cuarto y no deseado hijo de una familia noble de la vieja Gran Bretañahice una pequeña reverencia -para servirla en todo lo que desee

Jugué con el libro en mis manos esperando a que ella me contara algo del libro. Caminé un poco por la estanteria sin perderla de vista
¿ sueles leer novelas muggles?, yo tengo esa costumbre...buena supongo,-cogí un viejo libro de un estante -mira, Charles Dickens, le conoces? Deberia ser lectura obligada incluso en un colegio como este- la susurré.

Oí unos pasos que se acercaban hacia nosotros, a los pocos segundo vi que era la bibliotecaria con muy mala cara.

disculpenos, fue culpa mía, no encontraba un libro y quizas elevé demasiado la voz-expliqué a la bibliotecaria después de la bronca que nos hecho por montar jaleo

Esperé a que la susodicha se fuera refunfuñando bajito. Sonreí de lado y guiñé un ojo a la prefecta.
Así no van a conseguir que la gente se anime a leer
Me puse frente a ella. ¿Señorita Prefecta, va a coger algún libro?

Le dí suavemente el libro, para despuás acomodar los dos libros que llevaba apoyados en el brazo. Sonreí cuando le oí decir mi nombre, bueno, mi apellido mas bien. Se me hacía raro que los alumnos de mi casa me conocieran todos y que yo solo pudiera aprenderme sus nombres sin saber realmente quienes eran. Pero supuse que sería siempre así. Hice una pequeña inclinación de cabeza al oir su nombre y recordé haberlo visto en alguno de los papeles. Memoricé su cara para no olvidarle.

- Encantada. Soy Anna Kocran Cradvery, hija tercera de una familia respetable de Bulgaria y Prefecta de la casa Ravenclaw ha disposición de cualquier duda que tengas.- Dije en un susurro sonriendo. Volví mi vista al libro y acercandome a él susurré.- Tendrás que confiar en mi y leertelo. Me gusta que la gente descubra por ellos mismos los libros sin que yo les cuente nada.

Sonreí acomodandome un mechón del pelo tras la oreja, mientras dejaba mi vista caminar por los tantos títulos de novelas muggles que estaban ante mi. Era para mi todo un pequeño placer leer esos libros prohibidos por mi padre. Nunca acepto mucho el interés que tenía por el conocimiento sobre ellos, pero eso simplemente hacía acrecentar ese sentimiento dentro de mi. Al fin y al cabo, les veía parte del mundo, como cualquier otro ser vivo. Volví a mirar a Tommas.

- La verdad, es que no leo mucha novela muggle. Nunca he estado ligada a ella, mas bien la tenía prohibida.- Sonreí.- Pero desde que estoy aquí he leido alguna que otra obra. Me fascinan algunos poetas y dramaturgos muggles. Podría decirse que devoro ese tipo de libros.- Me llevé un dedo a la boca pensativa.- Aunque, mas bien, deboro casi cualquier libro.

Reí bajito mientras miraba el libro viejo que me mostraba. Lo cogí con cuidado ya que era bastante antiguo, y lo inspeccioné un poco por dentro. Volví a mirar a Tommas para responderle pero en ese momento escuché los pasos mas reconocibles de toda la biblioteca, y cinco segundos después aparecía la bibliotecaria para echarnos la bronca por estar hablando. La verdad es que no entendía por que los susurros sobre preguntas y libros no la molestaban, pero si dos alumnos se saludaban entre las estanterías se alarmaba. Me mantube callada hasta que se fue intentando no reirme. No sabía por qué esa mujer me hacía tanta gracia cuando se enfadaba. Sonreí a Tommas.

- Creo que me llevaré este.- Dije señalando el libro viejo que había cogido entre mis manos.- Creo que te haré caso, y me lo leeré a ver si me gusta tanto como a ti. ¿Te apetece qué salgamos de aquí antes de que vuelvan a echarnos la bronca o tenías pensado quedarte leyendo un rato?.- Dije sonriendo.

Antes si quiera de que contestara encaminé mis pasos hacia la mesa donde había dejado todas mis cosas de estudio. La recogí con cuidado mientras observaba de reojo a Tommas. Parecía un chico bastante agradable. Cuando terminé de recoger las cosas me eché la capa por los hombros y cargué los libros en mi brazo. Sonreí.- ¿Y bien?

-Confiaré en usted y me le leeré, si me lo dice así no puedo negarme, mi estricta educación británica no me lo permite- la respondí intentando no reirme demasiado por lo último que dije en la frase.

Escuché la suave voz de la Prefecta, como me explicaba que tenía prohibida la lectura muggle. No me sorprendió que la tuviera prohibida, yo no tenía prohibido en casa leer o estudiar libros mágicos, pero por nada del mundo debían de salir de mi cuarto,más concretamente del apartado oculto de uno de los armarios.- Eso me hace suponer que vienes de familia de magos- la comenté en el susurro más bajo que pude. -yo vengo de una familia muggle- la dije sin explicarla mucho más el por qué yo era el único mago.

Cuando la bibliotecaria nos dejó de nuevo solos miré a Anna y la devolví la sonrisa.
-uno a cero a favor de los alumno- la guiñé un ojo y la volví a sonreír,esta vez de medio lado, desviando rápidamente la mirada hacia otro lado,era uno de esos momentos en los que la timidez ganaba a mi parte descarada.

Observé que se quedaba el viejo ejemplar que la había enseñado.
-ya verás como te gusta, o al menos eso espero, si no tendrás un recuerdo muy malo de mi- la dije mirándola a esos ojos azules claros que iluminaban media biblioteca.

iba a responderla pero no me dio ni tiempo, fue hacia sus pertenencia.-Como seas tan rápida con la varita no quiero ser yo quien esté delante de ti en esos momentos- la dije, ya sin preocuparme del tono que estaba usando.

-Creo que no me queda otra opción que salir de la biblioteca si quiero seguir disfrutando de su compañía-dije con una sonrisa en mis labios.
Me giré rápidamente hacia la estantería y cogi un pequeño libro - me llevaré el libro que me has propuesto para leer y éste - la dije, mostrándola el último que había cogido, sin dejarla ver el título - le sacaremos ilegalmente de la biblioteca y nos lo leemos juntos tomando una buena cerveza negra, muggle por supuesto, en el Avada kedavra, o en las Tres escobas, donde más te guste- la dije acercándome a ella.la tomé por el brazo que tenía libre y nos dirigimos hacia la bibliotecaria.

-Solo nos llevamos estos libros- la dije mostrando los que llevamos los dos,llevando en el bolsillo interior de la capa el pequeño libro.

Salí con Anna del brazo, y cuando ya estuvimos lejos de la biblioteca me dirigí a ella- No te preocupes, nadie se enterará de que falta este pequeño libro, creo que solo lo he leido yo. Dime, el Avada o las Tres- la sonreí esperando una respuesta.

Sonreí ante sus palabras mientras pensaba los compañeros de padres muggles que tenía. La verdad es que eran bastante pocos en comparación con los que tenía de padres magos. Quizás era por haberme criado apartada de ellos salvo los tres años que llevaba en este colegio. La verdad es que nunca había notado mucho la diferencia y eran todos iguales.- Familia de magos deste tiempos inmemorables, aunque la verdad dudo que esas distinciones tengan importancia. La magia habita en el interior de cada uno, solo que unos somos capaces de verla, sentirla y utilizarla.- Dije sonriendole.

- Espero que me guste, sino te tacharé como personas que no saben distinguir libros. - Dije seria y despues miré hacia otro lado tapando mi sonrisa. Reí con su comentario de la rapidez e inconsicentemente puse los ojos en blanco. Reí bajito mientras terminaba de coger todas mis cosas y le miré sonriendo de lado.- Creeme, hay personas mucho mas rapidas en el manejo de las varitas. Pero tranquilo, siempre puedo protegerte de ellos. No me gusta ver a los jovenes indefensos, y menos de mi casa.

Sonreí a la bibliotecaria entregandole mi carnet para poder sacar los libros que había reservado aquella mañana. La vi desaparecer llendo a por ellos cuando observé lo que hacía Tommas.- No debería hacer actos delictivos ante la ley. - Dije susurrando antes de que volviera la bibliotecaria. La vi aparecer y cogí los cuatro libros que había pedido sonriendo. Los acoplé al resto de libros y los puse en mi brazo izquierdo.

Escuché su plan mientras salíamos de la biblioteca y miré por la ventana. Aún llovía y me imaginé lo llenas que estarían las dos tabernas de los alumnos que se habían ido al no poder estar en los jardines o pululando por los alrededores. No me quería ni imaginar como estarían con un par de cervezas de mantequilla todos lo que había visto antes en la sala común. Sentí un pequeño escalofrio en mi espalda de solo pensarlo. Miré a Tommas mientras andabamos.

- Tengo otra opción mejor. Como llueve, ambos locales estarán repletos y no es que me molesten las congregaciones de gente, pero me gustan mas los lugares tranquilos. Asi que si quieres, podemos ir a mi despacho que está aquí cerca, donde puedo dejar estos libros y podemos charlar mientras tomamos esas cervezas. - Dije mirandole con una gran sonrisa y unos ojos un poco pedigüeños.- Si, la cerveza será muggle. Algo bueno de ser prefectos es que nos conceden algunos caprichitos que pedimos a la cocina. - Dije guiñandole un ojo.

Sin que se diera cuenta fue llevando poco a poco mis pasos hacia mi despacho, total estaba cerca de la torre de Ravenclaw y no se daría mucha cuenta. Sonreí internamente. Miré el vulto el hacía el libro que había cogido la biblioteca sin permiso y le miré interrogante.- ¿Y cómo es que solo tú crees que has leido ese libro? No me has dado tiempo si quiera a leer el titulo. - Dije agrrandome bien a su brazo tras recolocar los libros.

Me quedé mirando a Anna cuando me explicó su propuesta, debería de haber adivinado que era una persona que no la gustaban las aglomeraciones y menos en un bar, era la Prefecta y debía de mantener una imagen.

Si no te va a causar ningún problema estaré encantado de tomar la cerveza en tu despacho- la dije con una sonrisa.
En siete años nunca he pasado por el despacho de los prefectos, pero no veo mejor ocasión que esta- si no me equivocaba nos dirigíamos ya a su despacho antes de que yo hubiera dicho nada.- pero aunque no quisiera ir con esos ojitos que me has puesto no puedo negarme- la contesté devolviéndola el guiño después de oir que sí sería muggle la cerveza.

-¿El libro?-- dije llevándome la mano hacia donde estaba guardado. Sonreí picaramente. -Querida Señorita Kocran dije sacando el libro del bolsillo. --Aunque es un libro que estaba colocado en la sección muggle, alguien- puse cara de inocente- lo colocó ahí equivocadamente con la intención de que no se lo llevara mucha gente, pues es un libro mágico, -se lo enseñé - mira, no tiene título y si lo abres está en blanco, pero una vez que te pones delante de él y piensas en algo aparecen pequeños relatos o poemas, eso ya depende del tema que hayas pensado la expliqué muy a mi pesar pues era una sorpresa para cuando estuviéramos tras una cerveza.

Sonreí cuando noté que se aferraba con mas ganas a mi brazo.
-¿Falta mucho para llegar a nuestro destino?- -la pregunté sonriendo


off: perdona el cambio de color, lo tenía que escribir y me llevaba mucho tiempo

Sonreí mientras pensaba si habría algún problema. Supuse que no, ya que muchas veces había ido a cenar al despacho de Memnock, y la única diferencia era que él era Jefe de casa. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar sus ojos violetas mirandome. Sacudí un poco la cabeza borrando ese recuerdo suyo en mi. Aproveché para acomodarme el flequillo que rebelde se descolocaba cuando quería.

- No creo que haya ningún problema si no lo proclamas a los cuatro vientos, ni si se lo dices a otros prefectos y demás. Será nuestro pequeño secreto.- Sonreí guiñandole el ojo.- La verdad es que no suelen venir muchos alumnos a los despachos de los prefectos, ya que pasan antes por el de los Jefes de Casa. Bueno, cuando no hay Jefe, pasan algo más, pero tampoco te creas. Solo somos acosados por los niños de primero y segundo que sueñan con ser Prefectos. Creeme, es bastante desagradable tener que huir de ellos para poder respirar tranquila. - Suspiré recordando la vez que tuve que huir de ellos.- De todos modos, no deberías dejarte llevar tan fácilmente.

Escuché atenta lo que decía sobre el libro. La verdad es que hizo que mi atención aumentase por la mención de como era aquel libro. Era un libro realmente poderos y práctico, pensé. No pude reprimir mi cara de asombro y emoción ante aquel libro. Decidí que lo mejor sería inspeccionarlo detenidamente cuando estubieramos tranquilos en mi despacho. Miré sonriendo a los ojos de Tommas.- Me encatará descubrir los secretos de ese libro.

Me paré ante una puerta de roble algo vieja y murmuré una contraseña. La puerta se abrió dejando ver un amplio despacho bastante organizado, con un gran ventanal que daba de vistas al jardín y a parte del lago. Justo al lago unos cojines distribuidos para sentarse al lado y ver las vistas. Sonreí girandome a Tommas, dejandole pasar mientras observaba que no venía nadie. Le empujé cariñosamente hacia dentro y cerré la puerta tras de mi. Dejé los libros sobre una estantería y volví a mirarle.

- Bienvenido a mi pequeño rinconcito. Ponte comodo donde quieras.

La observé con ese disimulo tan aprendido y que solo utilizaba en las grandes cenas familiares cuando el protocolo no me dejaba observar todo tipo de detalles curiosos e inapreciables para el resto de los humanos. Sonreí discretamente.

La devolví el guiño de ojo, realmente era encantadora.No diré nada ni aunque me lancen un Cruccio
La escuché hablar en lo que seguíamos camino de su despacho. No me has dado otra opción que dejarme llevar, si no te me hubieras escapado

Sonreí ampliamente cuando vi su cara de asombro, no esperaba menos de ella, había imaginado que en su cabeza habría mil pensamiento y curiosidades que con un poco de suerte saldrían en ese libro envueltas en una bella poesía o en un curioso relato corto.

por lo visto habíamos llegado a nuestro destino. Me solté del brazo de Anna y me retiré unos pasos hacia atrás para darla la intimidad suficiente para que dijera la contraseña.

Observé como se abrí ala puerta y avancé junto a Anna. Me cedió el paso. Ya voy, ya voy,que prisas por encerrarse conmigo dentro-dije riéndome al notar su cariñoso empujoncito.

oí el golpe de la puerta al cerrarse. Observé el despacho. Estaba muy ordenado, cosa que no me sorprendió.
Bonito lugar para leer le dije dirigiendo mi mirada hacia la zona de los cojines.

Haciendo algo que se iba de mis margenes de educación tomé a Anna de la mano y fui con ella hasta la zona de los cojines. Seguro que aquí salen las más bellas historias que jamás ha contado este libro-le dije mientras la invitaba a sentarse entre ellos.. Me senté a su lado y la pasé el libro. Cógelo y ábrele. Al llegar a la primera hoja piensa en algo, cualquier cosa, grande o pequeña, triste o alegre,animada o inanimada y saldrá un escrito sobre ello- la dije mirando a sus ojos azules. no me pidas que empiece yo, porque la magia de este libro tienes que descubrirla por ti misma.
le volví a sonreír y casi sin darme cuenta le aparté un mechón de pelo que le cubría parte del rostro. Se lo coloqué detrás de la oreja. Así está mucho mejor la sonreí con suavidad y esperé a que abriera el libro.

Reí mientras dejaba pasarle al despacho. Cerré de nuevo la puerta con la contraseña, no quería que nadie interrumpiera y tuviera problemas. - Si, me muero de ganas de tenerte aquí para mi sola.- Dije poniendo los ojos en blanco.- La de problemas en los que me meterías...- Suspiré dramaticamente y comencé a reir mientras le dejaba llevarme junto a la ventana.

Me senté colocando mis piernas en posición de indio, dejando mi capa a un lado. Solté mi pelo para que no se me ondulara del todo, no me gustaba mucho cuando se quedaba con la forma del moño, por lo que lo revolví un poco para que cogiera su estado natural. Sonreí viendo aparecer unas cervezas sobre mi mesa. Aún estaba fascinada por la rapidez y el control que tenían en Hogwarts para hacer tan rapido los recados de comidas y de más.

Cogí el libro con cuidado inspecionandolo bien, oliendolo, intentando encontrar algo extraño en él. Pero parecía un simple diario antiguo sin señas de ser usado. Sonreí escuchando mi frase salir de mis labios y le dí un pequeño empujon en el hombro con un dedo mientras seguí inspeccionando el libro. Un mechón de mi pelo tapó mi cara y justo cuando iba a colocarlo una mano me sorprendió haciendolo. Miré a Tommas sonriendo mientras pensativa seleccionaba que quería ver en el libro. Abrí sus páginas decidida y vi como en letras negras iba dibujandose con una perfecta caligrafía aquello que pasaba por mi mente de manera melodiosa. Sonreí y leí.

Cuando la lluvia comenzó a caer, llenando de júbilo a los pequeños transeúntes mientras sus padres les reprendían y llevaban a sus casas.
Yo sentía la lluvia limpiando mi cara, colándose por cada parte de mi cuerpo. Su gorgoteo hacía que una melodía viniese a mi cabeza. Como dirigida por un impulso eléctrico comencé a danzar disfrutando el momento.
Te vi resguardado, protegiéndote bajo un portal, observando el cielo mientras ponías cara de disgusto al sentir tu ropa mojada. Mientras, yo trazaba círculos incompletos, esquivando a la gente corriendo para no mojarse. Con el pelo alborotado y empapada, sin perder la sonrisa me dirigí a donde te encontrabas. Te tendí una mano mientras sentía como las gotas recorrían mi cara y mi mano.
¿Te atreves a cruzar la frontera?

Sonreí mientras le miraba.- No está mal que escriba todo lo que piense.- Dije riendo. Le pasé el libro.- Te toca.

Vi aparecer las cervezas sobre la mesa. Ni siquiera me había enterado de cuando las había pedido.

Me quedé observándola en silencio como se colocaba cómodamente entre los cojines, me imaginé que lo habría hecho un millón de veces.-¿Cuántos libros has devorado entre estos mismos cojines?- le pregunté.

Seguí observándola, sin decir nada ni interceptar sus movimientos, se la veía hermosa investigando el viejo libro. Solamente le devolví la sonrisa cuando ella me sonrió tras haberla colocado aquel mechón rebelde.

Me coloque con la espalda apoyada en la pared y escuché la pequeña historia que ese libro había elaborado con los pensamientos de Anna.
-Bonita historia, ¿te gusta mojarte con la lluvia?-le pregunté al acabar de oírla.

Quedé prendido de su sonrisa, esa sonrisa que le había sacado el libro.
Cogí el libro.
-Discúlpeme joven dama pero he de ir primero a por una cosa- le sonreí encantadoramente y me levanté hacia la mesa donde estaban las cervezas. Cogí las dos y volví junto a Anna.
-Para ti- le sonreí y se la di.
Me senté junto a ella y di un largo trago.
-Ahora si- abrí el libro por la segunda hoja, en la primera estaba todavía la historia de Anna.

Con la misma caligrafía empezó a escribirse mi historia.

Era tarde, la luna llevaba ya mucho tiempo en lo alto del cielo y las estrellas brillaban con mucha fuerza.
El paseo era agradable. El mar en calma y la temperatura cálida.A lo lejos se les veía que estaban felices de estar otra vez juntos. Aquel joven montó sobre su yegua con la misma delicadeza que uno acaricia los frágiles pétalos de una rosa. Galopó a lomos de Emperatriz a lo largo de toda la playa jugando con las olas.
Solo cuando los primeros rayos de sol despuntaron decidió irse a casa.
Fue hasta las cuadras y la dejó allí. La acarició un par de veces y él también se fue a dormir

Cerré el libro y sonreí a Anna. -Se ve que echo de menos montar a caballo

Di otro trago a la cerveza. Reconozco que este es un gran privilegio, gracias por haberlo compartido conmigo Mariposa

"Mariposa" esa palabra me dio una .
Anna, te propongo algo, yo te digo una palabra y tú piensas algo y a ver que escribe el libro- la conté con mis ojos clavados en los suyos. Antes de que digera que si o que no la puse ellibro entre sus manos y la susurré al oido Mariposa

Escuché su pregunta mientras terminaba de acodomarde y me quedé pensativa. ¿Cuántos libros habría podido leer entre esos cojines? Decir un libro aproximado sería quedarme lo mas seguro corta de los que realmente había podido llegar a leer. Mordí el labio concentrada intentando recordar cuantos cuando di por perdido el decir un número exacto.- Podría decirte más rápido los que no he leido, yo creo. - Dije mirandole, mientras sonreía.- La verdad es que leo demasiado, o eso me dicen.

Sonreí ampliamente con su pregunta y asentí.- Gustarme es poco. Me encanta perderme en la lluvia. Aunque mas de una vez haya enfermado por ello, me sigue encantando sentir las gotas de agua mojando mi cara .- Me encogí de hombros.- Me gustan los días de lluvia.

Le observé mientras se levantaba y comprendí lo que se proponía hacer. Sonreí aceptando la botella, con un pequeño hechizo la destapé y le dí un trago disfrutando del sabor amargo de la cerveza inundar mi boca, haciendo reaccionar y trabajar a mis papilas gustativas. Cerré los ojos dejandome llevar mientras escuchaba la historia de Tommas. Caballos, pensé. Nunca había sido muy aficionada a aquellos animales. Quizás los veía siempre muy muggles, o nunca tuve realmente un contacto cercano a ellos. Observé a Tommas mientras cogía el libro.

- Nunca he montado a caballo.- Dije sonriendo y mirando al libro, mientras aun reposaba en sus hojas el breve pensamiento de Tommas. Pasé página y antes de pensar nada escuché sorprendida a Tommas, mas que nada por el apelativo cariñoso que había usado. Sonreí.- No hay de qué. De vez en cuando no viene mal tener un poco de compañía en este solitario despacho.

Escuché su idea y antes de que pudiera decir nada un susurro me trajo un recuerdo sonreí centrandome en el libro.

- Venga pequeña, no es tan dificil como todo el mundo lo pone. Simplemente tienes que pensar en cosas bonitas que hayan pasado por tu vida que dejar que fluyan por ti.
Estaba nerviosa. Demasiados recuerdos infelices rondaban por su mente como para estar completamente segura de ser capaz de llevar a cavo la sencilla tarea que la encomendaba su padre.
Era un simple ejercicio para estar preparada por si el mal llegaba a acercarse a ella. Su pequeña mano sostenía sudorosa la varita, mientras intentaba centrarse en los recuerdos mas felices.
Él abrió la caja y brotó una masa oscura y heladora, que la observaba dejando su aliento frio sobre ella. Estuvo a punto de gritar, de chillar, de salir corriendo, pero su pequeño orgullo la mantuvo frente a aquel ser.
Dejo su mente en blanco y empezó a dejar que sus pensamientos flotaran libres, mientras una sensación de calidez iba pasando a su varita. Estendió el brazo mientras con su voz clara y tranquila formulaba aquel hechizo qu eminutos antes le había enseñado su padre.

Me quedé escuchando a Anna leer su recuerdo, fijándome en como sus ojitos iban de un lado a otro de las líneas que iban apareciendo.

Me quedé algo sorprendido por el relato, sentí cierta pena por aquella niña de la historia.
Nada mas terminar de leer busqué su mirada. -¿Ya no hay más?,- quité el libro de las manos de Anna mirando a ver si era verdad que había acabado la historia ahí, o simplemente no había seguido leyendo
-¿Salió el patronus?- le pregunté sintiéndome un poco ridículo por la reacción de quitarle el libro.
Se lo entregué de nuevo.-Perdón, pero quería saber el final de la historia. Dije con la mirada ajada.

yo no conseguí invocar al patronus hasta finales del curso pasado. Y me salió un mono, algo así como un chimpancé, es muy gracioso. Mira te lo mostraré. Me puse y centré mi mente en un pensamiento alegre.
Especto Patronum Movi la varita con seguridad y vi salir el haz plateado.
Me quedé sorprendido. Me rasqué la cabeza sin comprender muy bienlo que estaba pasando. Me giré hacia la Prefecta Siempre ha sido un chimpance, no se por qué salió un tiburon

No sabía como había sido pero todo se había estropeado, la magia del rincón de leer y yo quedando como mentiroso o que no sabía nada de animales. Volví a mirar a Anna. No lo entiendo, ¿dónde está mi chimpance?,

off: cumplí con la promesa

Me quedé mirando la historia y reí al escuchar a Tommas, y reí aún mas cuando me quitó el libro para ver si seguía o no la historia. Parecía un niño chico cuando no le cuentas el final, o espera que sea distinto. Dí un trago sintiendo el sabor amargo de la cerveza pasar por mis papilas gustativas. Nunca había provado la cerveza muggle y me sorprendió que me resultara agradable al sabor. Mi padre siempre había dicho que las cosas de los muggles eran... Suspuse que mi padre no siempre tendría una buena opinión acerca de los muggles. Reí viendo la mirada avergonzada de Tommas y revolví su pelo sonriendo, mientras sentía el libro volver sobre mis piernas.

- Podría decirse que salió a la primera y que un montón de mariposas salieron revoloteando de la varita, pero sería mentirte.- Dije sonriendo.- Salió una pequeña y débil mariposa, y mi padre tuvo que ayudarme a hacer desaparecer el dementor que el mismo había creado. Pero fue gratificante que saliera al menos algo, por pequeño que fuera. Lo bueno es que fui perfeccionandolo y ahora me sale cuando me apetece. Tengo la suerte de no haberlo tenido que usar ante un dementor de verdad.- Sonreí mienrandolo.

Observé a Tommas concentrandose mientras agarraba su varita. Me gustaba observar a la gente cuando estaba concentrada en algo. Observé como se iba formando una figura y pude comprobar que no parecía para nada un chimpacé. En vez de ello, había un hermoso tiburon tigre rondando por el despacho. Inconscientemente me levanté y me puse a la par del Patronus intentando acariciarlo. Observé a Regaliz aparecer debajo del escritorio olisqueando al tiburón sin saber muy bien que era. Sonreí mirando a Tommas, mientras sentía el patronus rondar a mi al rededor.

- Sinceramente prefiero los tiburones. Hermosas bestias marinas, que por mucho que el resto de las especies haya evolucionado ellas siguen iguales, como al principio. Fuertes, poderosas.- Sonreí ilusionada.- Siempre fueron de mis animales preferidos, aunque parezca extraño.- Volví junto a Tommas y me senté.- Quizás inconscientemente hayas cambiado la imagen de tu Patronus. Yo nunca me he propuesto cambiar el mio, me gusta.

Llamé a mi pequeña bolita de pelo y le cogí en brazos acariciandolo. Sentí su ronroneo en la punta de mis dedos, mientras sonreía.- Tommas, le presento a Regaliz, el gatito de mis ojos.- Dije mirandole sonriente. Dejé que olisquease a Tommas, aunque comencé a ver que se le erizaba un poco el pelo del lomo y preferí apartarle.- Creo que te ve como un extraño.- dije medio pensativa mirando a Tom.- Lo hace siempre que le presento a hombres, luego con las mujeres es un amor. - Reí y miré a Tommas.- ¿Por qué un tiburón?

Aún buscando una explicación en mi mente vi levantarse a Anna y jugar con mi nuevo Patronus. Le devolví la sonrisa sintiendo que se me quedaba cara de tonto al sonreirla.

Me fui hacia la zona de los cojines, me senté, simplemente me quedé mirandola, escuchandola contarme que la gustaban los tiburones.

Mis mejillas empezaron a sonrojarse de forma descarada al oirla hablar de lo mucho que la gustaban los tiburones.-Quizás algo en mi interior ha producido el cambio

Por suerte para mi, un pequeño gato naranja apareció de debajo de la mesa.
-¡Regaliz!, ¡que nombre más curioso!- le dije a la par que intentaba acariciarle.
me reí al oirla. -ummm, creo que está celoso de cualquier chico que se aproxime a ti, te quiere solo para él. A pesar de que Anna había retirado a Regaliz me acerrqué a él y le hablé muy bajito. -Lo siento bolita de pelo pero tendremos que compartirla entre los dos.- le guiñé un ojo al gatito y me aparte de él por si acaso.

Me acerqué un poco más a Anna, sacando la parte descarada de mi personalidad al oir la pregunta que me había hecho. -Porqué a alguien que se mete en mis pensamientos no la gustan los chimpances y si los tiburones- le dije mirandola a los ojos y acariciandola la mejilla con la parte exteriro de mis dedos. Me acerqué un poco hacia ella y le dejé un pequeño beso sobre la punta de su nariz. -Pensé en ti y en la sensación que me produjiste- le dije cerca de su labios dejando un beso cerca de la comisura. Levanté la vista y le sonreí tontamente.

Terminé de acomodarme riendo por el comportamiento de Regaliz en mi regazo hacia Tommas. Nunca le gustaba que ningún hombre, fuese quien fuese se acercase a mi. Escuché las palabras de Tommas y sonreí mientras acariciaba la cabecita del gato, que lo miraba entre medio enfadado y medio sin entender. El olor de Tommas vino mientras hablaba con él y había algo en él atrayente. Su pelo rozo mi mejilla haciéndome cosquillas y reí mientras volvía a ponerse donde estaba. Miré a Regaliz que ronroneaba acomodándose sobre mi tripa, y buscando mis mimos y reí.

- No se yo si me quiere compartir. De todos modos, soy yo quien debería de decidir estar o no disponible, y por ahora mi corazoncito lo ocupa exclusivamente él.- Reí dado un besito en la nariz al naranjito y miré a Holmes, sonriendo de lado.- De todos modos, siempre puede llegar alguien que haga algo significativo y mi opinión cambie.

Sinceramente me había impresionado lo del patronus, y su cara de desconcierto, pero lo que mas me llamó la atención fueron sus palabras siguientes. Me sonrojé mientras procesaba sus palabras, mientras veía como Regaliz desaparecía de encima mio. Sinceramente nunca me había imaginado que pudiera alguien cambiar su patronus solo por mi. Sentí a Holmes moverse y le miré dándome cuenta de que estaba mucho mas cerca de lo que pensaba, e hizo que mis mejillas se encendieran mas de lo que ya estaban. Sentí su beso y sus nuevas palabras, y una sonrisa algo tonta apareció en mis labios. Inconscientemente me acerqué mas a él y deje un pequeño y suave beso en sus labios, para después alejarme rápidamente. muerta de vergüenza.

Me invadió el miedo o la tristeza, no lo tenía claro, nunca había sabido definir muy bien mis sensaciones cuando le oir decir que su corazoncito lo ocupaba exclusivamente su gato. Le miré como actuaba con él y me sentí celoso por unos instantes hasta que volvió a hablar.


De repente noté sus labios sobre los míos, sonreí, había sido más descarada y directa que yo. No me dio tiempo casi ni a enterarme cuando se había alejado de mi. Le busqué con la mirada, estaba totalmente roja. Me acerqué un poquito a ella sin llegar a estar muy muy juntos. Vas a entrar en combustión espontanea si te sonrojas un poco más.
Cogí su mano y la acaricié con delicadeza Pensé que de los dos el descarado era yo, pero veo que tú me has superado en este momento. Sonreí y me acerqué hasta su labios, acaricié su mejilla y besé esos labios que me estaban llamando a gritos desde hacia un rato.
De repente oí un bufido y unas pequeñas pero afiladas uñas que se clavaban en mi brazo izquierdo.
REGALIZ exclamé mientras le quitaba como podía ya te dije que teniamos que compartirla. El pequeño gato se refugio debajo de la mesa de donde había salido.
Me giré y volví a mirar esos ojos azules.
Sabes, me gustas y mucho, sinceramente no sé como ha pasado , ha sido un flechazo Aparté la mirada, ahora era yo el que estaba muy colorado

Su silencio hizo que no supiera como reaccionar. En ese momento si quiera sabía por qué lo había besado. Un impulso, una idea loca que había surcado mi pensamiento. Sentía las mejillas encendidas y me sonrojé aun mas con su comentario. Le miré sonriendo de lado, algo tímida.- No te creas que beso espontáneamente a cualquiera.- Dije. Apenas hube terminado sentí sus labios sobre los míos de nuevo. Esta vez los aprecié con mas detalle, dejándome llevar por aquel pequeño momento. Sentí algo peludo subir sobre mis manos y sin darme tiempo a reaccionar escuché el bufido de Regaliz. Cuando quise darme cuenta este ya había arañado y salido corriendo. Miré los arañados de Tommas y reí mirando a Regaliz.

Me levanté sin decir nada y cogí un pequeño botiquín que tenía con un ungüento que usaba cuando sufría alguna herida, que curaba rápidamente las heridas. Cogí el brazo de Tommas tras haberme acuclillado junto a él y con un pequeño pañuelo comencé a extenderle la crema sin dejarle decidir ni nada. Me concentré bien, aunque fueran rasguños superficiales. Desde pequeña me habían metido en la cabeza limpiar bien las heridas y tenía esa buena o mala costumbre. Extendí el pañuelo de tela sobre su brazo haciendo un pequeño e improvisado vendaje. Guardé todo y tras guardarlo todo de nuevo volví a sentarme en el sofá.

Le sonreí mirándole a los ojos.- Lo siento, le tengo demasiado malcriado. Aunque yo creo que con esto no habrá peligro de nada.- Dije mirando el vendaje que acababa de hacerle. Escuché sus palabras sonriendo, mirándole ponerse rojo. Estaba realmente bello así. Acaricié su mejilla, mientras me mordía el labio inferior. Reí.- ¿Ahora quien puede ser el que entre en combustión? .- Besé su mejilla y le miré sonriendo algo tontamente.- Soy el tipo de persona que causa ese efecto en la gente, si.- Dije riendo, recordando a mi hermano por unos instantes. Me acerqué un poquito a él y le abracé.

Suspiré al verla reír, sería muy difícil conquistar a ese pequeño gato.

Le observé levantarse y vi que traía algo de la mano. Me cogió el brazo y me curó la herida como si la fuera la vida en eso. Estaba preciosa tan concentrada.

Miré el vendaje Muchas gracias pero tampoco ha sido para tanto el arañazo.

Mantuve la mirada cuando me habló, me sentía feliz mirando esos ojos.

te aseguro que no perderé el brazo le sonreí

Clavé la mirada en el suelo cuando la dije que me gustaba hasta que sentí su caricia, al meno no me había echado de ahí a patadas. Me reí con ella, ¿yo? respondí a su pregunta.

De repente me abrazó. ¿y esto mariposa?le pregunté correspondiendo al abrazo pero desviando la mirada hacia la parte de la mesa.

me retiré un poco de ella. Salgamos de aquí un rato. Conozco un pasadizo que nos sacará del castillo y podremos respirar un poco, y estar tranquilamente sin la presión de ser el despacho de la Prefecta de la mejor casa, se de un sitio que te va a gustar. ¿qué tal se te eso de aparecerte?.suponía que bien pero era mejor asegurarme. Sonreí con cierta intriga, ya verás seguro que te gusta el sitio acaricié su mejilla y pasé la mano por su pelo.
No la di opción, tiré de ella hacia la puerta. estoooo, puedes abrila?volví a ponerme colorado.

Off: cuando contestes yo abro tema en el sitio nuevo